viernes, 7 de junio de 2013

Hércules: Cerveza, historia y tragadera

Hace unos días fui a una cata de cerveza Hércules.


Los queretanos utilizamos Hércules y la Cañada para referirnos al mismo lugar. Supongo que es debido a que tanto el pueblo prehispánico de la Cañada y la Fábrica de Textiles Hércules tuvieran una gran importancia en sus respectivas épocas. La Cañada fue hogar de Conín, el otomí más famoso de Querétaro. La estatua que está en una de las entradas de la ciudad —cuando se llega desde el DF— representa a Conín.  Los queretanos levantaron semejante mole para recordar que era el Señor del lugar, y que después de la batalla contra los conquistadores, se convirtió al catolicismo y firmó la paz con tierras y más indios para convertir. Todo por un Gandalf el Blanco que bajó del cielo en plena batalla del Sangremal. Conín fue bautizado como Fernando de Tapia y siguió siendo Señor de la Cañada, uno de los bastiones económicos de la región debido en parte a los ríos y pozos de agua que hay por ahí.  Los españoles decidieron construir su ciudad a 7 km de la Cañada, a pesar de que ahí no había agua.  Eso ocasionó que se tuviera que construir un acueducto, cuya tradición oral involucra un romance prohibido y mañoso que ya narré acá.  La descendencia de Conín siguió impulsando la actividad económica construyendo un molino de trigo que aprovechaba el caudal del río.  Fue hasta el siglo XVIII cuando Cayetano Rubio construyó la fábrica Textil Hércules, que aún sigue de pie. Gracias a la fábrica, la zona tuvo mejores vías de comunicación con «la capital» y daba trabajo a mucha gente. A principios del siglo pasado y con toda la revolución social, los trabajadores de la fábrica Hércules tuvieron su huelga «a la Cananea» y crearon su sindicato y demás cosas comunistas.


 hercule


Sobre toda esta historia ahora se instala la Cervecería Hércules, protagonista de esta historia.  Lo que antes eran máquinas de textiles ahora son nombres de cervezas: Jenny la Mula y la Spinning Jenny. Les pego lo que escribió mi supersommelier Miritha Porter de las cervezas en el sitio oficial de Mujeres Catadoras de Cerveza:




 «Jenny la Mula fue una hiladora del siglo XVIII. La primera innovación técnica importante del momento y que le dio paso a la época de le Revolución Industrial. Es una cerveza American Pale Ale con sabor amargo y un olor frutal de cuerpo medio. Color Ámbar.


Spinning Jenny es una English Pale Ale. Una cerveza encuadrada en la tradición Británica donde el lúpulo soporta y equilibra el sabor de la malta. De color cobrizo, con una espuma pálida, olor a caramelo y cuerpo ligero. Delicada, en voz de sus autores, es una cerveza que no regaña cuando la tomas. Su nombre también proviene del ambiente textilero. Spinning Jenny fue una máquina que también servía para producir hilo, pero de manera manual.


Otras dos cervezas, la Strong Ambar Ale y una American Blonde Ale completan la colección de Hércules.»



La cervecería está ahí, en Hércules. No sólo lleva ese nombre. También es preciso decir que la cerveza consumida fue donada por los maestros cerveceros.


La cata de cervezas fue acompañada de comida.  El restaurante 5DMayo nos ofreció 3 tiempos para el maridaje.  Pero antes de hablar de la comida tengo que hablar del grupo de Mujeres Catadoras de Cerveza.  No somos un grupo de amigas que nos conozcamos desde antes. En realidad somos una bola de desconocidas que tenemos algo en común: adoramos la cerveza y queremos aprender todo sobre ella; desde su elaboración, sus ingredientes, hasta sus creadores.  Además nos gusta dejarnos consentir y para eso nos olvidamos de maridos, hijos y demás responsabilidades durante al menos unas tres horas. Algunas iban en pares, pero nos sentamos mezcladitas para conocernos más. Así nos enteramos que había dentistas, fotógrafas, maestras, chef pâtissier, empresarias...


Como ya dije, la cata fue dirigida por Miritha Porter quien, además de darnos un papelito guía, nos explicaba los conceptos y nos ayudaba a distinguir el sabor de la malta o del lúpulo.  A apreciar el aroma y la transparencia (o no) de la cerveza.  Los alimentos también eran preparados y explicados por el chef Albert Muñoz, quien además de decirnos la inspiración de los platillos, los ingredientes y hasta de su pasión por cocinar en 5DMayo. El restaurante tiene las paredes de color rosa mexicano (el Chef bromeó diciendo que lo pintaron para nosotras) y sólo dos salones en el que cada grupo de comensales disfruta sus alimentos en completa privacidad.  Todo esto hizo que flotáramos en una atmósfera de confianza e intimidad.


Entre cata y cata, hablamos de comercio sustentable, de nuestros lugares favoritos de Querétaro, de nuestros hobbies y pasiones, de las cervezas que hemos probado. Algunas hemos probado más cervezas artesanales y explicábamos que nos gusta más cierto estilo y porqué. El tema de los maridos salió hasta que mencionamos lo envidiosos que estaban porque no podían asistir.  Más de uno había propuesto hasta disfrazarse de mujer.  Pretextos, pfff.


Cata 5DMayo


Mi Maridaje y yo hemos ido a Hércules en bicicleta.  Desde nuestra casa hicimos como media hora por todo el río Querétaro, la única avenida que cuenta con una ciclovía decente en la ciudad.  Ahí comimos elotes y bromeamos con el señor de las nieves de garrafa que está fuera de la iglesia. Descansamos en un parque público.  Nos lamentamos al no alcanzar los tacos de canasta de dos pesos (sí, dos pesos, o ¿eran tres?) y nos conformamos con los antojitos que nos ofrecieron en una cantina.  Tomé fotos y caminamos por las calles empedradas.  En otras ocasiones hemos ido en coche para llevar a los perritos.


Para mí, Hércules es un lugar de historia, sabores y tradición.




Disclaimer y recaditos:



  1. Los datos históricos de este post no deben ser usados para la tarea de la escuela. No soy historiadora, sólo recolectora de chismes.

  2. Viejas: busque al grupo de Mujeres Catadoras de Cerveza de su localidad.  Y si no hay, organicen uno. Éste es su feis y su blog.

  3. Gracias otra vez a los señores detrás de Cerveza Hércules y de 5DMayo por consentirnos tanto.  Y a Miritha Porter por su entusiasmo y contagiosa adicción a las cervezas artesanales.