sábado, 28 de marzo de 2009

Cervezas y Lechugas: Munich y Stuttgart

Superada la emoción del Oktoberfest y tras haber sentido la injusticia de los campos de concentración, aún me faltaba por conocer Múnich. Afuera de mi hostal (el mejor hostal del mundo) había unos chavos que todos los días promocionaban un tour gratis por la ciudad. Más que nada lo hacen por propinas, dependiendo si te gusta o no el show. Sin embargo, están muy bien organizados y algo de teatralidad han de tener, porque son muy amenos.

[caption id="attachment_566" align="aligncenter" width="300" caption="Casi llegando al centro"]Casi llegando al centro[/caption]

El centro de Múnich es muy bonito. Sin embargo, casi nada es original, ya que los bombazos de la segunda guerra mundial destrozaron el 60% de la ciudad. Sin embargo, las reconstrucciones las hicieron igualitas a la original.

[caption id="attachment_571" align="alignleft" width="197" caption="Edificio gótico con teatrito"]Edificio gótico con teatrito[/caption]

El tour comenzó en una placita llamada Marienplatz, en donde hay un edificio enorme y gótico (de las pocas cosas que sobrevivieron la 2da. Guerra). El atractivo de ese edificio son las campanadas del reloj, justo a las 11 am. Éstas se oyen durante 15 minutos mas o menos, mientras en sus torre central hay unos monitos que cuentan una historia de dos asesinatos: un matrimonio y de un torneo de lanza. Suena más interesante de lo que es.

La historia de Múnich esta muy ligada a la cerveza. Resulta que hace muchos muchos años (poco más de 500), incluso cuando la ciudad no era parte del imperio germánico, se bebía vino. Sin embargo, resultaba muy caro fabricarlo e importarlo, por lo que los monjes (de ahí el nombre de München = monje) comenzaron a hacer cerveza y establecieron unos estándares para su fabricación. Así pues, los monjes abrieron varias cervecerías, como la Hofbräu o la Augustiner.

Obviamente, al ser monjes deberían de tener cierto recato, por lo que la iglesia les permitió tomar hasta 5 litros de cerveza... al día.  Excelente trato, así hasta yo me hacía monje.

En Múnich ha habido 2 revoluciones, originadas por tan generosa bebida. Una vez se quemó el teatro de la ópera y el gobierno, para reconstruirlo, gravó la cerveza. Los münchenenses estuvieron de acuerdo, el que fueran alegres borrachos no los hacía incultos y ajenos a los gritos operísticos. Una vez construido el teatro, el gobierno se quiso seguir embolsándose el dinero, y la gente no se dejo. Cuando la revuelta terminó, la cerveza había recuperado su precio original.

[caption id="attachment_569" align="aligncenter" width="300" caption="Taberna Augustiner Bräu"]Taberna Augustiner Bräu[/caption]

La segunda revuelta aconteció en los noventas del siglo pasado, producto de una ley que intentaba reducir el horario de las tabernas. La manifestación convocó a tanta gente, que la ley se echó atrás.

El símbolo de München es un niño-monje con una cerveza. Ok, no es una cerveza, es un libro, pero tengo el presentimiento que el tarro está disfrazado.

[caption id="attachment_568" align="alignright" width="300" caption="Catedral que hizo enojar al diablo"]Catedral que hizo enojar al diablo[/caption]

Las reconstrucciones les quedaron muy bien, hay iglesias preciosas, con leyendas y personajes incluidos. La catedral Frauenkirche (nuestra señora) tiene una pisada que dice la leyenda que es del mismísimo diablo, al verse engañado porque no se dio cuenta que el templo SI tenia ventanas, se enojó y dejó su pisada. Años después, un tal Ratzinger fue el mero mero de la catedral… (¿Coincidencias?).

Fue en Múnich donde Lutero comenzó con su Reforma, por lo que las iglesias católicas están llenas de simbolismos contra los herejes protestantes.  Junto a la catedral, hay una plaza con un mercado muy tradicional, en la que venden verduras, salchichas y por supuesto, cerveza.

Recientemente, las ciudades europeas traen la moda de tener diferentes estatuas de animales. En Berlín son los osos, en Múnich son los leones con chicas guapísimas encima.

[caption id="attachment_567" align="aligncenter" width="300" caption="León con guapa chica"]León con guapa chica[/caption]

Ese era mi último día en München, así que me alimenté de salchichas, pretzels y ensalada de col y papas. Todo esto en las cervecerías Hofbräuhaus -la mas turística- y la Augustiner Bräu a la que los Münchener (munichenses pues) van.

Stuttgart pueblito
Por la noche, casi se me va el tren, pero alcancé a llegar a la estación de la que no quería salir a mi llegada, para estar de vuelta en Stuttgart y tomar el avión de vuelta a Madrid. A las 4:30 am ya estaba en Stuttgart. No dormí muy bien, con el pendiente de que me fuera a pasar de ciudad. A las 5 abrieron el área comercial y me acomode en una banca del McDonald’s a escribir.

Se me acercó un indigente medio loco que quería que le diera 20E y un alemancito lo asustó. Supongo que vio mi cara de espanto. Después se puso a platicar conmigo en español con acento andaluz. Le conté que hacía en España y el me contó que ya quiere largarse de ese "pueblucho", como el se refirió a Stuttgart. El alemancito había perdido su autobús a Italia y no sabía que hacer. Me acompaño como hasta las 7:30 y a las 8 me salí con una megacruda de cansancio a ver la ciudad.

[caption id="attachment_573" align="aligncenter" width="300" caption="Schlossplatz"]Schlossplatz[/caption]

El centro estaba cerca de la estación y no me fue difícil dar con la plaza principal: Schlossplatz. Sus edificios están muy bonitos: el barroco, el neoclásico y el moderno juntos que alojan museos y el ayuntamiento. Aunque ya eran las 9am, todo estaba cerrado –si es un pueblo-. Hacía bastante frío, por lo que decidí caminar un poco más, hasta encontrarme un lago con patitos y unas iglesias muy bonitas.

Estaba tan cansada que en vez de gastarme el dinero en entrar al museo, me lo gaste en un latté de Starbucks. Odio el Starbucks, pero ese día fue mi salvación. El calorcito y las sillas cómodas me hicieron dormir un poco.

[caption id="attachment_574" align="alignleft" width="197" caption="Mercadito"]Mercadito[/caption]

Di con un mercado que era una explosión de olor y color. Muy tradicional, prácticamente todo era recién cosechado por los mismos que te la vendían. Fue increíble oler las mil clases de lechugas, elotes, calabazas, zanahorias, huevos de rancho, mil tipos de flores y plantas. Me sentía como Grenouille en la novela de "el perfume". Quería comprar todo y hacer una megaensalada, pero no puedo meter comida a España. Me tuve que conformar con un elote de adorno y lavanda seca. A las 12 me dirigí al aeropuerto para tomar mi vuelo Amsterdam-Madrid, que se convirtió en Lyon-Madrid gracias a que el clima en Holanda estaba fatal.

Madrid – Amsterdam – Stuttgart – Múnich - Stuttgart – Lyon- Madrid. Ese fue mi loco itinerario en aquel otoño del 2005. Todos mis viajes han sido especiales, sin embargo, algo tiene Alemania que siempre me hace regresar con una gran sonrisa, habiendo conocido un poco más de mí, o tocado alguna fibra importante. Tal vez es su deliciosa cerveza, yo que sé.

sábado, 21 de marzo de 2009

Puebleando en el DF – El centro de Tlalpan

Para Reyna



Para nosotros los "provincianos", la palabra Distrito Federal es sinónimo de tráfico, gente histérica, contaminación, policías corruptos y tortas de tamal. Esto cuando estamos de buen humor. Sin embargo, decidí visitarla con la intención de relajarme y perder el estrés que había acumulado en la semana. La capital tiene mucho que ofrecer, ¿pero relax?

Seis horas después de haber descendido del autobús en la Central del Norte, llegué a la penúltima estación del metrobús: La Joya. En realidad, hice una escala en el Museo de Antropología donde por 51 pesitos presencié una exposición guiada que me hubiera costado miles de euros (por el pasaje a Rusia): Los zares. (Los domingos es gratis y se acaba en marzo-2009). Una ganga. Y con el plus que está en español, ya que mi ruso está un poco oxidado.

[caption id="attachment_510" align="aligncenter" width="300" caption="Museo de Antropología"]Museo de Antropología[/caption]

Muerta de hambre y sed, tomé el metrobús rumbo al sur. Cuando llegué con mi amiga Reyna, supo que mis necesidades básicas (hambre y sed) debían ser saciadas. Por eso es que caminamos como 30 minutos al centro de Tlalpan. Tal vez fueron menos, pero yo agonizaba.

Nuestro oasis, nuestra meca, nuestra salvación era, obviamente, una cantina: La Jalisciense.

[caption id="attachment_513" align="alignleft" width="150" caption="La Jaliscience"]La Jaliscience[/caption]

Esta cantina tiene muchísima historia, gracias a su avanzada edad de 130 años. Dicen que es la más vieja que se conserva en Latinoamérica. Los que planearon el centro de Tlalpan fueron unos malditos genios. A la izquierda de la cantina esta una farmacia –para curarte- y después una iglesia –para arrepentirte- y justo en frente, el palacio municipal –a casarte o poner tus cachivaches a nombre de otro-. Esto depende de que tanto te hayas divertido en la Jalisciense.

Desafortunadamente, esa genialidad desapareció tiempo después , ya que por ley, no puede haber una cantina cerca de una iglesia o de un palacio municipal.

[caption id="attachment_511" align="alignright" width="150" caption="Torta de jamón"]Torta de jamón[/caption]

Pero yo iba a alimentarme. Primero una León para que se fuera acostumbrando el estómago a recibir alimento. Después me reencontré con un amor de mi juventud: el jamón de puerco, ¡oh dulce manjar!. En forma de una torta con queso fui feliz. Por su puesto, una excelente compañía con su respectiva plática me comencé a relajar.

[caption id="attachment_512" align="alignleft" width="150" caption="Don Armando"]Don Armando[/caption]

La Jalisciense es una cantina tradicional y auténtica. Quien sólo ha ido a una franquicia de esas que disque remedian algo, ha vivido en el error. Reyna quien es de mis mejores amigas, tiene la excelente costumbre de tomar alcohol, por lo que es reconocida y famosa en el lugar. Don Fernando Fernandez (el dueño) nos platica y nos presume un sombrero muy peculiar. Y por supuesto, no puede faltar el cantante, Don Armando que nos dedicó algunos boleros a nuestra salud.

El centro de Tlalpan conserva ese aire que tienen los pueblitos: trasparente. Sin embargo y contrarrestando a lo caótico de la ciudad, es muy tranquilo. Su plaza tiene un quiosco, un elotero, un loco que mendiga, los tamales de la esquina –con champurrado y en torta-, la panadería, el mercado, los restaurantitos con terraza, las elecciones perredistas, los borrachines miados y tirados, el viejito que usa traje, los novios que se manosean, las flores en las esquinas.

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Sus calles son angostas, empedradas y pintorescas.  Las casas tienen mil colores y hay muchos árboles.  Lo más increíble es que huele a campo.  Y por la noche, la ciudad se escapa de ahí.

[caption id="attachment_525" align="aligncenter" width="150" caption="Atrás, el DF"]Atrás, el DF[/caption]

martes, 10 de marzo de 2009

Todo comenzó ahi. Dachau

Terminada la cruda emoción del Oktoberfest, decidí conocer Munich. Sin embargo, se me atravesó un tour al campo de concentración de Dachau. Es de esos tours a pata y, aunque estaba un poco caro (15E) me arriesgué.

El día estaba gris, con un ligero chipi chipi y el ambiente festivo había disminuido. Dachau es un pueblito que esta como a 20 minutos de Munich y tiene un lugar en la historia porque fue ahí donde Hitler puso el primer campo de concentración. En Munich, Hitler comenzó a adquirir poder, bajo el pretexto de la muerte de 16 nazis anuló los derechos civiles y comenzó su autoritarismo absoluto. Así que la gente que no estaba de acuerdo con las ideas de Hitler fueron perseguidas y enviadas a este primer campo de concentración.

[caption id="attachment_430" align="aligncenter" width="240" caption="Arbeit macht Frei - El trabajo nos hará libres"]Arbeit macht Frei [/caption]

Siempre relacionamos estos lugares con el holocausto judío, sin embargo, este comenzó como cárcel de trabajo para las personas no gratas para el nazismo. Principalmente gente que pensaba. Ahí se les obligaba a trabajar esclavizados y muertos de hambre hasta morir. El resultado de Dachau fue tan exitoso para el propósito nazi, que a medida que iban expandiendo sus dominios, iban poniendo más campos. Algunos como el tristemente famoso Auschwitz eran casi destinados al exterminio, pero otros siguieron con este perfil de fábricas de armamentos.

Primero recorrimos las pocas barracas que mantuvieron arriba, ya que casi todas las tiraron.  Éstas son básicamente las que hemos visto en las películas, como "la vida es bella". En estos lugares, el más fuerte es el que sobrevive, así que el guía nos explicó que los que podían subir al tercer piso de la litera, tenia más probabilidades de sobrevivir, ya que los de abajo están débiles y por lo tanto enfermos, lo que eleva las probabilidades de contagio.  Además, si se moría durante la noche el compañero de a lado, el que quedaba vivo estaba prácticamente condenado ya que un cuerpo frío a lado no te calienta y mueres también, pero de frío.

[singlepic id=110 w=270 h=190 float=left]En la primera etapa de este campo de concentración, las barracas se conservaban impecables pues los nazis eran pulcrísimos. Entonces, los presos tenían que limpiar perfectamente su hogar prisión después de trabajar como esclavo 12, 14 horas. Casi al final de la guerra, eran focos de infección. Las enfermedades mataban a más gente que los nazis.

Una de las llaves del éxito de los campos de concentración, es la despersonalización de la gente. Nunca hubo un registro de quienes eran. Al entrar se les asignaba un número y ya. Conforme avanzaba la guerra, llegaba gente de diferente perfil, por lo que para diferenciarlos, les ponían una señal de color en su uniforme.

Los castigos que el guía nos describió, complementados con las fotos me impactaron mucho. Hubo uno en especial, una especie de crucifixión colgados con los brazos dislocados y juntos. También ahí se practicaron los experimentos con humanos. Los mataban a presión para saber a cuanta aguantarían sus pilotos en los aviones y los usaban como práctica de bombas biológicas.

[singlepic id=111 w=200 h=160 float=right]Mucha gente prefería el suicido, así que miraban a algún nazi de frente (prohibidísimo), se paraban en el pasto o se lanzaban contra la reja electrificada. En el momento de máxima genocidio, tuvieron que fabricar otro incinerador más. Este quemaba gente 24x7 y no se daban abasto.

Mi guía era extraordinario, sabía mucho de la historia y tenía la capacidad de transmitir el sentimiento de dolor propio del lugar. Las incineradoras y la cámara de gas fue el lugar que más me impactó. El lugar es muy similar a una de esas naves de fábricas, sin embargo, en estas entraban personas caminando y salían cenizas.

El engaño de la cámara de gas de la lista de Schlinder también se practicaba en el lugar. Incluso, el lugar tiene el letreros de "regaderas" en alemán. Las regaderas existen, pero claro, sólo es una pantalla. Una vez cerradas las puertas y, por unas ventanas en la pared les aventaban bombas de gas que en 20 minutos los mataba.

Una de las cosas que más me gustan de viajar es llegar a un lugar y tener un sentimiento de la nada. Sin embargo, siempre había sido un sentimiento de alegría. Estas regaderas, el techo bajo, el estar parada en un lugar donde tanta gente fue asesinada produjo en mí un sentimiento de dolor. Me sentía asfixiada y las lágrimas se me salieron. Fue algo muy fuerte, no quise ni tomar fotos del interior, me pareció una falta de respeto.

Una vez terminado el homicidio, les revisaban la boca por si tenían oro y los metían a los hornos de incineración. Como es de suponerse, no había distinción de cenizas ni razón por las cuales hacerlo.

[singlepic id=119 w=270 h=190 float=left]Ahora hay varios "memorial" de las principales religiones de todo el mundo. También hay una estatua en honor a los miles asesinados: el preso desconocido. Esta estatua mira hacia el frente, en una posición relajada.  Posición impensable para los reos, ya que una de las torturas diarias era estar parados durante horas en posición de firmes y con la cabeza agachada, sumisa.  Esto bajo cualquier condición climática o de salud.

También hay un museo y pasan una película. Las imágenes e historias en ambos son muy fuertes. Aunque Hollywood y el Discovery Channel ya nos han llevado este tipo de situaciones a la pantalla, el estar en el lugar donde todo pasó, pega mucho más fuerte.

Regresé a Munich con un sentimiento de tristeza e injusticia, lo vivido me confirmo que somos una especie como cualquier otra y aun peor, porque teniendo la inteligencia para crear nos dedicamos a destruirnos.

Sé que al viajar buscamos divertirnos, que todo sea bonito y llenos de con recuerdos Kodak y fotos para el Facebook. Pero experiencias así deben vivirse, para no tomar a la ligera manifestaciones similares. Han pasado más de 60 años y ahora, los libertadores hacen muros.

domingo, 8 de marzo de 2009

Ein prosit!

Al parecer, fui de las últimas personas en llegar al Oktoberfest. Todos en el hostal tenían días de conocerse y brindaban alegremente en el bar, después de haber pasado todo el día en una de esas cabañitas a las que no pude entrar. Yo estaba sola en la barra, contemplando el ambiente, cuando Tim se me acercó.

-Hi! Where are you from?
-México.
-Really? I'm from the States, we are neighbors!

Y ese fue el inicio de una plática que duró alrededor de 5 horas. La gente que conoces en los hostales la tendrás en tu vida muy poco tiempo, por lo que a los pocos minutos de haberlo hecho, decides si quieres compartir tu comida con él al siguiente día o de plano, cambiarte de mesa. Y sin proponérnoslo, Tim y yo comenzamos a contarnos la película de nuestras vidas. La conversación comenzó a brincar de México y Estados Unidos a España, de la universidad a los antros, de los sueños a lo que echamos de menos.

No se a que hora nos fuimos a dormir.

A las 10:30am salimos por fin al objetivo de mi viaje y de mi estancia en Europa: el Oktoberfest. Desayunamos un nutritivo kebbab y fuimos directo a una cabañita Hofbräu München. En Munich existen 5 cervecerías (creo) cada una tiene su propia megataberna, pero casi todas son más o menos del mismo estilo:

[caption id="attachment_406" align="alignleft" width="300" caption="El mejor lugar del planeta"]Paraiso terrenal[/caption]

Largas mesas de madera que compartes con extraños a la que te llevan los litros de cerveza. Únicamente litros, imposible pedir otro tamaño. Así que a las 11:30 ya estábamos chupando y a las 12 comenzó a tocar la banda. Los borrachos tempraneros (o de la noche anterior) se animaron. La banda toca canciones estúpidas en inglés y alemán y de vez en cuando detienen la música para brindar a ritmo de "I'm prooosting i'm prostin' i'm prooooosting PROST!! (así suena, pero me entere que es ein prosit) Y chocas lo mas fuerte que puedas tu litro de cerveza, que importa que se caiga un poquito, hay muchísima más.

El vaso es tan grueso y tan pesado que la cheve se conserva friíta y de-li-cio-sa. En cuanto más pasaba el tiempo, más se animaba la gente. Y sí, todo lo que hace del Oktoberfest la meca de los borrachos es verdad: Las meseras cargan con muchísimas cervezas a la vez. Abren a las 10am y nadie limita tu consumo de alcohol. Los extraños de atrás terminan siendo los alcohólicos más amables de la vida. Te sirven rica comida a la mesa y incluso los niños toman (pero refresco) y nadie te ve feo si brincas, te caes o te quedas dormido.

[caption id="attachment_405" align="alignright" width="197" caption="Noch eins, bitte!"]Noch eins, bitte![/caption]

En México, mucha gente alcoholizada puede ser el inicio de problemas. Pero a pesar de que todo mundo tiene algún nivel de ebriedad, todo es muy tranquilo. Simplemente eres feliz y no necesitas más que tu tarro y un vecino con el cual brindar. Si te da hambre, venden piernas con ensalada de papa. O esos megapretzels (muy buenos), unas como minipizzas frías y... ¿rábano? nunca se me hubiera ocurrido tomar cerveza con rábano.

Yo sólo aguanté dos cervezas y un medio que le robé a la chava de enfrente. La cerveza alemana tiene 7° u 8° de alcohol, supongo que por eso no pude beber más. Que vergüenza, mala alcohólica mala.

Algunos datos rápidos sobre el Oktoberfest:

  1. NO, no todas las meseras están buenotas, pero en general son divertidas. Me chismearon que ganan 10,000Euros en los 16 días del oktober... ¿será?

  2. Cobran 1E por ir al baño!! y como casi no se va al baño por tomar cerveza... igual sólo pague la primera vez, las demás me hice la borracha (me costó mucho trabajo)

  3. Los ridiculos shorts de hombre tienen su historia. Resulta que en las tabernas de antes aplicaba aquello de "el que se fue a la villa", así que los siempre prácticos y ebrios bávaros inventaron ese pantaloncito para destapar lo indispensable y hacer pipi en su lugar.

  4. La población de Munich se triplica durante el Oktoberfest.

  5. Ese año se tomaron 6,100,000 litros de cerveza.

  6. Se celebra desde el 1810, la historia en español, aquí.


Por supuesto, todo el tiempo estuve con Tim, su hermano y otros aussies del hostal. No hablamos como la noche anterior, puesto que había mucho por ver y por tomar. Como a las 04:00 pm nos salimos del lugar y tuvimos la grandiosa de idea de entrar a la casa de sustos. A pesar de traer el cerebro atontado, nos pareció bastante sonsa.

Más tarde y con menos alcohol en la sangre, comimos pizza, esperé que empacaran y los acompañé a la estación del tren, porque salían a Praga o algo así.

Cuando viajo, procuro vivir cada momento al máximo. No pienso en futuros o miedos. Como que dejo a mi cerebro documentar. Lo diferente esta vez, es que no sólo documenté una megataberna y una refrescante cerveza. Documenté a un sacaborrachos de Sunset strip que se comía el mundo con los ojos, hace películas y que me dice follow your dreams, beautiful.

Por eso, cuando se fue me sentía un poco melancólica pero contenta. Estuve 2 días más en Munich y, aunque ya no había Oktoberfest, la cerveza no faltó. Tampoco me faltó Timothy, aunque semanas después –y por carta- le conté todo lo que hice sin él.

No se engañen, el lugar más divertido del planeta no es ni las Vegas, ni Disneylandia.  Es München durante el Oktoberfest.