viernes, 3 de mayo de 2013

Rasputina, mi nueva computita :)

Una de las ventajas de trabajar en un lugar lleno de computitos obsesionados por tener el último foquito de la tecnología es que me entero de primera mano cuál es ese último foquito. Otra ventaja son los correos homoeróticos, pero eso es otra historia. 

La cuestión es que por 35 dólares (más gastos de envío) tengo la oportunidad de montar mi propio NAS, montar un sistema de vigilancia, un media center, un cliente de torrents o simplemente aprender Python, el lenguaje de programación que vuelve a hacer excitante esto de la programada. Por eso me compré mi Raspberry Pi bautizada como Rasputina. 


Valerie (en coma), Asustaniana y Rasputina. 

Lo que en realidad me ganó es que conectas la tarjetita a la tele, le metes su SD y listo, tienes una computita. Me recordó a mi Commodore 64, snif. Todo con Open Source y una gran comunidad online (y en mi caso, onsite) dispuesta a ayudarme. Creo que ya es justo y necesario que en mi casa haya una Debian. 

Quiero darles una a mis papás para que tengan un media center. Mi papá siempre fue fanático de la tecnología y aunque su etapa como pecero (de PC) fue dolorosa para todos, ahora no va a ningún lado de su iPad. Por eso espero que controlando la Raspberry con el iPad vean Downton Abbey, the Following y mi última obsesión: Last Tango in Halifax. 

Sé que muchos mortales han entendido un carajo de lo anterior. Pensando en ustedes escribí en No le cuentes a mi madre sobre aquella vez que fui a Puebla y no podía salir de la ciudad.