jueves, 31 de mayo de 2012

Me acuerdo

Me acuerdo que una vez, mientras mi mamá lavaba la ropa a mano, le dije que ella era perfecta.  Mamá no dejó de tallar y me dijo: nadie es perfecto, sólo dios.

Me acuerdo que en la primaria de monjas mentía al volver de vacaciones de semana santa.  "Claro que fuimos a misa el viernes santo, Madre"

Me acuerdo que en primero o segundo de primaria, una niña me quería copiar en un examen de inglés.  Antes del examen, me amenazó si no le pasaba las respuestas.  No se las pasé y le dije a la maestra que me quería copiar.  Nos llevaron a la dirección y llamaron a nuestras mamás. Al final me rajé y dije que no era cierto, que no me quería copiar.  No me acuerdo porqué lo hice.

Me acuerdo que una vez mi papá se olvidó de nosotras y nos dejó en la escuela hasta que ya no había niñas.  Estaba asustada.

Me acuerdo cuando tenía hipo en la fila de revisión de tareas.  Era un hipo de esos que hacen que una pequeña niña salte.  La maestra, me dijo que había reprobado el examen.  Entonces me puse a llorar.  Lloré hasta que me dolió la garganta y estaba tan atolondrada que no entendía que la maestra me decía.  Cuando logró calmarme, me dijo que era mentira, que lo había dicho para asustarme y quitarme el hipo.

Me acuerdo la primera vez que salí en el cuadro de honor.  La foto a blanco y negro enseñaba mi enorme frente, flamante por el pelo relamido hacia atrás. También me acuerdo que no entendía mucho por qué.

Me acuerdo cuando fue el temblor.  Un señor se abrazó al semáforo y mi hermana lloró.  Al día siguiente, con la réplica de la noche, la vecina salió gritando el nombre de su marido.

Me acuerdo cuando lloré porque no saqué diploma en sexto de primaria.  Mi hermana se reía de mí. A carcajadas y descarada.

Me acuerdo la primera vez que viajé en avión.  Tenía 9 años e iba con mi mamá y mi hermana de México a Guadalajara.  El avión comenzó a brincar en el aire y mi hermana vomitó sobre mi mamá. El pilotó avisó que volvíamos a México. Había un par de señoras llorando.  Cuando nos bajaron, vimos que Yuri iba en el avión y nos acercamos a saludarla.  Nos preguntó dónde estudiábamos y resulto que ella había estudiado en nuestra escuela.  Hasta nos mandó saludar a una Madre.

Me acuerdo que una noche me levanté y escuché a mis papás pelear.  Esa noche, él durmió en el sofá.  Al día siguiente, fui a la capilla de la escuela a pedirle a diosito que no se divorciaran.

viernes, 11 de mayo de 2012

Cuando el horno se empieza a quedar sin gas


El temor de quedar panzona a mis -casi- 37, es el mismo que tenía cuando era morra.  Antes, por lo que me faltaba por vivir, por la cochina sociedad, porque no era tiempo.  Ahora, por egoísmo.  Me gusta mi vida como está y no quiero cambiarla.  Tener un hijo es un gran cambio y compromiso.
 
Y no es que nunca haya querido tener hijos. De chiquilla, también jugaba a las mamás y más vieja, pensaba qué tipo de trabajo tener para poder atenderlos.  Pero las decisiones que tomé hicieron aplazarlo, al menos en un principio.  Después, decidí que no iba a embarazarme sólo porque el tiempo se terminaba.  Si no quise a los 26 y tampoco a los 28 y menos a los treinta y tantos, ni modo.

Pero cuando ya se te está quedando el horno sin gas, la gente empieza a joder.  Mi familia no.  Pero sí la gente.  Sobre todo cuando tienes una pareja estable.  Porque ya saben, es lo que sigue.  Se sacan de onda cuando les decimos que no queremos.  Entonces nos alertan sobre el “reloj biológico”.  Cómo si no supiera qué pedo con eso, con tanto tiempo cuidándome de quedar panzona.

La verdad, ahora tomo sus interesados comentarios con paciencia.  Él único que me hizo emputar fue mi ex ginecólogo.  Cuando le informé que no deseaba ceder a mis instintos primigenios de sacar chamacos por la vagina, me preguntó si mi pareja estaba de acuerdo. ¿Desde cuándo eso les importa a los ginecólogos? Yo sólo fui por un Papanicolaou.

Pero si de reacciones se trata, mi suegra es la que se lleva las palmas.  Lo reflexionó unos segundos y le dijo a mi viejo: Yo tampoco hubiera tenido hijos.  (Mi Maridaje es el último de ocho).

A veces, me pregunto en qué les afecta.  Si como dice Alaska, “mi circunstancia les insulta”.  Bah, tampoco creo que sea eso.  Yo culpo a las novelas de televisa y a tv azteca.

Hace unos meses que soy tía.  He visto y sentido cómo la escuincla trajo alegría y amor a mi familia.  Yo la adoro y me encanta ver a mi hermana en su papel de madre.  No dudo ni un momento la enorme felicidad que las amorosas madres pregonan.  Sin embargo, sigo sosteniendo que no es el único camino de ser feliz.