miércoles, 28 de diciembre de 2011

Diario de Alcalá

Ilustra: Estela Cuadro
Textos en imagen: Leila Guerriero


Llegué al hostal con los pies llorando.  Otro día más sin éxito en eso de conseguir casa.  Acostada en mi diminuta cama, levanté las piernas contra la pared.  Mis roomies temporales hablaban de su maravilloso día como turista. Y mis pies sobrecaminados, seguían sintiéndose sin piso.



Volví de Roma en avión.  Pero en vez de Madrid, llegué a Zaragoza.  Llamé a Lina: ya estoy aquí, Cari.  Pues apúrate que nos vamos de marcha.  Era invierno y de noche.  Los autobuses a Madrid estaban repletos y tenía que esperar un par de horas.  Adiós marcha. Había un bar cerca a la central.  Entré por unas cañas. Primero llegaron unos viejos.  Ella, con el pelo rubio y enfundada en abrigo de piel.  Él, con boina y saco obscuro.  Comenzaron a gritarse, a gritarle al camarero, a comer y a beber gritándole a la tele.  Me dieron ganas de abrazarlos.  

Se llaman mocos, señorita, mocos, me dijo la doctora. ¿Se los lleva o qué? me exigieron en la alpargatería, cuando no decidía que par llevar. Qué tomas, ordenaba el cantinero del bar Lobos. No coja, decían los chinos cuando andaba de metiche en su tienda.  En España, las cosas se dicen sin rodeos y aprende uno a mandar a la chingada el mande y a soltar un rico ¿QUÉ?



Solía tener fantasías en los que un españolito(a) hacía que me deportaran.  Por quitarles el trabajo, el aire, el novio, la escuela, el subsidio de estudiante.  Y eso no podía pasar.  Tenía que terminar la maestría, sacar mi papelito.  Y por más que amara su comida, su marcha, su vino, a mis amigos y a mi pelo rojo, nunca me acostumbré al ternurismo que mis ahoritas les provocaban.


Anoche leía el N4 de Orsai y me encontré con Leila. Sus textos me hicieron sonreir y recordar.  Esta vez, no me puse nostálgica, pero sí profundamente orgullosa de haber vivido ahí.  No en Madrid, si no ahí, en esas letras que alguien más sabe poner.

VAYAN, LEAN ORSAI.  Y ya saben, yo la quiero vender así que digan si se apuntan O QUÉ.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Wake up mail

A principios de diciembre me llegó un mail. Y aunque es un mail automático e impersonal, me llegó fuerte: ¿Continuaría pagando la anualidad del host de mi sitio de viajes? O lo dejaba morir, exportando sus cenizas a un archivo de texto que guardaría en el disco duro para dos o tres computadoras después, olvidarlo. 

Me di una vuelta por el sitio. Estaba medio derrumbado (algunos plugins no funcionaban) y sólo Héctor le había inyectado un poco de vida durante 8 meses o algo así. Leí mi viaje al sureste, a Argentina, lo que hice en Europa. Me acordé de viajes que aún me faltaban por subir. 

Leer viejos posts es un arma de doble filo. A veces me topo con una redacción horrible. Otras veces, con situaciones que ya no recordaba. Pero la mayoría de las veces (y sobre todo en lo que toca a viajes) me emociona lo que leo. Y no sólo por haberlo vivido, sino también por haberlo escrito. Me sentí orgullosa de esos textos. 

Así que no le cuentes a mi madre, se queda en el ciberespacio un tiempo más. Cambia de look y escribiré también de comida y demás gustos sibaritas a los que mi cuerpo está acostumbrado y haciendo lonja. 

¿Qué esperan para ver lo cuco que me quedó? 

Clic en la imagen pa ir. Y aquí para el post que escribí de la Feria del Libro Independiete (o feria Independiente del libro?) en Oaxaca

viernes, 23 de diciembre de 2011

Otra vez, Oaxaca

Tenía cuatro días de vacaciones y ronchas en la espalda causadas por una intoxicación de gorditas queretanas. Necesitaba masajes, agua termal y comida sana. ¡Ixtapan de la sal!, pensé. En esos balnearios tuve una infancia relajada, feliz y enlodada. Mientras investigaba hoteles, un tuit de algún escritor o editorial me informó que en Oaxaca estaba la Feria del Libro Independiente. Le pregunté a mi Maridaje que si no le importaba cambiar masajes en la espalda por una maleta en la espalda retacada de libros. Estuvo de acuerdo con el sacrificio. Compré los boletos por internet y, al día siguiente por la tarde, partimos a la central del norte de Chilangolandia.


Llegamos la madrugada de un miércoles. Maldormí medio torcida y toda congelada en esos horribles autobuses ADO. Por culeros, esos autobuses merecen un post aparte. No habíamos reservado hostal y no me apetecía llegar a la pensión de la vez pasada. Ahí no hay internetz para mi smartfon, le dije a mi Marido, al mismo tiempo que acariciaba la hermosa pantalla de mi recién comprado Ideos. Compramos un café y nos pusimos a buscar hostales en mi celular.


Apenas había pasado un año desde la última (y única hasta ese momento) vez que fuimos a tragar a Oaxaca. Así que las calles cercanas a la central de autobuses nos eran conocidas. Con los hostales marcados en el mapa del centro histórico de la revista de viajes, nos pusimos a caminar. Pasamos 2 o 3 hostales y nos quedamos en uno que nos dejó a 350 pesos las 4 camas de una habitación. Además, la pila del smartfon estaba por valer madre.


Puse a cargar el teléfono en lo que esperábamos una hora decente para ir a almorzar. A las 7:45 nuestras tripas nos obligaron a mover el culo. En el viaje anterior, prácticamente no salimos del 20 de noviembre, el mercado de comida. Esta vez, decidimos caminar un poco más y fuimos al Mercado de la Merced. Justo antes de llegar, vi una blandudería. No se llaman así, pero es donde las señoras hacen las blandas y las tlayudas. Son esas tortillonas de 40 centímetros de diámetro en las que se come tasajo o con las que se desembadurna el mole del plato. ¿Te imaginas una de esas con quesillo?, le dije a mi Señor. Corrimos al mercado.


[singlepic id=329 w=180 float=left]Encontramos la zona de comidas con facilidad; es donde la gente está gritando platillos: Memelas Tlayudas Enchiladas Coloradito Co nCostilla Chocolate de Agua Atole Quezadillas Pan de Yemaaaa! El acoso es sorprendente, pero nuestro colmillo mercadero nos hizo quedarnos con una doña que hablaba con diminutivos «¿Qué le sirvo güerita? ¿Un chocolatito con panecito?» Pedimos dos; uno con leche y otro con agua. Y comenzamos a sopear. Amo el chocolate de Oaxaca; preparado con leche bronca, canela, espumoso y servido en jícaras. De intermedio, memelitas con quesillo. Enfrijoladas con costilla y enchiladas para terminar. Café de olla pa´que resbalara.


Regresamos al centro y nos paseamos sin detenernos en los stands de la feria del libro. Dos pasillitos de puestos de libros. ¿Qué es exactamente una feria del libro independiente? ¿Son editoriales independientes? ¿Escritores sin editoriales? Aún no sé. La cosa es que había muy pocos stands; sólo dos librerías «grandes» y la editorial anfitriona (Almadía). El resto de los stands eran libros usados, música y juguetes y libros para niños. Y nada con descuento. Los eventos fueron escasos y casi ninguno con público entusiasta. Y lo peor: algunos de los escritores que estaban anunciados, no iban.


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Cultoroseando con Fadanelli y Ripstein


Para curar nuestras penas, tasajo recién asado. En nuestra visita anterior, lo comimos sólo en tlayudas. Ya el último día descubrimos un pasillo en el 20 de noviembre con un enorme asador que te lo cocinaba al instante. El tasajo es carne de res delgada y suave. La asan al momento y puedes acompañarla de frijoles, cebollitas, etcétera. Lo devoramos entre el olor a tripas tatemadas y humo de carne asada. Con tortillas blandas y chiles de agua con limón.


A la mañana siguiente decidimos caminar alejándonos del centro. Lo bautizamos «El tur de las iglesias y las librerías» y subimos por Independencia hasta la Basílica de la Soledad. Aunque no había tantas librerías, las iglesias fueron un buen fondo para fotos de besos de lengüita. Me enteré que en una de esas iglesias se casó Benito Juárez. Supongo que lo ateo y liberal le salió después. La revista-guía presumía unas deliciosas nieves en La Soledad, pero me engañaron. Lo que sí, el templo está bonito.


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Manzaneros ligando


Volvimos al zócalo para comer memelitas en el 20 de noviembre y comprar vestidos típicos a mi sobrina. Y —claro— mole, mezcal y chocolate para invitar a los amigos en Querétaro. El aire nos enfriaba los cachetes por las noches, pero nada que no pudiéramos soportar con la superchamarra anti autobuses ADO. Así que no faltamos a los eventos al aire libre que había organizado la feria y a alguna cantina recomendada por una tuitera (¡gracias!) .


En nuestro último día, decidimos ir a Mitla. Tomamos un autobús a la central de segunda y ahí esperamos el camión de 14 pesos a Mitla. El recorrido dura poco más de una hora. Mitla es un pueblito dedicado a la producción de mezcal artesanal. Tiene una zona arqueológica mezclada con una iglesia española y unas moto-taxis de lo más lindas. Después de comer las rigurosas quesadillas, tomamos una moto-taxi a la zona arqueológica. Hacía calor y estábamos cansados, así que compramos unas nieves. Esta vez, de-li-cio-sas.


[singlepic id=328 w=300 float=left]La gente en Mitla es muy amable y tienen un acento lindo. Supongo que es por hablar zapoteco (¿o mixteco?). Lo hablan entre ellos y mezclan algunas palabras en español. Las doñas de las quesadillas hablaban de la pelea del Márquez y Paquiao el que sería esa noche.


No podíamos decidir sobre viajar a Hierve el Agua o no. Hierve el Agua es una zona de manantiales y rocas. Tranquilo, natural, soleado; el día de campo perfecto. Pero no traíamos traje de baño y ya era un poco tarde. Son casi 1.5 horas desde Mitla y hay que sumarle una hora de regreso a Oaxaca. Además, aquella noche regresábamos a la capital. Por nuestra indecisión, el transporte colectivo se nos fue. No hay autobuses, son unas nisán de estaquitas cubiertas en la parte de la caja en las que unas tablas simulan un asiento. Tampoco tiene horarios, hay que esperar que se llene la camioneta para salir. Esperamos una hora y nos dio hambre. Así que regresamos a Oaxaca en taxi colectivo.


Resulta que por 20 pesos puedes compartir un taxi-tsuru con alguien más. Aún no estoy segura si son más cómodos que los camiones pero hay más salidas. De vuelta en Oaxaca, el hostal nos dejó usar sus instalaciones para llorar por nuestra inminente vuelta a la realidad.


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Realistas contra negros


En nuestra primera visita a Oaxaca, había plantón de maestros en pleno zócalo. Algunas calles olían a miados y nos despertaron de madrugada los petardos de los manifestantes. Aunque era verano, hacía frío por la lluvia. Esta vez, el centro estaba iluminado y la gente disfrutaba de sus andadores. Me llamó la atención la cantidad de policías en la calle, sin embargo, no me enteré (o vi) algún incidente.


La segunda vez que visitas un lugar se siente distinto. Está la ventaja de que ya sabes moverte, repites lo que te gustó y evitas lo que no. La desventaja es que puedes caer en lo mismo. Y aunque irnos a meter a la Papelera Escolar a ver libros es un imperdible, recorrimos más calles y nos sorprendimos con más sabores. Volvimos a Santo Domingo, pero ahora había unos realistas matando negros y una boda con fuegos artificiales. Como también había un festival de música, escuchamos a chavos trompeteros en el mercado y en la plaza. Descubrimos una familia de ratones en las jardineras y a los locos del centro. Vimos al Cochiloco bailar con su mujer a ritmo de Paté de Fua.


Es la segunda vez que lo digo: vayan a Oaxaca, no se van a arrepentir.


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jueves, 15 de diciembre de 2011

Orsai y las decisiones de consumo

Cada quien decide en qué gastar su dinero, eso no está a discusión. Lo que hace diferente a cada consumidor es el por qué decidió comprar un producto y no otro similar. El primer criterio es, casi siempre, el precio. Obviamente, la calidad es algo que cualquiera con 3 neuronas considera. 

El dinero que recibo por ser computita me da la opción de poner otras variables a la ecuación. Por ejemplo: nunca compro verduras, frutas, carne, jamón, pan y otros alimentos en el súper. Aunque estén más caras, prefiero tener un señor carnicero o ir con la doña de la central de abastos (que por cierto, es más barato). Esto es porque creo en la comunidad y prefiero darle mi dinero a un conocido que a un gringo negrero. 

De restaurantes, evito las cadenas comerciales. No tengo plan en el celular porque creo que gastar más de 400 pesos al mes por farolear es demasiado. Nunca compraré algo de Apple porque me caga el borreguismo y su obsolescencia programada. Pago gas natural por onda ecológica. 

La compra de libros es una de las decisiones que más me cuestan. Y es que algunos son re-caros. Desde que me enteré que en Gandhi los libros son más baratos porque le cobra un ojo a la editorial por ponerlos en sus estantes, ya no compro ahí. Y las editoriales no se quedan atrás en la cadena de intermediarios, al pagar al pobre autor una madrecita. Cuando leí que a Fedro Carlos Guillén le pagaban algo así como 500 pesos por artículo (o algo así de nada) me decepcioné. Si a eso le añadimos que hay muy buenas cosas que leer en internet o en PDF, la industria de la literatura (aunque les duela a los puristas que se sienten prostituidos por vender su trabajo) está a punto de entrar en coma. 

Por eso, el monstruo que es Orsai y en lo que se quiere convertir, me emociona. Hay otras razones: 
  • He leído todo el blog de Orsai y todo el de Más respeto que soy tu madre.
  • Hernán nunca ha bajado de internet los textos que hizo libros. 
  • Hablo de El Gordo y de Chiri como si fueran viejos amigos “Hoy, Hernán escribió que su madre lo puso en ridículo ante sus lectores”, le digo a mi Maridaje. 
  • La revista es una locura de una bola de amigos. 
  • Son pro-Creative Commons, es decir, entienden por dónde se mueve esto del internetz. 
  • Y por supuesto, nació del un blog y se alimenta de internet.
Pero, ¿Para qué lo digo yo, si Hernán lo cuenta en TEDx?



Así que decidí hacerme distribuidor del siguiente año. Las revistas las venderé al costo, sólo necesito saber quién está interesado (de preferencia en Querétaro o Guadalajara).

Si no sabes de lo que es Orsai o las 4 revistas que han salido, pícale aquí

Si estás interesado en comprarlo el año que entra, déjame un mail: rossymr@gmail.com

miércoles, 14 de diciembre de 2011

La suave danza del dulce amor obscuro o el ridículo de los martes y jueves

Me inscribí en una clase en la que enseñan la suave danza del dulce amor obscuro. Es decir, danza africana. Nunca lo hubiera pensado, tanto tiempo de agarrarme y mirarme mi adorado cuerpecito para terminar descubriendo que:
  • Tengo 30 vértebras en el cuello y puedo sentir 32
  • Los calambres en las plantas de los pies duelen más que los del dedo chiquito
  • La cadera cumbianchera no funciona con los tamborazos
  • Mis hombros están desconectados del cerebro 
  • Tengo la flexibilidad de un mueble rústico 
La clase es más o menos así: un jipimadafaka de esos que tocan los tambores en el río ameniza toda la sesión. Dura más o menos hora y media y es dirigida por un maestro flaquérrimo y con rastras largas que se desespera ante mi rusticidad. Todos estamos desnudos descalzos.

La sesión de calentamiento / estiramiento dura alrededor de 30 minutos. Aunque no bailamos, yo la disfruto mucho. Desde que dejé de chuparme el dedo gordo (del pie derecho (cuando tenía año y medio) ), me volví una tabla. Nunca fui de esas niñas gimnastas que podía abrirse de piernas (ejem) o doblarse (ejem) hacia al frente sin flexionar las rodillas y hasta poner la frente contra las piernas. Pero no sabía que estaba tan tabla (ver imágenes ilustrativas)

La siguiente media hora / 40 minutos es, ahora sí, de baile.

Las coreografías incluyen brincar llevando las rodillas a la panza, flexionar las rodillas mientras que las manos “cosechan” algo imaginario, dislocarse los hombros cada tres pasos y mover la cabeza como gallina recién decapitada. Esto con sexis movimientos de cadera y chichi. MUY COMPLICADO. Es divertido, aunque soy la peor de la clase. La última de la fila. Literal.

Al final, el estiramiento. Y los cantos a la madre tierra.

En la última clase el maestro nos enseñó una danza que se utiliza para seducir. Gracias a Buba no soy africana, de lo contrario, sería virgen.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Sueños


Cuando desperté, era narco.  O algo parecido.  Había balazos y yo cuidaba un maletín con dinero.  Por eso digo que era del bando de los maloras. Dos días antes, mi viejo me había puesto los cuernos mientras andaba de viaje.  Y como tiene que ser, le dí unos madrazos recriminadores.  Le dije que porqué se había ido de viaje sin mí y porqué me puso los cuernos.  Y lo peor: porqué me lo confesaba, pinche cínico que no aguanta con el cargo de conciencia.  Quién sabe cuándo, Scampi corría y corría.  Y yo tras de él en chingaloca.  (Por cierto: con el frío, ahora duermen en nuestro cuarto.  En su colchón, pero en nuestro cuarto)
Antes, cuando aún estaba en mi trabajo anterior, no soñaba.  Al menos, no recordaba sueños de ese tipo. Siempre soñaba con una solución incoherente a los problemas del trabajo.  Y no faltaban las pesadllas en las que las consecuencias de mis actos era la muerte computita.
Poco a poco, me adapto a la tranquilidad.  Y por mis sueños, supongo que mi cerebro también y ya no sabe que inventar.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Tengo un smartphone pendejo

Como la pila de mi anterior celular moría cada dos días, decidí comprarme otro.  Además, dejé a Telcel por marranos.  Su pinche congelación de crédito y las limitaciones para usar el saldo que un alma caritativa me había regalado, acabó por fastidiarme.  En Iusacell, encontré un smartphonito barato, a meses y no tan feo. Estuve a punto de contratar un plan para tener internetz en la mano, pero no caí en la tentación diabólica.  Así que lo compré a prepago y durante el primer mes me regalaron el internetz. La marca: Huawei Ideos con Androidz.
Nuestras primeras horas juntos fueron emocionantes: le configuré las redes sociales y me asusté de toda la gente fea que tengo en mis contactos de google (los jaló a los contactos). Ponía el GPS pa ir a soriana y veía los panamericanos en su navegador.  Pero antes de cumplir un día juntos, ya pedía recarga de batería. ¿Qué pedo? Los compañeritos de mi extrabajo me dijeron que era culpa del 3G. Entonces se lo apagué. Yo lo que quería era no cargar todos los días el pinche celular.  Ah, y recibir fotos de mi sobrina eructando.
Por eso digo que el teléfono está tonto.  Pero su retraso internet-social no me molesta.  Sí, el whatsup está chido y hallo gente en los chatitos colgada de los WIFI.  Le he metido 50 pesos en un mes y la cobertura de iusacell / unefon si es mucho más chafa que telcel.  El cliente de tuiter se traba y aunque le instalé el swipe, escribo muy leeeeento.
La verdad el smartphone no se ganó mi corazón.  No así la icore5 que está en la foto y su hermano siamés, el monitor de 22 pulgadas a quienes amo.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Pinches Asesinos de computitos

Parte uno de no sé cuántas. Presentación


Sé que para ustedes, los mortales, el ser computito es un rol genérico. Pero les tengo noticias: el que hayamos llegado vírgenes a los 20 años y que les demos un nombre cariñoso a nuestras compus no nos hace a todos iguales. Por ejemplo están mis primos de soporte técnico. Esos santos de voz suave que se sacrifican por nosotros al ponerse de carne de cañón. O están mis tíos de Infraestructura. Esos seres mitológicos mitad cable y mitad humano habitan los sótanos. Ustedes los mortales sólo se acuerdan de ellos cuando Aitch, no hay internetz pa’ ver los gatitoz. Los diseñadores web son mis hermanastros, pero no por ello mal queridos. Su enorme creatividad es la que tal vez identifican y celebran con más claridad. Después de algunas orgías extremas nacieron los socialnetworkers (con publicistas) o los gadgetnewseros (con vendedores de TV). No hablaré más de la familia, sólo quería dejarles claro que no todos somos iguales.


Yo, estoy en el desarrollo de software. “Programadores” es el término coloquial. En algún momento y supongo que por culpa de algún asesino de computitos, se decidió que el título programador se veía feíto en las tarjetas de presentación. Entonces nacieron los Arquitectos (no nos odien (chiste local)). Los Developers que programan pero suena más cool desarrolladores (¿?). Los DBA, Analistas y Diseñadores son otras especializaciones de algo que, irremediablemente termina en unos y ceros. Y por supuesto, los Testers o mal llamados, QuÁs. 


A ésta última raza pertenezco yo. Y todo comenzó con esto:





No tuve Barbies. En su lugar me compraron una Juanita Pérez, El exceso de chiches de la güera gabacha no agradaba a mi mamá. Tampoco veía el Chavo del Ocho. Los “menso” de su protagonista tampoco pasó el nivel de calidad impuesto por mi madre. Y nada de Nintendos que promovía el sedentarismo en los niños. Por eso, mi padre llegó con una Commodore 16, con unidad de casette y todo.


Continuará con un manzanero que no canta.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Este blog es googleplusero y no se admiten "likes"

Mucho se ha discutido ya sobre Google Plus.  Los socialnetworkilovers se resgañan los cachetes comparándolo con Twitter y Facebook.  Qué donde hay mejor contenido, qué cuál creció más rápido, qué si Zuckerberg no puede ni coger.  No entraré a ese debate, porque prácticamente sólo uso G+

Así que declaro a este blog y todos mis blogs googlepluseros y su página se llama 50 blogs:


Así que si no quieren ver los videos de perritos y de odio de iphones que comparto en mi cuenta personal de google plús, añadan a sus círculos esa página.

No tenía pensado rediseñar el blog, pero la plantilla estaba ahí.  Y está rebonita.  Si lo leen desde un feed, échense una vueltesita a ver.

PD. En el menú de arriba a la derecha pueden elegir la vista del blog.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Y un año después...



Día 30. Una canción que escuchabas hace un año

1. Para explicar el coraje como valor de Scrum, dibujé una gráfica en el pintarrón. En el eje Y escribí la palabra “huevos” y en el X “tiempo / esfuerzo perdido”. Entonces, a más huevos, menos pérdida de tiempo y esfuerzo. “Creí que los ibas a dibujar” me dijeron cuando terminé de hacer la gráfica. Entonces comencé a hacer un círculo que después borré. La gráfica se quedó en la sala de juntas principal unos 3 días.

2. Había un ringtone de esos nokia viejitos. Cuando sonaba, todos silbaban el final. Los jueves, que era el día de irse de borrachos, sonaba mucho más.

3. Otra vez en la sala de juntas. Hicimos enojar al Director General con un Prezi en el que dijimos que programábamos puro desperdicio. Recibimos mentadas de madre de los gerentes pero al final, conseguimos que nos compraran una herramienta de seguimiento de proyectos ultrachingona.

4. Se disculpaban conmigo cuando en vez de decir las empresarialmente correctas “áreas de oportunidad” hablaban de “cagadas”. No tardé mucho en emocionarme y soltar mis propias mentadas de madre. Algunas juntas después, dejaron de disculparse.

5. Estacioné mi coche en la entrada de la empresa y llamé a “mis hijos” para que me ayudaran a bajar el cartón de cervezas y los 3 six que había comprado. Llegaron los jefes y no tuvieron más que abrirles la puerta.

6. Después de un curso, llenamos las paredes de acordeones y cambiamos una parte de la herramienta ultrachingona de seguimiento de proyectos por post-its.

7. Estaban tan borrachos durante la posada, que no se dieron cuenta que tomaba pura agua. El bailar con todo mundo, cantar y tirar carrilla lo hice en mis cinco sentidos. (cuatro, tampoco iba a desaprovechar el tequila gratis)

8. Dejé a “mis hijos” con sus nuevos padres. Era lo que quería desde que llegué ahí, pero sí sentí rarito de soltarlos tan así de jalón.

9. En un bar y mientras lloraba, les dije que había decidido irme de la empresa. Entonces pusieron la canción de “Y yo no se mañana” y lloré más.

10. Estar en una lista de distribución nunca había sido tan divertido. No puedo decir más.

Un año pasó entre las firmas de “me quedo” y “me voy”. Hablando de esas mamadas profesionales que se ponen en currículum, crecí, aprendí y logramos enormidades. Pero de eso no es este blog y mucho menos este post. 

Este post es para recordar y agradecer lo que viví durante éste último año a un lado de treinta y tantos locos que, un poco más o un poco menos que yo, adoran esto de ser computito.

Sólo se me ocurre la Tijoux como música que comencé a escuchar hace un año.  Este video, mezclado con lo que pasa con los estudiantes en Chile me encanta.

lunes, 7 de noviembre de 2011

El lonche de pierna y otros oscuros secretos tapatíos

En Guangalajara, las tortas son bañadas en salsa de jitomate y chile: son las famosas ahogadas de pan duro (que se aguada) y carnitas. Así que a las tortas, los tapatíos les dicen lonches. Mi lonche favorito es el de pierna. Lleva queso ranchero (de preferencia de los altos de Jaliscou), lechuga (de preferencia desinfectada), jitomate (de preferencia aguacate) y chile en vinagre. Ah, y pierna de puerco.

Aunque van calentados en una plancha grasienta, nuncamente los aplastan en esas megasanwicheras, como lo hacen en el metro del DF. Y es que por muy despistado que el chilango sea, aplastar el pan jalisquillo es físicamente imposible.

Y es que el pan duro, crunchiesco y salado, es la estrella de este delicatessen jalisquillo. 

Este pan no lo venden en panaderías. En mi alocada juventud, un señor pasaba con una canasta de mimbre sobre la cabeza y a gritos anunciaba "tamaliiiis", que es nombre-clave en tapatío para el pan. Por eso tardé tanto tiempo en descubrir esa ambrosía. Malditos jalisquillos xenófobos.

No recuerdo exactamente cuándo fue que los probé; como ya dije, tuve una alocada juventud. Supongo que fue uno de esos años que pasaron desde que Sello Rojo dejó de vender leche en envase de vidrio y nació una jirafita en el zoológico. Pero la globalización llegó a Guangalajara y los maestre del pan salado tuvieron que migrar a tianguis y tienditas de la esquina. Entonces me hice fan de este pan y me crecieron las nalgas.

Para aquellos que saben la diferencia entre "ocupo" y "necesito", les diré qué características debe cumplir un auténtico pan jalisquillo: 
  • No tiene migajón. No hay insumo suficiente para apelmazar figuras eróticas con baba.
  • No tiene "chichita" en las puntas. Esa protuberancia que hace que los bolillos lleguen incompletos a la cena.
  • Es duro y crunchiesco. Si no te lastimas una encía, posiblemente sea pan pirata.
  • Es poco salado. Poco.
  • Es delicioso con crema o queso panela.
Ignoro cuál es el ingrediente secreto para elaborar dicho pan. Es un secreto que los maestre del pan salado pasan en los rituales homosexuales secretos. Como sea, es un delicatessen que no debe faltar en su próxima visita a Tapatilandia.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Blumy cara blanca y huevos colgantes

Blumy llegó a casa de mis papás hace tres años. Tenía 10 de edad y las patas tan débiles, que se resbalaba en el piso. Una prima se los dio con la excusa de no poder cuidarlo. Después se compró un par de chihuahuas. Mi mamá dice que lo adoptó porque es algo que yo hubiera hecho; además, ya jubilados tendrían el tiempo para atenderlo.

Una vez que se acostumbró a ellos, Blumy agarró a mi papá de líder. Lo seguía hasta el baño y le lloraba cuando le cerraba la puerta o se iba a la calle. Comenzó a mover la cola más seguido, las piernas se le fortalecieron y hasta corría en el parque cuando veía a sus amigos. Engordó y ladró más. A mis perros los soportaba como un abuelo serio. Sobre todo a Scampi, que corre sin importar a quien tira. Su veterinario de toda la vida no se creía la forma en la que se había fortalecido el perro viejo.

Como cualquier anciano, tenía algunas manías: no comía si no estaba acompañado, se negaba a salirse a dormir a su casa y se mordisqueaba las patas hasta sangrarlas. Con monos de peluche y carnazas empezó a dejar ese hábito. Sus huesos sonaban contra el piso cuando se dejaba caer y sólo con pedazos de queso o llamadas extracariñosas se levantaba. No le importaba estorbar y que lo jalaramos a una esquina. Abría un ojo como diciendo, ya estoy viejo, arréglatelas tú.



Blumy comenzó a no querer comer bien hace más de un mes. Dijeron que tenía laringitis. Los ladridos estaban rasposos y caminaba menos. Yo lo ví hace una semana y seguía sin comer bien. Pero movía la cola cuando le hablaba y cargaba sus monos.

El jueves le pusieron esa inyección que los duerme y después los mata. Al parecer, estaba sufriendo mucho: el corazón estaba muy débil y los pulmones no lo dejaban respirar bien. El veterinario aseguró que el perro sufría, que no entendía porqué seguía en pie.

Así son los perros. Y aún así, hay gente que los tira a la calle.

viernes, 28 de octubre de 2011

Scampi tiene pulgas (y Gazpacho nada)

La rascadera comenzó hace una semana. Las patas de atrás rascaban las orejas. Los dientes,mordían nalgas y patas. El lomo lo rascaba patas pa'rriba, contra la tierra del intento de jardín. (Y Gazpacho, nada que se rasca). Ahora que me paguen les compro el liquidito ese, pensé. Recomendado por su veterinaria, el liquido promete no sólo eliminar pulgas y garrapatas, si no hasta prevenirlas por tres meses.

Mi primer perro tuvo garrapatas. Era un cocker medio menso y bastante corriente con muy mala suerte. Cuando lo compramos, mi mamá lo quiso echar. Se quedó gracias al drama infantil y a los ojitos con párpados suplicantes que tenía. Después le salió una hernia en el ombligo. Mi papá, que es doctor, le puso una moneda apretada con maskin tape "pa' que se metiera". No funcionó y tuvieron que meterle cuchillo. El día que lo operaron yo recé un rosario. Hice trampa (recé 5 aves marías en vez de diez) y el perro sobrevivió. Ahí comenzó mi ateísmo. A lo que no sobrevivió (ya ni recé) fue a las llantas de un carro. Y justo cuando habíamos logrado quitarle las garrapatas, pensé al pie de su tumba. Mi papá lo enterró en el jardín de enfrente y le hizo una lápida de cemento con su nombre: Dogy Dagoberto. Durante mucho tiempo, mis vecinitos decían que mi perro se aparecía por las noches.

El liquidito ese cuesta 180 pesos. Y por dos son 360, que es con lo que yo como toda la semana. Me duele el codo y se los compro hasta que las pulgas los persiguen. El sábado, la desesperación rascatoria se incrementó. Así que con el poder de mi firma, compré el liquidito ése. No sé que tan efectivo sea, pero las rascadas han disminuido y yo lo veo dormir sin preocupaciones

lunes, 17 de octubre de 2011

Tía Rosa

Day 29 - a song from your childhood

Desde los cinco años sabía cómo era: las contracciones, los pujidos, el niño saliendo de la vagina.  Mis papás me lo explicaron con un libro de dibujos de anatomía.  El libro, no sólo hablaba del parto y el embarazo; también explicaba cómo respiramos y convertimos el alimento en energía; de las conexiones eléctricas del cerebro y los impulsos que nos hacen pensar y actuar. Sin embargo, de todos esos dibujos, del que me acuerdo con más claridad es el de la cabecita peluda saliendo entre las piernas de su madre.  



Cuando mi hermana y yo jugábamos a tener hijos lo hacíamos usando una muñeca, con las piernas abiertas y una almohada en la panza. ¡Puja! ¡puja! gritaba la que le tocaba ser el doctor.  La otra torcía la cara, gritaba algunas maldiciones y ¡tarán! nacía un bebé-muñeco entre la almohada que salía por las piernas.
               
La noche anterior a que naciera mi sobrina soñé que ayudaba a mi hermana a parir.  No estábamos en un hospital, ni tenía ropa de doctor, pero estaba frente a sus piernas abiertas.  Mi mamá ayudaba sosteniendo a mi hermana, que tenía un bulto muy pequeño en la panza.  Las tres estábamos tranquilas y no había drama.  Mamá apachurró el bulto un par de veces y yo recibí una niña... muy parecida a Pucca.



Minutos después me despertaron con la noticia que a mi hermana le habían comenzado las contracciones.  Eran las 5:30 de la mañana.  Brinqué de la cama, me vestí y desperté a mi Maridaje con el grito de ¡Baby Time!.  Saqué a mis hijos al parque y cuando volví, mis papás ya estaban dentro del coche.



Aún no salía el sol y, para ser domingo, había bastante gente en la calle.  Llegamos al hospital y nos encontramos a mi -muy nervioso- cuñado olvidándose hasta de la fecha de nacimiento de mi hermana.  Ella estaba en un consultorio y mi mamá (que había saltado del coche) ya estaba con mi Sis.  Cuando terminó el papeleo, la recepcionista dijo: “vamos a subirla a la habitación”.  Pensé que sería una gran foto para el álbum: “mamá subiendo a la habitación”.  Entré al consultorio.  La vi sobre una camilla, sosteniéndose la enorme panza y torciéndose hacia el centro.  Sudaba y estaba roja.  La cara, como cuando jugábamos a parir, estaba torcida.  Pero esta vez el dolor era real.

Ver a mi hermana sufrir me rompió la madre. Quise abrazarla, como esas noches de nuestra infancia en que ella tenía pesadillas y se venía a mi cama a dormir. Pero ese papel ya no me tocaba a mí. Cuando la pasaron a la silla de ruedas, le di un beso en la frente y se fue.



Pasó de tres centímetros de dilatación a ocho y el doctor no llegaba.  A las 7:30, por fin llegó y se fueron de inmediato al quirófano.  Media horas después tenía una sobrina con todo en su lugar. Mi Sis regresó sonriente y feliz.  En cambio, yo tenía el ojito de Remi.



Mi sobrina es el primer nieto.  Yo sé que no quiero tener hijos, pero nunca le pregunté a mi Sis cuál era su postura al respecto, aunque nos reímos mucho al descubrir en el librero de mis papás la “Guía del Abuelo”.  Ella es menor que yo, pero también pasa los 30.  Así que la nietecita llegó cuando mis papás ya estaban resignados a ser sólo tio-abuelos.



Ser tía no es algo que yo hubiera anhelado. Nunca pensé Un día que tenga un sobrino, lo voy a llevar al Chimulco.  Nada tuve que ver en la planeación, gestación o nacimiento.  Ni siquiera le he dado un regalo a mi hermana o a mi sobrina. Pero estuve ahí la primera vez que le dieron chiche. Le sequé el sudor a mi hermana y le daba golpecitos a mi sobrina en las plantas de los pies para que no se durmiera.  Vi que su mamá no sabe hacerla taquito (ni su tia, ni su abuela) porque la chamaca insiste en sacar las manos de tiranosaurio.



El día que salieron del hospital volví a Querétaro.  Aún no salía de Guadalajara y ya extrañaba a mi sobrina.  Aunque no hace mucho más que dormir, comer, cagar e intentar sacar las manos de las cobijas, quiero estar con ella.  Pienso cómo consentirla y malcriarla. En que vamos a jugar a hacer inventos y nos disfrazaremos de zombies. Quiero escribirle un cuento y que las ilustraciones adornen su cuarto.  Que cuando crezca un poco, la dejen venir de vacaciones para llevarla al circo que está en el centro y comer elotes hasta casi vomitar.  Y cuando crezca más, llevarla a Europa.



Mi sobrina me ha vuelto en una chípil maricona.  Hablo más a Guadalajara y pido que me la pongan en Skype.  Ya tengo a mi Maridaje hasta la madre con mis lloriqueos y detalles insignificantes de la chamaca: que los ojos aún no agarran color, que lloró mucho una noche, que la chiche no la llena.  



Nunca pensé que me iba a sentir así.  Así tan feliz.


Phineas y Ferb no es de mi infancia, pero es mi caricatura favorita de todos los tiempos por muchas razones que después diré.  Entre ellas, las canciones que rulean harto.

jueves, 13 de octubre de 2011

CYA

day 28 - a song that makes you feel guilty

CYA es por Cover Your Ass.  Es la práctica universal de andar cuidándose el culito y buscar culpables de nuestras fallas.  ¿Por qué nos es tan difícil aceptar un error?  ¿Por qué en vez de dedicarnos a los que nos toca, andamos viendo quién la riega para exponerlo?

Tenemos, por ejemplo:
  • Gobiernos estatales, federales y municipales que se dedican a echarse la bolita sobre los problemas de los gobernados. 
  • Lugares de trabajo en los que la gente utiliza la descripción de puestos para defenderse (eso a mí no me toca)
  • Maestros que se las dan de muy revolucionarios y se hacen güeyes ante las demandas de los estudiantes.
  • Gente que sólo se dedica a hablar mal de los demás y/o cambia de postura dependiendo del que está en frente.
Actuar guiados por el CYA tiene un montón de contras.  La más significativa es que el problema no se resuelve. Tampoco tenemos la oportunidad de aprender y hacerlo mejor la siguiente vez.

A mí todo eso me da una hueva legendaria. Es como vivir en un loop eterno en el que sólo podemos ver el canal de telenovelas.  Demasiado drama.



No estoy segura que Tropikal Forever sea un gusto 100% culposo.  Pero estoy segura que su vida es muy triste si no los conocen.  Mi preferido: Ando Tieso, el cover de Queen (Under Pressure)

lunes, 26 de septiembre de 2011

300,000 km/segundo

Ni siquiera había tomado mi sagrada cafeína, cuando el viernes por la mañana estaba haciendo corajes y maldiciendo. En CNN en español un par de flacuchas pelos de elote, de esas que contratan para leer noticias, hablaban del “escándalo” en twitter: Einstein estaba equivocado; era posible superar la velocidad de la luz. De sus labios rellenos de silicona salieron frases como “si no podemos confiar en lo que dijo Einstein, el hombre más inteligente que ha existido, ¿en qué vamos a creer?” o “ ¿¡Todo lo que aprendí en la escuela esta mal!?” 

Por fortuna, el tipo que tenía que decir la noticia dijo que los del CERN exponían sus experimentos y resultados a la comunidad científica y que el mismo Einstein estaría feliz de ser refutado. Apenas y escuché las palabras neutrinos y nada supe de los detalles del experimento. Hasta hoy domingo pude investigar sobre el tema. Entonces me encontré que el “Einstein equivocado” era el titular común. Ahora sentí tristeza. Pocas veces hay notas científicas y cuando las hay, las tratan de manera superficial. Como si se tratara de un reality show. Es más importante quemar a un científico que explicar de qué se trata el experimento. 

La ciencia, no se trata de estar bien o estar mal. Se trata de entender lo que pasa a nuestro alrededor. De hacer teorías y comprobarlas. Cito a Carl Sagan en “El Mundo y sus Demonios”: 
Una de las razones del éxito de la ciencia es que tiene un mecanismo incorporado que corrige los errores en su propio seno. Quizá algunos consideren esta caracterización demasiado amplia pero, para mí, cada vez que ejercemos la autocrítica, cada vez que comprobamos nuestras ideas a la luz del mundo exterior, estamos haciendo ciencia. Cuando somos autoindulgentes y acríticos, cuando confundimos las esperanzas con los hechos, caemos en la pseudociencia y la superstición. Cada vez que un estudio científico presenta algunos datos, va acompañado de un margen de error: un recordatorio discreto pero insistente de que ningún conocimiento es completo o perfecto. Es una forma de medir la confianza que tenemos en lo que creemos saber. Si los márgenes de error son pequeños, la precisión de nuestro conocimiento empírico es alta; si son grandes, también lo es la incertidumbre de nuestro conocimiento. Excepto en matemática pura, nada se sabe seguro (aunque, con toda seguridad, mucho es falso). 
A pesar de lo que se piensa, los científicos (o al menos los verdaderos) nunca declaran certezas absolutas:
Los humanos podemos desear la certeza absoluta, aspirar a ella, pretender como hacen los miembros de algunas religiones que la hemos logrado. Pero la historia de la ciencia —sin duda la afirmación de conocimiento accesible a los humanos de mayor éxito— nos enseña que lo máximo que podemos esperar es, a través de una mejora sucesiva de nuestra comprensión, aprendiendo de nuestros errores, tener un enfoque asintótico del universo, pero con la seguridad de que la certeza absoluta siempre se nos escapará. Siempre estaremos sujetos al error. Lo máximo que puede esperar cada generación es reducir un poco el margen de error y aumentar el cuerpo de datos al que se aplica. 
Entonces, ¿por qué periodistas serios tratan con tanta banalidad la nota? ¿Por qué sólo dicen “Einstein bruto” y no explican un poquito de dónde sacó Einstein eso de que no es posible superar la velocidad de la luz? 
Como la ciencia nos conduce a la comprensión de cómo es el mundo y no de cómo desearíamos que fuese, sus descubrimientos pueden no ser inmediatamente comprensibles o satisfactorios en todos los casos. Puede costar un poco de trabajo reestructurar nuestra mente. Parte de la ciencia es muy simple. Cuando se complica suele ser porque el mundo es complicado, o porque nosotros somos complicados. Cuando nos alejamos de ella porque parece demasiado difícil (o porque nos la han enseñado mal) abandonamos la posibilidad de responsabilizarnos de nuestro futuro. Se nos priva de un derecho. Se erosiona la confianza en nosotros mismos.
Pero cuando atravesamos la barrera, cuando los descubrimientos y métodos de la ciencia llegan hasta nosotros, cuando entendemos y ponemos en uso este conocimiento, muchos de nosotros sentimos una satisfacción profunda. A todo el mundo le ocurre eso, pero especialmente a los niños, que nacen con afán de conocimiento, conscientes de que deben vivir en un futuro moldeado por la ciencia, pero a menudo convencidos en su adolescencia de que la ciencia no es para ellos.
En su encuentro con la naturaleza, la ciencia provoca invariablemente reverencia y admiración. El mero hecho de entender algo es una celebración de la unión, la mezcla, aunque sea a escala muy modesta, con la magnificencia del cosmos. Y la construcción acumulativa de conocimiento en todo el mundo a lo largo del tiempo convierte a la ciencia en algo que no está muy lejos de un pensamiento transnacional y transgeneracional. 
Para mí, eso es lo hermoso y emocionante de la ciencia. Les dejo un video explicativo de la Teoría de la Relatividad.  Mi maestro de física lo explicaba aventando el borrador a la pared y hormigas superluzónicas en el Cañón del Colorado, pero este está bastante mejor.  No está de más saber por qué tanto pedo.

martes, 13 de septiembre de 2011

Me gustaría

day 27 - a song that you wish you could play 
Me gustaría no editar, no releer, no retroceder en los párrafos. Me gustaría no quedarme dormida tan temprano. Me gustaría no procrastinar cuando digo que voy a escribir. Me gustaría recuperar la confianza y perder las ansias de perfección. Me gustaría que no fuera tan difícil atreverme. Me gustaría anotar las ideas que tengo, en el momento que las tengo. 
Pareciera que escribir es encontrar. Encontrar las palabras, el tiempo, la energía. Cuando escribir es sólo ponerse frente a una hoja en blanco y vaciar lo que hay en la cabeza. Lo demás debería de sobrar, ¿cierto?
 

jueves, 8 de septiembre de 2011

La hermandad de la uva

El sábado estábamos atorados en el tráfico de Av. Universidad (el pinche gobierno cree que necesitamos fuentesitas y arreglos florales en un río apestoso) por lo que agarré un libro que traía mi Maridaje y me puse a leer. Se llama la Hermandad de la Uva y su autor es John Fante. Bukowski descubrió a Fante, me informó. El domingo por la tarde, terminé el libro.

La novela es una gozada de principio a fin. Me enganchó el lenguaje directo y los personajes estupendamente caracterizados; de esos que te imaginas y sientes que los conoces. Podría pensarse que narrar sobre un padre borracho, una madre ultra-católica y chantajista que lideran a una familia disfuncional es un enorme lugar común. Sin embargo, los personajes son entrañables. Amé a Nick Molise, el octogenario padre; borracho y mujeriego. Salí corriendo a comer comida italiana después de leer sobre ñoquis y berenjenas con queso (y fui estafada con pasta insípida) que cocina María, la madre. Henry Molise (no sé si llamarlo protagonista, porque el padre es el hoyo negro de la novela) se encuentra, sin saber bien cómo, de regreso a la familia de la que huyó al decidir ser escritor. El regreso al nido le da un aire a roadtrip; de esos que conoces algo nuevo o dimensionas diferente las cosas. Sin embargo, Henry Molise no descubre nada nuevo. Su padre sigue siendo un hijo de puta egoísta que quería albañiles y no hijos. A pesar de la edad, los sentimientos o lo vivido, Henry se niega a dormir con él o a soportarlo con una cara más amable. El padre y sus amigos son unos cabrones unidos por el vino y las ganas de cagar gente.

Hay una escena en la que Henry “seduce” a la enfermera de su papá. Llora por sexo y la convence. Cuando la tiene en pelotas, se da cuenta que la enfermera tiene las carnes colgantes: tetas a la cintura y nalgas a medio muslo. Intenta huir, pero no tiene los huevos y terminan cogiendo. La escena, más tragicómica que sexual me sacó de onda. ¿Qué significa? ¿Por qué está justo en ese momento de la novela? No lo sé. Cuando una lectura hace feliz a mis pupilas, no la necesito analizar. Acá una reseña más mejor

En esta sociedad, que busca y engalana sólo a triunfadores, el leer y reflexionar sobre fracasos e hijodeputas me hizo regresar a esta realidad imperfecta que he disfrutado.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Tenis con vestido azul

El vestido de reinita lo tenía seleccionado y probado desde hacía un mes. Los zapatos no eran nuevos pero tenían escasas 10 puestas. Unos tacones plateados y altos. Su corte era bajo, apenas unos milímetros arriba del arco que forman el comienzo de los dedos de los pies. Tenían tan pocas puestas ya que son zapatos de fiesta.

Recuedo que dudé al comprarlos en Liverpool. Mil doscientos pesos por unos zapatos me parecía demasiado. Pero mi mente me saboteó con "para darme mis gustitos me rompo el culo en el trabajo", "Están en oferta", "son del color exacto del vestido", etc. Los compré y bailé y bailé. A pesar de la altura, agarraban bastante bien mis pies y cumplían con su función de levantar las nalgas. Yo confiaba en esos zapatos... hasta ese sábado 20 de agosto de 2011.

Como la boda era fuera de Querétaro, me vestí hasta el hotel. En cuanto me puse los zapatos, supe que algo estaba mal. Me apachurraban el dedo chiquito de más y el tacón estaba como chueco, porque a los pocos pasos casi azoto. Para cuando la misa bodorrial terminó, tenía los huesos de mis pies molidos. Caminaba como espinada y la elegancia de mi vestido y peinado de salón se perdía. Necesito unos zapatos nuevos y unas gorditas, le dije a mi Maridaje. Como el héroe que es, me cargó hasta el coche y partimos a la ciudad de San Juan del Río en la búsqueda de unos zapatos y unas gorditas de guisos.

Mi presupuesto era de doscientos pesos. Con unas sandalias plata me conformaba. Entonces los ví. Unos tenis del color azul de mi vestido. Cómprate esos me dijo mi Maridaje. Usar falda (o vestido) CON tenis es en contra de mi religión le contesté. Pero mi mente decidió sabotear a los plateados: por el mismo precio, cómprate algo que te vas a volver a poner.

Así que salí de la zapatería, con vestido de reinita y tenis de 250 pesos. (Una vez, me compré un traje de baño de 1200 pesos y chanclas de 20 varos)

Bailé toda la noche. Pisoteé a los de junto y brinqué la versión en chinguiza de payaso de rodeo. La fiesta estuvo tan buena, que hay pedazos de la noche que no recuerdo. Mi Maridaje y yo amanecimos en otra habitación y vomité dos veces (la segunda después de nadar). Win total.


Olor a pañal

day 26 - a song that you can play on an instrument

La segunda temporada de Mad Men comienza con Don Draper mostrando los pectorales y bíceps. Un doctor le hace un examen físico; a sus 36 tomar cinco(o más) tragos y fumar dos cajetillas a diario le ha descontrolado la presión arterial. Don se enfrenta con la cruda realidad: el que sea asquerosamente sexy y creativo no le da salud… ni juventud. 

Ah… la juventud, esos años maravillosos en las que forjamos nuestro carácter y aprendemos las habilidades que nos ayudarán a poder pagar quien nos cambie los pañales en la vejez. El camino recomendado para lograrlo es la escuela. Ya saben: seis horas, cinco días a la semana en la que un viejito (a) nos marea con conceptos y dinámicas de equipo. Al final de la carrera (¿a dónde?) estamos convencidos de que estamos listos (¿para qué?) y que el mundo nos necesita. 


(Roger) Don, ¿no es posible que los últimos destetados tengan alguna perspectiva especial?... Alegría, entusiasmo… 
(Don) Si te refieres a si son una versión nueva de nosotros... no lo son. La gente joven no sabe nada. Especialmente, no saben que son jóvenes. 

Yo, como Don Draper tengo 36 y tampoco me gustan los jóvenes. Me vale madre el promedio obtenido o los proyectos “incubadora” que ganaron durante la universidad. Creo firmemente que deben sufrir para que comience a tomarlos en cuenta en el trabajo. Sin embargo, me desagradan mucho más los viejos que se niegan a cambiar. Que dejan de leer y de prepararse. Que se agarran con las uñas a lo que tienen y prefieren perder la mano a perder la silla. 

Algunos capítulos después, los jóvenes arrogantes lograron conseguir una cuenta para Don Draper. Durante la presentación, Don prácticamente se dedicó a mirar. 

Al final, todos seguimos aprendiendo. Lo intentamos y la cagamos (a veces, más de lo segundo). Quizá lo único diferente es que los jóvenes no andan premenopáusicos. 

Aunque aprendí a tocar el órgano (musical), ésta canción me salía rebien en el rockband. También cuenta, ¿no?

 

viernes, 19 de agosto de 2011

Winter is coming

Una vez más, los internets tenían razón: Game of Thrones es LA serie. Al principio, me negaba a verla. No porque dudara de la capacidad de HBO para hacer buenas producciones. O por que siempre me asusto cuando salen pitos mi poderosa pantalla de 32”. Me negaba a verla porque sabía que era fantasía.

Y es que las películas de fantasía me duermen. Pasó con LOTR, Harry Potter y el laberinto del fauno. Babeé tanto la butaca del cine que tuve que pagarles limpieza. Por el bien de mi economía, las evito.

Game of Thrones tiene zombis medievales, enormes lobos y dragones. Hablan de dioses (nuevos y viejos) y maldicen por los siete infiernos. Los personajes son fuertes y atractivos. Y no hablo exclusivamente de la parte física (aunque las putas tienen unas chichotas) sino que la fuerza que transmiten siempre me dejan dudando sobre lo que harán después. Sobre todo el enano, Tyrion Lannister es un misterio (y un encanto) para mí. En general, la línea entre buenos y malos está muy desdibujada. No hay el perfecto o el desgraciado o el idiota. Con cada capítulo, los personajes se van delineando y evolucionan. Los juegos de poder, envidias, lujurias y miedos hacen que la historia sea la gran protagonista.


Cuando terminé de ver la primera temporada quedé tan traumada que me fui a los libros. Convertí para mi kindle los pdf que amablemente @Saberhaagen me proporcionó y veo la serie otra vez conforme avanzo en la lectura. Estoy disfrutando mucho esta segunda vuelta; incluso más que la primera vez. Hay escenas que tienen símbolos y personajes que describe el libro y que sin su lectura, no habría apreciado. Es muy ñoño, pero me emociona saber por qué el castillo es rojo, el nombre de todos los lobos de los niños Stark (y lo que dicen de ellos al llamarlos así) y sobre todo, las motivaciones de los personajes.

échenme una Mano
Por ejemplo, Bran. En la serie sólo sabemos que le gusta trepar paredes. Un niño travieso y consentido. Pero el capítulo del libro en el que Bran describe la libertad y emoción que siente al escalar no tiene madre. O la evolución de Princess Daenerys a Khaleesi. Hay detalles en las escenas de cojedera salvaje entre Khal Drogo y Khaleesi, como las campanitas en el pelo o las estrellas, que en un futuro cercano me provocarán detenciones por faltas a la moral.

Así que tengo que decir ese nefasto dicho que diche achí: “El libro está mejor”.

Aunque no demerito la serie. Entiendo que poner tanto detalle es difícil. Lo importante está contado y la escencia de los personajes bien lograda. George R.R Martin está metido con los HBOs así que grandes momentos nos esperan cuando el invierno llegue.

(en realidad es hasta la primavera cuando empieza la segunda temporada, bua) la descarga de los PDF  acuá

viernes, 5 de agosto de 2011

Payasadas

day 25 - a song that makes you laugh

-Ya déjalas, Luis. Luego no pueden dormir.

Eso decía mamá cuando papá seguía jugando con nosotras a altas horas de la tarde. Mi hermana y yo renegábamos, pedíamos un ratito más.

Crecí cuando durante los treintas de mi papá. Entonces era flaco, dientón, usaba grandes gafas y era muy muy juguetón. Eran juegos más bien bruscos, pero a nosotras nos encantaba. Cuando no nos jalaba de la ropa para detener nuestro paso con un agudísimo ¡no! ¡no te vayas!, nos hacía reír hablando como Cepillín. A mis primos, les encantaba que les diera “shampoo”. Rascaba tan fuerte el cuero cabelludo que los pelos se nos quedaban electrizados y por supuesto, despeinados. Brincaba, corría, hacía magias y espantaba. Todo para hacernos reír.

No respetaba lugar, hora o gente. Recuerdo una vez que casi me ahogo con la comida, cuando en un ataque de risa, mi hermana escupió la suya sobre la mesa. Mamá no sabía si regañarnos o reír. Casi siempre terminaba riendo con nosotros.

Como hacía magias, yo pensaba que era mago de verdad. Recuerdo una noche que se fue la luz en la casa. Nos subimos a la cama de mis papás y, para que no nos aburriéramos o asustáramos, mi papá nos dijo que teníamos que cantar para que regresara la luz. ¡que venga la luz! ¡que venga la luz! Cantábamos los cuatro a diferentes ritmos. Alguien tenía que comenzar a contar y, al llegar al tres la luz iba a volver. Por supuesto, no llegó las primeras veces. Pero en cuanto mi papa dijo ¡tres! Los focos se encendieron y la tele comenzó a sonar. Mi hermana y yo abrimos los ojos y la boca bien grandes… ¡magia!

Como a papá se le dan mucho las payasadas, desde mi cumpleaños número uno fue el payaso de mi fiesta. Entones, mis primos y demás gorrones lo comenzaron a pedirlo para las suyas. Lo bueno es que íbamos a muchas fiestas. Lo malo es que hay niños que le pegan a los payasos y como yo sabía quién era el payaso, le pegaba a los niños.

No tuve fiesta de 15 años. Pero sí fiesta de 14 años. En las fotos de esa fiesta salgo espantosa: los dientotes llenos de frenos, flaquísima y el copete parado a fuerza de superpunk y crepé. Pero veo a mi papá con la misma emoción que en las demás fotos de cumpleaños.

Esa foto la subió un familiar a facebook. No me acuerdo de quien es el cumpleaños, pero me dio un chingo de gusto que no sólo yo me acuerdo con cariño de esas fiestas.

Esta canción me divertía mucho de chiquita, cuando mi papá ponía los cassettes en el coche.  Supongo que no es muy de niñas, pero me encantaba el ritmo y las palabras (nota mental: usar más la palabra "endina")


PD. Los gorrones también fue un hit en mi infancia. Acá el Chava Flores con el Loco Valdés y Mauricio Garcés, de las cosas que no hubiera visto sin you tube, snif

martes, 2 de agosto de 2011

BlogTestamento

day 24 - a song that you want to play at your funeral

Supongamos que mañana me muero. Pero mi muerte está muy lejos de ser una muerte corriente. Aquel trágico día, mis perros amanecieron oliendo algo en el patio. No era mi muerte, sino un tupper con carne y entes vivientes. Después de gritar ¿Quién dejó esta chingadera afuera? Me puse los guantes y tomé el tupper. Aunque el olor a wacala podrida era muy fuerte, no estaba dispuesta a perder mi colección de tuppers con tapita de microondas. Por eso, pasé a los entes vivientes a un bote de yogurt yoplait. En eso, escuché al camión de la basura. Salí corriendo con el tupper frente a mí. Un gnomo de jardín me metió la cabeza entre los pies y salí volando por el jardín. No me morí, ¿Quién se muere de una caída? Claro que cuando el bote de yogurt yoplait se vació, me quería morir. Grité ¿Quién chingados dejó este gnomo del jardín en el jardín? Apenas son las 9 y ya me llené de mierda, es mejor que me quede en casa pensé. Y lo hice así. Después de reportarme enferma (de la vida) en mi trabajo, me dediqué a procrastinar en la red. Fue entonces que pasó lo imposible: me explotó el monitor (no compren cosas chinas). Corrí (más bien, manejé) al hospital y justó antes de dejar el coche en urgencias, explotó el hospital. Sobreviví pero mi condición era lamentable. Estaba sucia, con la cara llena de sangre y el hombro dislocado. Mis pasos eran un poco arrastrados ya que había estado tomando vino. Un loco pensó que era zombi y me mató a hachazos.

Por eso, mi extraña y lamentable muerte me hizo instantáneamente famosa. El mundo descubre mi blog y las siguientes personas se hacen asquerosamente millonarias:
  • Ficción y cuentos publicados en cualquier blog. Para Ricardo Ortega, mi editor, regañador ortográfico y las diéresis de mis “u”s.
  • No le cuentes a mi madre y los blogs relacionados con los viajes son propiedad de Héctor Zape, de los pocos locos que saben lo que es viajar.
  • Los posts sobre computencias, la vida online y demás ñoñadas son para Ángel el Ornitorrinco. Que los sufre y valora igual que yo.
  • Este reto de las canciones se los queda Beto, quien ha sabido tener paciencia ante la infrecuencia de las entregas y me siguió la corriente, snig
  • Chilangelina se queda con lo que escribí para Recolectivo.
  • Todo lo demás lo se lo queda la asociación de perros donde recogí a Gaspachito.
Y nada de pleititos por la herencia porque regreso a jalarles las patas mientras se bañan.

Me gusta la idea de gastarme con elegancia.  Porque que porquería es vivir "ahí nomás"

miércoles, 27 de julio de 2011

Solteros vs Casados

day 23 - a song that you want to play at your wedding

Una de las desgracias de ver únicamente un capítulo (o pocos) de Sex & The City es pensar que sólo se trata de solteronas malcogidas (o sobrecogidas). Viejas locas que capítulo a capítulo intentan declarar la supremacía de la mujer independiente sobre las casadas y aburridas. O ¡peor! sobre los hombres, el nuevo sexo débil.

Aunque la verdad, esa no es la verdadera desgracia. La desgracia es que las mujeres nos creamos ese papel. Que actuemos siguiendo ese modelo, callando nuestros sentimientos o negándonos ser valientes ante un nuevo rol. ¿Por qué reaccionamos así? Alguna vez, yo lo hice por dolor. Protegía mi orgullo y de paso el corazón. También lo hice por contreras. El final perfecto, desde cuentos infantiles hasta películas (pasando por lelonovelas) termina en boda. “Y vivieron felices para siempre” Somos muchos los ejemplos de que las cosas no son así.

La boda es sólo un evento al que la mercadotecnia, sociedad y Hollywood se han encargado de darle un brillo falso y corriente. Por meses, todos esperamos la boda de Romualcita y Gertuliano. Vamos a Liverpool y les compramos el Xbox que pusieron en la mesa de regalos (¿Qué pedo con la gente, por cierto?). Buscamos ropa elegante y preparamos los colmillos para la tijereteada. En la fiesta, cubrimos el vestido (¡carísimo!) con botargas para bailar como Timbiriche. Nos aprovechamos del chupe gratis y terminamos teniendo drunk-sex. Brillo falso y corriente, insisto.

Aunque estoy amancebada, yo me considero casada. Sin darme cuenta, un día me convertí en esa señora que regaña al marido por no llamar. En pensar en la comida de todos los días. En las vacaciones de semana santa. En resumen: a pensar en plural. Cuando me cayó el veinte me asusté y tuve una crisis matrimonial. Pensé que era injusto echar mi soltería por el caño. ¡Tanto aprender a disfrutar mi soledad para ahora mandar todo a la chingada! No era justo.

Tuve que bajarle dos rayitas a mi drama para darme cuenta que no pasaba nada. Que en realidad me gusta ser mandilona y estar en ESTA relación. Que es importante y por eso, debo actuar en consecuencia. Y suena a cliché pero es cierto: sólo cuando aprendí a estar sola, aprecio más estar acompañada. Sé que estoy acompañada porque quiero, no porque lo necesito.

Con la sabiduría que me han dado los madrazos que me he puesto en la vida, les digo: ninguno de los dos estados (soltero / casado) es el perfecto e ideal. En ambos hay problemas y cosas divertidas. Momentos que nunca vivirás estando del “otro lado”. Así es de emocionante y a la vez injusto.

Vuelvo a Sex & The City. Hay un capítulo en el que Miranda que lleva un tiempo arrejuntada con Steve, dice que tienen sexo “normal”. Se conocen bien, saben cómo llegar al orgasmo y no hay mayor emoción. Por otro lado, Samantha (supongo) habla de haber cogido con 2 enormes penes (y sus hombres), en un elevador y embarrándose comida. Ok, no era eso pero algo así. La reflexión es: cuando te toca coger con amor, disfrútalo. Cuando te toca coger con 2 enormes penes (y sus hombres) disfrútalo también.

Esta versión de Muse a la setenterísima Can't take my eyes off you sonará fuertísimo el día que me vuelva a casar, si no, me divorcio al día siguiente.

jueves, 21 de julio de 2011

El Ánimo y felicidad computita

day 22 - a song that you listen to when you’re happy

Existe un individuo en Querétaro al que todo mundo le llama “El Ánimo”. Suele rondar por las tardes y sobre todo en el centro, cuando los queretanitos salimos a culturosear los fines de semana. Trae una cartulina con las palabras ¡Animo Querétaro! ¡Ánimo gente bonita! que levanta mientras da tremendos y muy sonoros chiflidos y gritos más o menos así: FIFIFI – ¡ÁNIMOOO! El Ánimo anda en sus cincuentas, es delgado y camina muy rápido. Sonríe y saluda sin esperar lo mismo. Hay gente que se detiene al verlo, contesta los chiflidos, se toma fotos con él y grita ¡Ánimo! El otro día lo vi por cinco de mayo en su ánimo-móvil amarillo. Por supuesto, el coche también tiene pintado con negro la palabra ¡Ánimo!

La primera vez que lo vi me sentí incómoda. ¿Se supone que tengo que gritar? Y por supuesto que pensé ¿está loco el tipo o qué pedo? Al final, ¿qué chingados me importa si está loco? Como muchas cosas, el sentirme así tiene más que ver conmigo que con los demás.

Mi personalidad no es dramática (aunque he hecho mis telenovelas) no me considero del club de los optimistas. Si no estoy en confianza, soy más bien reservada y no tiendo a mostrar mis emociones efusivamente. Ya saben, esa gente que sobre-abraza o sobre-sonríe a la menor provocación. Que saludan con entusiasmo digno de un perrito french poodle.

Tendemos a asociar la felicidad a momentos específicos. Desde los clásicos y propuestos por Kodak hasta los muy personales y orgásmicos. Así que el día “normal” queda rebajado a una chingadera. Hubo un tiempo que hice demasiado esa comparación. “Soy feliz, estoy a gusto, pero no como aquel día que (…)”

La felicidad incomoda. Me sentía rara con la felicidad excesiva y compartida del Ánimo y me deprimía mi propia felicidad pasada. Ambos, repito, son pedos míos.

Este post lo tengo en mi cabeza desde hace 2 días, pero no lo había escrito. Me despierto a las 7 con los gritos de Gazpacho. Trabajo todo el día y salgo como a las 8pm. Entre lo que saco a los perros, hago ejercicio y lavo los trastes y leo en internetz me dan las 10. Ceno y estoy tan cansada de hacer lo de siempre que no puedo oprimir una tecla para escribir.

Pero al escribirlo recordé que hoy, durante una reunión evangelizadora (de agile development, no se asusten) me di cuenta que hay un nuevo adepto a la causa. Prontamente, los agile computitums seremos más famosos que los Beatles.



Pd. Investigué más del Ánimo y no está loco y no siempre ha sido un tipo feliz. Una buena entrevista acá por el Champi. Y resulta que por gritar a favor del PRI lo metieron al tambo. El chisme acá. Y un video del señor gritando para los no queretanos acá.



Cuando en las noches / madrugada me siento feliz (algunas veces por efectos del alcohol) manejo por Bernardo Quintana escuchando música a todo volumen y berreando las letras.  Reptilia nunca falta




I said please don't slow me down
If I'm going too fast

You're in a strange part of our town
Yeah, the night's not over
You're not trying hard enough
Out lives are changing lanes
You ran me off the road