miércoles, 18 de diciembre de 2013

Guía no ilustrada para emitir facturas electrónicas y hacer poquito menos coraje

La empresa en que trabajo está en el negocio de factura electrónica. Debo confesar que es un trabajo extremo y nunca aburrido ya que el SAT saca sus reformas fiscales a finales de noviembre, para comenzar el año con los nuevos amarres y hay que ajustar las aplicaciones. La cosa laboral se complica con esa maldita costumbre de celebrar navidades y año nuevo con la familia de fueras.

Este año se está poniendo especialmente chingüengüenchón ya que sólo se quedará un esquema de facturación electrónica por internet (CFDI) y todos los que quieran deducir impuestos debemos seguirlo. Los tiempos de impresoras y papel se terminaron, amigosh. Como computita, los retos que presenta han sido tan emocionantes como ver Star Trek into the Darkness en Macropantalla, 4D y disfrazada. Ya dije, soy ñoña. Bueno a lo que voy es que los retos técnicos de volumen y performance están cabrones y combinado con el hecho que si una empresa no factura, no traga, pues ya se imaginarán la presión. Lo bueno es que somos bien chingones.

Como sea, he aprendido más de una cosita en lo que facturación electrónica se refiere. Y gracias a mi maridaje que ha comenzado a cobrar regalías de sus libros *Rox se prepara para ser María Kodama*, he vuelto a vivir la burocracia de hacer el trámite en el SAT. Algunos tuiteros (dos) tenían dudas y decidí escribir sobre esta tramitología. 

Nota: sé que pagar impuestos es una chinga, que México no está preparado, que la mamá de los diputados, que la reforma energética, que el SAT nos acosa, que me rompen las macetas. Por favor, llévense sus quejas a tuiter, aquí nomás les explicaré lo que deben de hacer.

Se llama facturación electrónica porque ahora la factura es un archivito con extensión XML. Lo puedes abrir con notepad (o vi *blink blink*) y podrás ver que contiene la información que antes escribías en tu recibo: emisor, receptor, conceptos, totales, impuestos, etc. Sin embargo, para que ese archivito sea legal, debe estar firmado por ti y por un PAC autorizado. A esto último le llaman “timbre”. Ya no es necesario tramitar folios, ya que estos quedan únicamente para referencia de tu sistema administrativo o excel o secre. Al XML comúnmente lo acompaña un PDF que es para que los mortales puedan leer el los datos del XML; pero el chido y el que debes guardar como tu porno es el XML. 

Estos archivitos XML ya tienen un rato usándose y la diferencia en el 2014 es ese timbre, que se da por internet. Muchas aplicaciones ya tienen su timbrado y la verdad, te ganarías problemas de impotencia sexual si como honorista quieres comprar “sólo el timbre”. Entonces, busca una aplicación que ya lo haga y compara precios y diferencias. La más chula es MisFacturas.net.

Cualquier aplicación te pedirá tu CSD que obtienes con la FIEL para poder hacer tu XML. Así que tooodos los pasos son estos:

1. Si no la tienes, obtén tu FIEL. 

1.1 La FIEL se obtiene en las oficinas del SAT (de preferencia haz una cita para que te den una ficha) y debes llevar un requerimiento y solicitud elaborada. Báñate, peínate y ponte desodorante. Hay fotos encuerado, huellas, retinas y firmas digitalizadas. No es muy tardado, unos 40 minutos. Y sí, es trámite personal, no te lo hace ni tu contador ni tu mamá.

1.2. Saldrás del SAT con sensación de haber sido fichado de por vida y con tu USB con 3 archivitos que conforman tu FIEL. Un archivo *.cer que funciona como tu clave pública; un archivo *.key que funciona con la clave privada y un password. Ponlos en una carpeta que diga FIEL y guárdalo en un lugar seguro. Compártelos sólo con tu mujer. 

2. Obtén tu CSD usando la FIEL

2.1 Utilizando la FIEL podrás obtener tu Certificado de Sello Digital en la comodidad de tu casa u oficina. Puedes tener a tu contadora en las piernas, pero por favor, usa internet explorer. Acá está la información del SAT

2.1. Es probable que ya tengas un programita de escritorio llamado SOLCEDI, porque lo usaste para requerir tu FIEL. Pero ahora tienes que solicitar tu Certificado de Sello Digital (CSD). Con los archivos que genera, entras a CERTISAT, los subes y obtienes tus certificados (yeiiii)

OJO: los CSD también están conformado por los mismos 3 elementos de la FIEL; por eso, es común que la riegues introduciendo la FIEL cuando solicitan el CSD o viceversa.  Guárdalos en diferentes carpetas y ya la hicites.

Si no puedes obtener tu CSD corre al SAT para que revisen tu situación fiscal u otras rarezas que los computitos del SAT no te dicen por no persistir los asserts hasta la capa de presentación *chacapuncuaz*

2.2. El SAT se tarda hasta 72 horas en publicarlo tu CSD y hasta que esto no esté hecho, tu PAC no podrá darte un timbre :(

3. Genera tu factura electrónica en tu aplicación favorita

Y bueno, el comercial: Mi grandioso equipo y yo desarrollamos MisFacturas.net, está en la nube, te sirve de bóveda fiscal, puedes validar los comprobantes que recibes para asegurarte que no sean espurios, controlar tus pagos, exportar a Excel y otras monadas. 

Tengo que ser honesta y decirles que la generación de CFDI (XML y PDF) es gratuita ya que por ley estamos obligados a tenerlo. Pero si eres distraído te conviene contratar un plan, de lo contrario nuestro demonio linuxero borrará tus CFDI a los 3 meses juajuajua.


Cualquier cosa me dejan un comentario a @jeri4queen. Y si alguien se suscribe y le gusta o no le gusta dígame.


Mi superteam en uniforme oficial

jueves, 17 de octubre de 2013

Historia de una mujer que se hace pasar por valiente cuando en realidad es infiel

1
En la primaria tenía una compañera que decía que cabello es el de la cabeza y pelo el de todo el cuerpo. La niña fue mi némesis hasta cuarto.  Sólo por molestarla, yo le decía que eran sinónimos. Sin embargo, ella tenía algo de razón: la raíz latina de cabello es capillus, de la misma raíz que caput, cabeza.

Sin embargo, las palabras que indican la falta de cabello o pelo han tenido a través del tiempo diferente significado: pelado y descabellado.  Mientras que “pelado” se denomina a aquella persona vulgar, de modales corrientes y clase baja, “descabellado” es aquel que hace cosas que van en contra del orden o la razón.  Un insensato.

2
Los judíos jasídicos lo llevan en caireles junto a las patillas por mandato bíblico.  Las monjas y las mujeres islámicas lo ocultan bajo un manto.  Ya no es obligatorio que los jueces ingleses lleven esa peluca blanca llena de rulos del siglo XVIII. Las tribus urbanas también hacen del cabello una forma de manifestar sus principios: los punks lo cortan de los lados y los peinan en picos hacia arriba. Los emos, menos enojados que los punks lo alacian hacia el frente, procurando tapar una parte de la cara, en especial los ojos. Los rastafaris llevan dreadlocks o rastas para enmarcar su mensaje espiritual y naturista. A las mexicanas nos enseñan que el pelo de mujer debe ser largo.  Largo hasta la cintura.

3
Para las mujeres, el pelo hermoso y perfecto sólo lo tiene la de enfrente.  Excepto si eres Jennifer Aniston.

4
Orange Is The New Black es una serie de televisión que se desarrolla en una cárcel para  mujeres. En la serie, cada reclusa tiene un look de acuerdo a su personalidad: Nicky tiene una actitud desafiante que comienza por los ojos negros y rabiosos y termina por el pelo largo y alborotado. Las raíces negras empujan el crespo rubio. Al verla, pareciera que en la cárcel no existen los cepillos. Pero no sólo hay cepillos, también hay un salón de belleza comandado por un travesti, Sophia. Red, la jefa y mandamás de la cocina lo tiene corto y pintado rojo sangre, para que no te olvides que puedes quedarte sin comer si ella lo decide. Piper, la protagonista rubia, usa un pelo corto y aburrido.  Una melena sin chiste comparada al pelo largo y peinado con trenzas y coletas que utilizaba cuando era narcotraficante.  El “era” es importante, ya que Piper, blanca, protestante, educada y en una relación estable, paga por un pasado ilegal al que la arrastró Alex, su examante, a la que reencuentra en la cárcel.  O al menos, eso quieren creer ella y su novio. Conforme avanzan los capítulos, nos damos cuenta que Piper sólo se cortó el pelo.

5
La estética entre semana. Los únicos hombres son gays o menores de 6 años. El chismorreo de la “revista” televisiva es un susurro comparando con lo que se habla entre tijeras, planchas y secadoras. La conversación se alterna entre chismes, modas y hombres en sus distintas denominaciones: hijos, maridos, novios y amantes. Ante la votación popular, ellos son los culpables y las que tienen químicos en el cuero cabelludo, las mártires y poseedoras de la razón. 

La estilista como una especie de cura / bar tender que escucha, reconforta y regaña. La silla frente al espejo, como un segundo (y amañado) confesionario del que cuando te levantas, no sólo tienes un nuevo look, también consigues el perdón.

6
El pelo largo que cae desordenado sobre los hombros, que mal oculta los pezones obscuros, erectos. La rendición sexual de la mujer comienza con su larga y abundante cabellera que cae desordenada en la cama. Dedos masculinos traspasan las hebras lacias y negras o jalan los rulos pelirrojos o acarician el delgado pelo rubio. 

Lo único que importa es que esté suelto y que sea largo.

7
Serle infiel a la estilista se paga caro.  A veces, hasta 10 centímetros de largo.

8
"Es hora de declarar que esta es una historia autobiográfica, y por lo tanto profundamente sincera."


Margo Glantz
Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador

9
Celebré mi cuarto cumpleaños en Chapultepec. No tengo recuerdos de ese cumpleaños, pero tengo un video en el que salgo con un vestido café que llegaba a la pantorrilla. El vestido tenía unas cuatro capas de tela; la de encima era una gasa vaporosa, con holanes en las puntas y en las mangas.  Sin embargo, lo que más me gusta de esa imagen es mi pelo peinado en dos colitas a un lado de cada oreja.  No eran colitas muy altas, pero si largas: llegaban a media espalda.  Mi pelo siempre ha sido grueso, lacio y castaño. Y pesado, muy pesado.  Si lo ataban en una sola cola, me pesaba.  Mi mamá solía estirarlo hacia atrás para atarlo, por eso rara vez andaba despeinada. Lo estiraba tanto, que mis ojos se hacían de “chinita”

10
“Qué le hiciste a mi pelo” me dijo alguna vez un ex.  Y sólo porque lo dejé en una melena sobre los hombros.  Porque a veces el pelo femenino no pertenece a las mujeres.  Pertenece a un ritual amatorio posesivo.  No es extraño ver ante una ruptura sentimental, a mujeres que cambian drásticamente el look. Ante la incapacidad de cortarle el pito, nos cortamos ese pelo que él adoraba. Si a él le gustaba el pelo negro, lo pintamos rojo.  Si le gustaba chino, lo alaciamos.  Lo importante es el mensaje: tú no mandas más, me libero de ti (aunque por las noches sigamos llorando)


11
A los 3 meses de vivir en España, me mudé con Vicky, una peluquera. (Así les dicen allá a las estilistas). Tenía veintitantos años, de piel blanquísima y pelo rubio artificial. Sensible y ruidosa, Vicky me adoptó como su amiga-mascota. Se burlaba de mi acento y me enseñaba a hablar gachupín. 

Antes que mi pelo pasara por su navaja, lo traía casi parejo y unos centímetros bajo los hombros. Cuando llegué a la escuela con su corte, mis compañeros me miraron asombrados. ¡Qué bien te ves! Vicky lo había cortado en capas y el aire de inicios de primavera acomodaba sus puntas hacia afuera sin necesidad de secadora.

Comencé a cambiar mis pinches y chingados por joder y me cago en. Mis pantalones de mezclilla por vestidos y faldas. Cuando llegó el verano y volví a casa con el pelo rojo, la principal “observación” de mis amigos y familiares fue que estaba demasiado gachupina.

12
Creo que es momento de confesar que le fui infiel a mi estilista.

13
Desde hace un año que intento tener el pelo largo.  No mucho, un poco por debajo de los hombros.  Gris, mi nueva estilista, también lo corta con navaja y dando la espalda a espejo.  Así que no soy testigo del cambio, sólo puedo ver el resultado.  Y el resultado de mi último corte fue dramático.

Corto. Muy corto. Tan corto que la parte de la coronilla quedaba con un parado “punk”. Tan corto que no podía meter mis dedos entre el pelo y sentir una melena. Tan corto que hasta los hombres de la oficina se dieron cuenta que me había cortado el pelo.


La opinión general fue positiva. “Valiente” dijeron algunas. Yo no lo quería así, replicaba a pesar de saber que me veía bien. Es como uno de esos trastornos psicológicos en las que se percibe una realidad distorsionada. Hay algo en mis neuronas que rechazan lo que me regresa el espejo.  Porque me veo y veo a las monjas del colegio y a las señoras cincuentonas que se resignaron a vivir sin menstruación y sin cabello. 

miércoles, 2 de octubre de 2013

Un gallito de torrents, por favor

Games of Thrones

Le regalé a mi papá el HDTV en donde veíamos las series que mi Maridaje y dealer torrenteaba. Con rasputina, no lo necesitaba más. Viajamos a Guadalajara con nuestro DD repleto de las series que hemos visto. En la computadora de mi papá dejé aquellas que pensé que podrían gustarles: Games of Thrones, Mad Men, Luther, Louie, Downton Abbey, etcétera. Mis papás tienen cable, sin embargo nunca han sido serie adictos. Cuando vivía con ellos, veían Friends y demás sitcoms que nosotros veíamos. Pero las series hard core, nunca las habían visto... hasta ahora.

Como dije, les conecté el chunchito a la tele y les enseñé a utilizarlo. Vimos algunos videos y fotos de la nieta/sobrina también. Entonces les dije: comiencen por Game of Thrones, es el evento televisivo de la dé-ca-da, aseguré. Un mes después, mi papá me llamó al celular en horas de trabajo. Nunca lo hace, a menos que sea una emergencia. 

Su voz temblaba: Hija, me dijo sin saludarme, ya no podemos ver Game of Thrones, se traba, es el episodio 9 de la segunda temporada y ¡el 10 inicia y también se traba! Cómo se llama el archivo, a ver, puedes abrir otro, a ver, cuánto mide. Aunque mi papá ha tenido computadoras, el iPad vino a llenar sus necesidades informáticas. Con el iPad no se tiene que preocupar por sistemas de archivos y programas de reproducción. Su compu está arrumbada y polvorosa. Así que explicarle cómo torrentear fue causa perdida y decidimos subirlo a Megaupload. Un día gracias a Infiernitum. Y al bajarlo igual, montón de problemas. Así que tuvimos que llevarle la tercera temporada en coche.

Ojalá hubiera estado con ellos cuando vieron The Red Wedding. Mi mamá es de esas que brincan, gritan y blasfeman cortando las groserías cuando una trama les apasiona. Un domingo me dieron la noticia de que ya se les habían terminado los Games of Thrones. Danos más, exigieron. Todos queremos más, les dije, desafortunadamente, hasta el siguiente año hay más. Le pregunté a mi mamá qué le había parecido el episodio y dice que lo del bebé fue lo más feíto. Mi papá dice que mi mamá grito ¡Noooo, el bebé noooo!

Sopranos

Estamos volviendo a ver The Sopranos. The Sopranos fue la serie con la que nos estrenamos como serie-adictos. Mi Maridaje, que es el dealer y curador al mismo tiempo, es quien propuso verla otra vez. Y yo, que lloré como amante rusa abandonada cuando Gandolfini murió, dije madonna, sì, per favore! capuchino! 

La primera vez que vimos la serie ya había terminado. Nos compramos un reproductor de DVD y nos suscribimos al Blockbuster. Suena que fue hace mucho, pero son un poco más de 3 años. Los días de promoción (¿martes?) rentábamos una temporada de la serie. Y después íbamos a la Comer a comprar pasta y vino. Una semana después, repetíamos el ritual. Pasta, vino y mafiosos para toda la semana.

El final de la serie terminó con un no-mames-qué-pedo y 2 kilos extra.

Pero como dije, la estamos volviendo a ver. Esta vez torrenteada. Es curioso lo que yo recuerdo y lo que mi Maridaje recuerda de la serie. Por ejemplo, yo me acordaba perfectamente que la hermana había matado al novio mafioso porque le había pegado. Y de la violación de la Doctora Melphy y cómo tuvo un arma en la mano (Tony) y no había hecho nada. Son escenas fuertes, de violencia contra las mujeres. En cambio, mi Maridaje sólo se acordaba que mataban a Pussy.

En fin, la serie es tan pinche buena que a pesar de que sé qué va a pasar, me pongo nerviosa. Como en la lancha donde matan a Pussy. Supongo que era el movimiento de la cámara. No sé.

Y claro, a nuestra canasta básica agregamos pasta y vino. What you want me to do?

Breaking Bad

Se acabó. Yo quedé contenta con el final. Cerró esos flash-backs con los que comenzaron cada una de las partes de esta temporada final. Además no se olvidó de los junkies y de Hank. Pero sobre todo, la escena final entre Walt y Jesse. Más allá de los balazos y la muerte, la relación entre estos dos es la que marca a la serie. Ese estire y afloje entre te mato y te cuido es BIEN PINCHE BONITA.  Ya quiero que pasen 3 años para volver a verla, snif.

viernes, 16 de agosto de 2013

Otro viernes, otra semana que no sé donde quedó

Los viernes salimos a las 5.  Yo casi siempre me voy a las 6 que es hora en que comienza el círculo de lectura al que asisto y que está a minutos de aquí.  

La oficina está casi vacía.  A veces, me pongo a platicar con los que se quedan.  Otras veces trato de ordenar las cosas para que el lunes no me agarre tan en curva.  

Termino la semana sintiendo que no hice nada y viendo el chingo de cosas que faltan por hacer.  Así que veo mi calendario: 15 horas de juntas.  El lunes entregamos un fix, el martes ajustamos los cambios, el miércoles volvimos a replanear, el jueves se fueron dos ENORMES compañeros y hoy... 




viernes, 9 de agosto de 2013

No-Reseña de Before Midnight

Ya está Before Midnight en el cine, me dijo mi Maridaje hace una semana. Pues el domingo SIN FALTA hay maratón de Before Sunrise y Before Sunset en la casa, le contesté amenazándolo con el dedo amenazador. Hace algún tiempo había intentado que viera Before Sunrise pero no tuve éxito. El fin de semana que pasó tampoco lo tuve. Y es que como los viejitos que se salieron a media función el miércoles, las películas no son para cualquiera o para cierto estado de ánimo. La principal crítica es que los protagonistas tienen diarrea de palabras. Supongo que esa gente nunca ha tenido la necesidad de hablar y hablar con alguien y no querer rendirse ante el sueño o la vida diaria para seguir hablando. Y más con un deadline puesto por el movimiento de rotación.

La cuestión es que, para quienes veneramos Before Sunrise y Before Sunset, Jesse y Celine existen. Ellos saben (porque nos lo han dicho) lo que sentimos con respecto al amor, a lo que la familia y la sociedad espera, de los miedos y locuras. Crecimos con ellos y más de uno de sus diálogos nos provocó un dolor en el corazón. Hace unos cinco años, veía una y otra vez la escena de río Senna y del automóvil de Before Sunset. Lo hacía en calzones y camiseta sobre mi cama. Me terminaba una caja de Kleenex, tiraba los mocos al piso y abrazaba a Scampi. Con Before Sunrise mi relación fue menos dramática. Por supuesto, está el factor mochilazo europeo al que fui tan afecta durante mis veintes y las fuertes y efímeras relaciones enmarcadas en paseos por ciudades que no he vuelto a pisar.

El final de las dos primeras partes es ambiguo: tal vez estén juntos, tal vez no. Por eso, evité a toda costa spoliarme. Before Midnight comienza con un Jesse tratando de comunicarse con su hijo preadolescente. Están en un aeropuerto debido a que el chamaco tiene que volver a Estados Unidos. Ok. Jesse se divorció. El mocoso, como todos los escuincles de su edad, contesta con mujidos a su padre. Y pude sentir el dolor de Jesse. Ese dolor del que decía que si lo tocaban se iba romper en moléculas. Pinche Celine, ¿dónde estás? Con un "este ha sido el mejor verano de mi vida", "prefiero que no vengas a mi recital de piano" el mocoso le rompe la madre a Jesse, quien sale cabizbajo de la terminal. Entonces comienza un valz. Un valz que casi puedo jurar que era el que le cantó Celine en su apartamento de París. Ahí comencé a llorar. La escena cambia al estacionamiento, donde vemos a Celine recargada en un auto compacto hablando por teléfono.

Celine sigue hablando en francés cuando el coche arranca. En la parte de atrás hay dos niñas de unos 7 años dormidas. Después nos enteramos que una de ellas se llama Nina y la otra Ella. Nina por Nina Simone, la que imita Celine cuando Before Sunrise se termina y una grita "¡no mames, se quedan juntos!". 

¡No mames, se quedaron juntos estos 9 años! Grité sin gritar apretando un poco más la mano de mi Maridaje, sin saber si entendía un carajo. Entonces comienza la habladera. Entre el dolor de Jesse por perderse la vida de su hijo y el nuevo trabajo (muy posiblemente) insatisfactorio de Celine. Entre robarse la manzana de las niñas y no detenerse en las ruinas griegas.

El close up dentro del auto compacto asfixia. Creo que es a propósito. Sobre todo cuando Celine sentencia que en ese momento comienza la cuenta atrás de la bomba que detonará la separación. En el coche les vemos las arrugas, las bolsas en los ojos, la piel que ha dejado de ser lozana. Pero entonces se sonríen y juguetean ante la cámara del celular y vuelves a verlos coqueteando en el tren.

Lo bien que hace Celine como madre (y general de la tropa) impacta. La feminista, mujer profesional y... ¿madre? Después me enteré que no sólo yo estaba en shock: ella misma está en conflicto. Después de tantos años, es la misma veinteañera que vive en el eterno choque de la mujer independiente y aguerrida, el amor hacia su familia y la realidad. Y lo loca histérica no se le quita. La misma explosión de París la tiene ahora en la habitación, con las tetas al aire para que nos pegue más fuerte la realidad: podemos pasar de la excitación sexual a la insatisfacción y cotidianidad que enmierdecen el día a día. 

A pesar de haber perdido lo rojo de su barba y pelo, Jesse es el mismo niño que ve a la abuela en un chorro de agua y que hace cuentos de amigos imaginarios que vuelven cuando tienes cuarenta. Ahora disfruta del éxito de escribir y también lo sufre. No es un hobby, sabes? le dice a Celine que le recrimina su ausencia. Jesse, a pesar de no haber perdido ese toque infantil, se mueve mejor ante la realidad, aunque no sabe cómo solucionar la ausencia de su hijo.


Al final, el Jesse que volvió a Viena 6 meses después, es el mismo que vuelve y no los deja vencerse. Un "ya no te quiero" no lo quiebra (al menos no por completo) e inventa el viaje con el que cierra la película. Un viaje en tiempo para entregar la carta que la Celine de ochenta y tantos años le escribe a la Celine del Peloponeso.  En ella le dice que en ese lugar tendrá el mejor sexo de su vida. Ese sexo que, dicho por ella se reduce a kissy-kissy-tity-tity-snore.

No sé si llamarle una esperanza "madura" o "real"; la cuestión es que sabes que la vida "adulta" y en pareja está muy lejos de lo que soñaste en los veintes.  Que la cotidianidad, la amargura, las recriminaciones y engaños pesan demasiado.  Y dentro esas desesperanza-esperanza hay algo (que podría se hasta cobardía) que los mantiene juntos. El clásico perdiganar.

Entonces lloramos porque después de tanta realidad, tantos pasitos siguiendo (niños), trabajos extenuantes,
días en el que solo se piensa cuando se caga, compromisos, exmujeres histéricas y ausencias, hay espacio para otros viajes, atardeceres y amaneceres en el que estarán juntos, aunque uno respire aire y el otro helio.

Por supuesto, amé la película. Y mi Maridaje también, aunque haya sido tan burro y no haya visto las primeras dos.

****UPDATE****
Dos días después, mientras cenábamos una sobrevaluada hamburguesa, mi Maridaje y yo seguíamos hablando de Before Midnight.  Entonces le dije amenazándolo con mi dedo amenazador: pues las vamos a volver a ver, aunque ya hayas visto la tercera.  Pero ya se de qué van, lo leí en internet me dijo.  Y le comencé a cuestionar sobre escenas clave y sus respuestas eran bastante cercanas a las correctas. Entonces me comentó que las había visto un día antes de ir al cine.  (Yo tengo los DVDs)

Me había engañado.

Sólo es una película, pero son mis películas favoritas del mundo y me robó el comentarlas con él.  De vuelta a la casa, le hice drama con las chichis al aire, que es la forma que desde ahora haré drama matrimonial. Snif.

viernes, 7 de junio de 2013

Hércules: Cerveza, historia y tragadera

Hace unos días fui a una cata de cerveza Hércules.


Los queretanos utilizamos Hércules y la Cañada para referirnos al mismo lugar. Supongo que es debido a que tanto el pueblo prehispánico de la Cañada y la Fábrica de Textiles Hércules tuvieran una gran importancia en sus respectivas épocas. La Cañada fue hogar de Conín, el otomí más famoso de Querétaro. La estatua que está en una de las entradas de la ciudad —cuando se llega desde el DF— representa a Conín.  Los queretanos levantaron semejante mole para recordar que era el Señor del lugar, y que después de la batalla contra los conquistadores, se convirtió al catolicismo y firmó la paz con tierras y más indios para convertir. Todo por un Gandalf el Blanco que bajó del cielo en plena batalla del Sangremal. Conín fue bautizado como Fernando de Tapia y siguió siendo Señor de la Cañada, uno de los bastiones económicos de la región debido en parte a los ríos y pozos de agua que hay por ahí.  Los españoles decidieron construir su ciudad a 7 km de la Cañada, a pesar de que ahí no había agua.  Eso ocasionó que se tuviera que construir un acueducto, cuya tradición oral involucra un romance prohibido y mañoso que ya narré acá.  La descendencia de Conín siguió impulsando la actividad económica construyendo un molino de trigo que aprovechaba el caudal del río.  Fue hasta el siglo XVIII cuando Cayetano Rubio construyó la fábrica Textil Hércules, que aún sigue de pie. Gracias a la fábrica, la zona tuvo mejores vías de comunicación con «la capital» y daba trabajo a mucha gente. A principios del siglo pasado y con toda la revolución social, los trabajadores de la fábrica Hércules tuvieron su huelga «a la Cananea» y crearon su sindicato y demás cosas comunistas.


 hercule


Sobre toda esta historia ahora se instala la Cervecería Hércules, protagonista de esta historia.  Lo que antes eran máquinas de textiles ahora son nombres de cervezas: Jenny la Mula y la Spinning Jenny. Les pego lo que escribió mi supersommelier Miritha Porter de las cervezas en el sitio oficial de Mujeres Catadoras de Cerveza:




 «Jenny la Mula fue una hiladora del siglo XVIII. La primera innovación técnica importante del momento y que le dio paso a la época de le Revolución Industrial. Es una cerveza American Pale Ale con sabor amargo y un olor frutal de cuerpo medio. Color Ámbar.


Spinning Jenny es una English Pale Ale. Una cerveza encuadrada en la tradición Británica donde el lúpulo soporta y equilibra el sabor de la malta. De color cobrizo, con una espuma pálida, olor a caramelo y cuerpo ligero. Delicada, en voz de sus autores, es una cerveza que no regaña cuando la tomas. Su nombre también proviene del ambiente textilero. Spinning Jenny fue una máquina que también servía para producir hilo, pero de manera manual.


Otras dos cervezas, la Strong Ambar Ale y una American Blonde Ale completan la colección de Hércules.»



La cervecería está ahí, en Hércules. No sólo lleva ese nombre. También es preciso decir que la cerveza consumida fue donada por los maestros cerveceros.


La cata de cervezas fue acompañada de comida.  El restaurante 5DMayo nos ofreció 3 tiempos para el maridaje.  Pero antes de hablar de la comida tengo que hablar del grupo de Mujeres Catadoras de Cerveza.  No somos un grupo de amigas que nos conozcamos desde antes. En realidad somos una bola de desconocidas que tenemos algo en común: adoramos la cerveza y queremos aprender todo sobre ella; desde su elaboración, sus ingredientes, hasta sus creadores.  Además nos gusta dejarnos consentir y para eso nos olvidamos de maridos, hijos y demás responsabilidades durante al menos unas tres horas. Algunas iban en pares, pero nos sentamos mezcladitas para conocernos más. Así nos enteramos que había dentistas, fotógrafas, maestras, chef pâtissier, empresarias...


Como ya dije, la cata fue dirigida por Miritha Porter quien, además de darnos un papelito guía, nos explicaba los conceptos y nos ayudaba a distinguir el sabor de la malta o del lúpulo.  A apreciar el aroma y la transparencia (o no) de la cerveza.  Los alimentos también eran preparados y explicados por el chef Albert Muñoz, quien además de decirnos la inspiración de los platillos, los ingredientes y hasta de su pasión por cocinar en 5DMayo. El restaurante tiene las paredes de color rosa mexicano (el Chef bromeó diciendo que lo pintaron para nosotras) y sólo dos salones en el que cada grupo de comensales disfruta sus alimentos en completa privacidad.  Todo esto hizo que flotáramos en una atmósfera de confianza e intimidad.


Entre cata y cata, hablamos de comercio sustentable, de nuestros lugares favoritos de Querétaro, de nuestros hobbies y pasiones, de las cervezas que hemos probado. Algunas hemos probado más cervezas artesanales y explicábamos que nos gusta más cierto estilo y porqué. El tema de los maridos salió hasta que mencionamos lo envidiosos que estaban porque no podían asistir.  Más de uno había propuesto hasta disfrazarse de mujer.  Pretextos, pfff.


Cata 5DMayo


Mi Maridaje y yo hemos ido a Hércules en bicicleta.  Desde nuestra casa hicimos como media hora por todo el río Querétaro, la única avenida que cuenta con una ciclovía decente en la ciudad.  Ahí comimos elotes y bromeamos con el señor de las nieves de garrafa que está fuera de la iglesia. Descansamos en un parque público.  Nos lamentamos al no alcanzar los tacos de canasta de dos pesos (sí, dos pesos, o ¿eran tres?) y nos conformamos con los antojitos que nos ofrecieron en una cantina.  Tomé fotos y caminamos por las calles empedradas.  En otras ocasiones hemos ido en coche para llevar a los perritos.


Para mí, Hércules es un lugar de historia, sabores y tradición.




Disclaimer y recaditos:



  1. Los datos históricos de este post no deben ser usados para la tarea de la escuela. No soy historiadora, sólo recolectora de chismes.

  2. Viejas: busque al grupo de Mujeres Catadoras de Cerveza de su localidad.  Y si no hay, organicen uno. Éste es su feis y su blog.

  3. Gracias otra vez a los señores detrás de Cerveza Hércules y de 5DMayo por consentirnos tanto.  Y a Miritha Porter por su entusiasmo y contagiosa adicción a las cervezas artesanales.



viernes, 3 de mayo de 2013

Rasputina, mi nueva computita :)

Una de las ventajas de trabajar en un lugar lleno de computitos obsesionados por tener el último foquito de la tecnología es que me entero de primera mano cuál es ese último foquito. Otra ventaja son los correos homoeróticos, pero eso es otra historia. 

La cuestión es que por 35 dólares (más gastos de envío) tengo la oportunidad de montar mi propio NAS, montar un sistema de vigilancia, un media center, un cliente de torrents o simplemente aprender Python, el lenguaje de programación que vuelve a hacer excitante esto de la programada. Por eso me compré mi Raspberry Pi bautizada como Rasputina. 


Valerie (en coma), Asustaniana y Rasputina. 

Lo que en realidad me ganó es que conectas la tarjetita a la tele, le metes su SD y listo, tienes una computita. Me recordó a mi Commodore 64, snif. Todo con Open Source y una gran comunidad online (y en mi caso, onsite) dispuesta a ayudarme. Creo que ya es justo y necesario que en mi casa haya una Debian. 

Quiero darles una a mis papás para que tengan un media center. Mi papá siempre fue fanático de la tecnología y aunque su etapa como pecero (de PC) fue dolorosa para todos, ahora no va a ningún lado de su iPad. Por eso espero que controlando la Raspberry con el iPad vean Downton Abbey, the Following y mi última obsesión: Last Tango in Halifax. 

Sé que muchos mortales han entendido un carajo de lo anterior. Pensando en ustedes escribí en No le cuentes a mi madre sobre aquella vez que fui a Puebla y no podía salir de la ciudad.

lunes, 22 de abril de 2013

Dimensión desconocida: Puebla y Cholula

Puebla y Veracruz estaban en el plan original del mochilazo al sur de México que mi Maridaje y yo hicimos.  En ese 2010, la falta de dinero nos obligó a posponer la visita.  Cuando el autobús de ADO que nos llevaba de Oaxaca al De-Efe pasó por la planta de VW Puebla, nos abrazamos más y dijimos: ahí pa’lotra.  Nos dolía no haber pasado a Puebla, pero más nos dolía la congelación a la que te someten los desdichados autobuses ADO.


La ocasión llegó con un programa que vi de Tlaxcala, en el que la anunciaban como la meca del Pulque.  Después de nuestra visita a Boyé, buscar pulque se había convertido en obsesión. ¿Tlaxcala está cerca de Puebla, no? Google maps me dijo que sí.  Además una nueva superautopista, el arco norte, nos permite llegar a Puebla sin pasar por el De-Efe.


Partimos un viernes por la mañana.  En la carretera Querétaro – México encontramos la entrada al Arco Norte sin problemas.  El problema estaba a escasos kilómetros cuando encontramos un estacionamiento en la autopista.  Twitter me informó que había un accidente y que lo único que quedaba es tener un buen tema de conversación para no terminar ahorcando a los compañeros de viaje.  Estuvimos detenidos más de una hora.  Cuando por fin liberaron el paso, vimos a Tula de lejos, con sus refinerías ensuciando la vista.  Junto a Salamanca y La Piedad, Tula ha de ser las ciudades más pinches de México.


El paisaje árido cambió a verde y boscoso cuando pasamos por La Malinche. Ahí pa´lotra volvimos a decir.  Minutos después el Popo y el Iztaccíhuatl nos anunciaron que ya estábamos cerca. Eran casi de las 3 de la tarde y nuestras tripas chillaban.  Chillaron aún más cuando vimos la cola en la caseta de entrada.  Google maps nos guiaba para entrar a la ciudad y casi me desmayo cuando vi que la avenida que nos llevaba al centro estaba en reparación.  Cuando por fin llegamos al centro lo encontramos atascado de gente y coches.  Dejamos el coche en el primer estacionamiento que encontramos cerca de la Fonda Santa Clara.


A mi Maridaje le habían recomendado dicho restaurantito.  Para nuestra suerte, había mesas disponibles y los meseros estaban prestos a atendernos.  Comenzamos con unos tayoyos. A simple vista parecían unos tlacoyos pequeñitos, pero su sabor es más dulce y su relleno de algo así como chicharrón y habas hicieron que nos peleáramos por la mitad más grande del tercer tayoyo.  Por fortuna, las enchiladas de tres moles (negro, pipián rojo y pipián verde) para mi Maridaje y un manchamantel para mí, salvaron a nuestros dedos de ser pinchados por los tenedores enemigos.  Con el primer bocado casi me vengo.  Pedí el manchamantel porque había leído que era un platillo colonial.  En Santa Clara lo hacen de chile ancho y mulato y a las piezas de pollo y cerdo lo acompañan durazno, pera y manzana en almíbar y plátano macho. Al contrario del mole, que es más picante que dulce, la salsa con la que está bañado el Manchamantel es más dulce que picante. El mole también estaba delicioso y mi Maridaje feliz. No hubo más guerra de tenedores.  Para el postre estábamos más que satisfechos. ¿Pero cómo resistirse a un postre que se llama Bien Me Sabes? Era pan cubierto con natilla de vainilla y decorado con nueces, pasitas y almendras.  Salimos con un kilo de mole para llevar y decidimos caminar por el centro para bajar la panza.


 Nacimiento de Talavera 


Su Catedral está enrejada con ángeles y me recordó a la chilanga.  Sin embargo, por dentro hay más oro. Las rejas, los marcos de los cuadros y demás relieves son dorados.  No falta el Jesus gore y los pecadores devorados por el fuego del infierno.  El toque moderno lo ponen sus velas eléctricas de a peso. Lo poblano les sale en el nacimiento de talavera.


Recorrimos un poco más el primer cuadro de la ciudad y como buenos queretanos criticamos el cochinero de sus calles.  Vimos a los payasos, a los del EZLN y ubicamos los lugares para comer. Decidimos no pasar más  tiempo en Puebla y partir para Cholula, donde se estaba llevando a cabo un festival de cerveza artesanal mexicana.


Pirámide Cholula


Cholula está pegada a Puebla, pero a los cholulenses no les gusta ser confundido por poblanos.  Y con mucha razón.  Por sus calles adoquinadas juguetean perros semicallejeros.  Hay grandes prados en los que pasean dueños y perros más entrenados. Con razón leo a cada rato que Agustín sale a caminar con Nico.  Los changarros del centro están pintados de colores fuertes: azul rey, verde olivo, rosa mexicano, amarillo pollo, rojo ladrillo. No hay mucha gente en sus calles y apenas puedes creer que a 20 minutos está el centro de Puebla.  Y por supuesto, está su pirámide / iglesia. Sólo tuvimos tiempo de sacar algunas fotos desde el jardín.  El sitio arqueológico queda ahí pa’lotra.


Llegamos al hotel en donde se llevaba a cabo el festival. Varias carpas alojaban a los productores de cerveza, quienes por 20 pesitos te daban un chupito de cata.  Además te explicaban el tipo de cheve, los ingredientes extra utilizados y otras peculiaridades.  Así llegamos a cerveza de bambú (mala), otra oaxaqueña y con miel (machomenos) y otras con nombre de escritor (Poe, pale ale, bastante buena).  En otras carpas había comida y a pesar que habían pasado escasas tres horas desde el atracón, le llegamos a unos choripanes al carbón acompañado de su infaltable chimichurri.  En el centro del jardín algunos niños bien de la UAP jugaban a angry birds y chupaban tirados en el pasto.


Directa del Barril Choripan


La cerveza comenzaba a pegar cuando llegó la hora de partir.  El plan era dormir en Tlaxcala para tomar muy temprano un tour a las haciendas pulqueras.   Volvimos a Puebla y de ahí buscamos la salida a Tlaxcala.  No estoy muy segura, pero hay como 23 salidas desde Puebla a Tlaxcala.  Hasta ese momento, el celular y su Google Maps habían sido nuestra guía.  Pero el celular estaba a punto de morir y no quería encenderlo.  Era tarde y estábamos desesperados.  Los poblanos son unos asesinos al volante que combinado con sus glorietas nada señalizadas y sus retornos imposibles hacen que Puebla se convierta en un lugar de la dimensión desconocida del que no puedes salir y todos de dan camote.  Creo firmemente que los poblanos conspiraron para mandarnos por el camino más pinche: uno obscuro, lleno de topes, baches y conductores locos.

viernes, 19 de abril de 2013

Acomodos camatorios

Antes de que mi Maridaje se mudara con nosotros, yo dormía con los perritos. Mejor dicho: mal dormía, porque conforme Scampi fue creciendo, me iba empujando de la cama. Pero la llegada de un hombre a mi cama significó que los perritos se fueran a la suya. Al principio, era una cama de humanos, que estaba en el cuarto de la tele. Después, cuando empezamos a utilizar esa cama para actividades recreativas, los perritos se fueron a sus camas perrunas, al cuarto de la computadora. 

Al principio estaban sacados de onda, pero dos o tres noches después empezaron a irse a dormir con la orden “a su habitación”. Bajaban las orejas y la cola, pero al final y sin hacer drama se echaban a completar sus 21 horas de sueño reglamentarias. Así estuvieron un buen tiempo. Entonces pasó que nos hicimos adictos a las series de televisión británicas (aka telenovelas), a las de zombis y a las de asesinatos. Compré un par de camas perrunas para el cuarto de la televisión y mientras la televisión sangraba, los perritos dormían plácidamente. Al apagar la tele, cada quien se iba a su habitación. 

Pero entonces llegó el frío y Scampi comenzó de chípil y justo antes de que dijera “a su habitación”, el güerito se iba a la nuestra. Entonces hice lo que debía: llevé sus colchones a nuestra habitación. A veces Scampi ronca. Otras veces mi maridaje ronca. Y me despiertan. (Otras veces ronco yo, pero no me despierto). Y más de una vez, desperté con el corazón en la boca porque se ponían a ladrar. En resumen, no duermo tan plácidamente. Pero no me quejo, me gusta que durmamos todos juntos. 

Un fin de semana, que los perros estaban bañaditos y olían a perfume, le pedí a mi Maridaje que les permitiéramos subir a la cama. “Mientras vemos a Dog with a blog, nada más”. Le puse ojos de Gazpachito asustado y cedió. Ahora, los cabrones se quieren subir siempre. Como que de pronto se acordaron de cuando dormían en la cama. Cada noche es igual. Se sientan muy derechitos y con los ojos fijos en nosotros. Mueven las patitas delanteras con ansia, como conteniendo que las de atrás los catapulten a la cama. Entonces les digo con voz firme: “ya, a su cama”. Scampi y Gazpacho meten el rabo entre las patas y arrastran su desdicha a su mullida cama.

viernes, 5 de abril de 2013

Yo tenía un no-blog chiquito, snif


Me gusta presumir que mis primeras compus no tenían disco duro. Que lo primero que hacía al encender la computadora era cargar el sistema operativo (DOS) desde el floppy (de 5 1/4). Que estuve en internet antes de que existieran los navegadores. Y que cuando mis programas tuvieron persistencia (en dbase), me volé la mente (bad english).

Se que el decir todo esto revela mi edad. Pero no importa. Estoy muy orgullosa de mi pasado computito. Me gusta ser lo suficientemente vieja para haber vivido los grandes cambios. Y como los años-procesador pasan más rápido que los años solares, a mis 77 tengo el derecho de antigüedad para zappear los ipadseros imberbes.

Desafortunadamente, esto de tener 77 años-procesador me hecho atestiguar muchas muertes. Y no, no hablo de Jobs. En estas últimas semanas, al menos dos muertes me han pegado: Posterous y Google Reader. Aunque mi Posterous nunca fue mi blog principal, cuando tuve que elegir, lo preferí a Tumblr. Aunque tengo un Tumblr agonizante y abandonado, me pareció que se debía usar sólo para fotos y memes. Entonces llegó Posterous y decidí que ese sería mi no-blog.



Los posts que escribí en posterous me salieron con un feeling diferente. Ahora, que están a unos meses de que sus bytes mueran en algún servidor gringo, el pinche coraje me hace decir que la plataforma se prestaba para ese algo diferente. Quizá era la foto, o tal vez el extracto que se mostraba al principio. O simplemente el pretexto para probar otra voz. No lo sé. 

Durante las últimas dos semanas, me dediqué a copy pastear todos los posts de Posterous para acá. Con amor y paciencia, descargué su foto, la subí a blogger, seleccioné la misma fecha de publicación, formateé el texto y le puse la etiqueta "Abrí mi posterous por borracha". Pero sobre todo, los leí. Y les lloré. No les cambié ni una coma. Siempre he pensado que los posts deben respetarse. No se deben editar y mucho menos borrar. 

Así que sólo me queda agradecer a aquellos que lo visitaron y comentaron. Gracias a Kabeza por la imagen de ChuperRox y una mentada de madre a los putos capitalistas de Posterous fifififí.

De Google Reader ya hay quien lo dice con más claridad y coherencia, por lo que sólo diré esto: nuncamente compraré una compu de Google, ya le hice pipí a mis Androids y en cuanto salga la versión de paga de Feedly compraré tres y una de regalo.

jueves, 28 de febrero de 2013

Diablo con vestido azul


¿Te enojas si bailo con la de vestido azul?, me dijo mi marido. Sentí cómo se tambaleaba mientras rodeaba mis hombros con su brazo. ¿Verdá que no te enojas, beibi? 

En un capítulo de Cómo me hice monja, de César Aira, hay un conjunto de minihistorias extraordinarias. La protagonista -una niña de 6 años-, ingresa 3 meses tarde a clase y se encuentra que todos sus compañeritos ya saben leer. La maestra decide ignorarla, por lo que la niña se dedica todo el día a imaginar que sus compañeros tienen algún problema emocional y que ella es su maestra. Uno de los chicos tiene un problema peculiar: Su mamá no sabe que en realidad es su papá, ya que es quien trabaja, se enoja y bebe. Y por supuesto, su papá tampoco sabe que en realidad es su mamá, ya que es quien cocina y lo cuida. No recuerdo cómo imaginariamente lo ayudó. 

Gisela nos explica las diferencias entre orientación sexual y género. Eso explica por qué a algunas vestidas les gustan las mujeres. Tal vez a todos los hombres les sigue gustando vestirse de mujer. A la primera oportunidad (despedidas de soltero, novatadas, fiestas de disfraces) agarran prestado un vestido de la madre o hermana y se lo ponen. Supongo que hace un par de siglos no tenían ese problema. Eran ellos quienes se maquillaban, usaban pelucas y camisas con mucho vuelo. Pero la clase media y las feministas les vinieron a joder todo. 

Sólo íbamos a cenar, el plan de ir a Maximiliano (el antro gay de la ciudad) salió al calor de los mezcales. Además de mi marido me acompañaban tres compañeros del trabajo. Debo haber sido la más fachosa aquella noche: ningún maricón, vieja o vestida desafiaba mi look de pants rosa, tenis blancos y blusa negra con el mapa del metro de NY entre las tetas. Un look bastante cutre para la corte de Maximiliano, quien cuelga de un cuadro de marco dorado, con su imponente capa roja y su larga e inmejorable barba. Pero era el Maximiliano, donde quien eres o cómo te vistes no te cierra la puerta en las narices. 

En cierta ocasión a mi ex se le pasaron las copas. No era difícil pues era bastante joto para tomar. Entonces comenzó a contarme de su exnovia bisexual. Siempre que hablaba de sus ex era para chillar de lo mal que lo han tratado las mujeres. Pero hasta esa noche, nunca había escuchado de su novia bisexual. Me contó de la fiesta de disfraces, en la que ella se vistió de hombre y él, de mujer. Sus ojos le brillaron, sonreía y los cachetes estaban rojos. Sólo lo volví a ver así la vez que besó a uno de Soda Estéreo que la hacía de DJ. 

En el trabajo, cuando alguien comente el error de dejar la máquina desbloqueada, otros aprovechan para mandar correos que dicen "Soy bien putote" "Fulanito, ven y truéname el huacal" y cosas así. 

La de vestido azul era prieta y con los cachetes cacarizos. Su pelo largo y negro era una peluca o un cabello muy maltratado. Flaca, flaquísima. El vestido azul turquesa estaba entallado al cuerpo y le tapaba muy apenas las nalguitas. Usaba zapatos (tacones) de plataforma. Como si su altura natural no fuera suficiente. Bailaba cumbias con una chaparrita cuerpo de uva, como decía mi mamá. La falta de grasa en los pechos, nalgas y caderas era sólo uno de los indicadores de que entre las piernas tenía un pedazo de carne apachurrado. 

Los suricatas macho, cuando son cachorros, parecen hembras. Así engañan a los machos dominantes, sus futuros contrincantes en el amor sexo. En cambio, hay serpientes macho que cuando tienen frío se hacen pasar por hembras, para que otros machos se les restrieguen y les den calor. 

En Cómo me hice monja, resultó que se la niña se llama César Aira. 

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La del vestido azul acaparó la atención de mis compañeros de borrachera. Me sacaron del círculo del desmadre para discutir quién la invitaba a bailar: Sácala a bailar o qué, ¿vas a dejar de ser hombrecito?. No güey, a ver, sácala tú. Por eso me puse a bailar sola. Cumbias. El reflejo de la puerta de emergencia me regresaba mi imagen moviendo las caderas. Los genes paternos fueron generosos conmigo y con mi trasero. Nadie me miraba, excepto la del vestido azul turquesa.

martes, 12 de febrero de 2013

Vendo membresías del club de fans de Ricardo Ortega

Ricardo, también conocido como mi viejo o mi maridaje, es escritor. Hay gente que al enterarse de su modus vivendi reaccionan como si les hubiera dicho que era domador de leones o sacerdote mormón: ¿De dónde lo sacaste? Y aunque los círculos queretanos de literatura tienen algo de cirqueros y fanáticos, lo que esperan es un ingeniero o computito afín.

Pero bueno, es escritor y lector de tapa dura. Me arrastra por ferias, expos y ciudades en la búsqueda de libros. Hojea cada libro, piensa en comprarlo -o no- un par de horas y luego camina media feria de regreso para comprarlo. Una vez, hasta volvimos al día siguiente. En las librerías, me he terminado libros completos por estarlo esperando (soy lectora voraz y veloz. Y sólo eran 50 hojas, ja). A veces, me convence de comprar libros que él quiere con mi presupuesto. Otras veces busca autores que no existen y resulta que nadie los conoce. Ahora, con el iPad colecciona ePubs. En secreto le doy gracias a S.Jobs por su inventito.

Sí. Mis pies sufren. Pero a veces, sufre más mi corazón cuando escribe. Su ficción tiene enormes referencias a su vida real. Así que a veces, las mujeres de sus cuentos además de ser las nalgonas esposas (o afín) del protagonista, son unas hijas de la chingada. En un bosquejo de cuento, en el que el hombre era maltratado y manipulado por una perra calculadora que lo obligaba a tener la cocina limpia, me hizo llorar. No hacía mucho que habíamos tenido una discusión cocinil. Es ficción, me repetía.

La mera verdad es que es un honor vivir ese proceso creativo de cerca. Desde reconocer su cara de "estoy inventando un cuento en este momento" hasta ir viendo como pule y crece cada cuento. He leído versiones espermatozoide, en las que la versión final apenas y se reconoce ese gen original. Sé cuando sufre mientras crea y cuando se siente inseguro de que se entienda. Leo, releo y escucho que lee.

Hace algunos meses, le publicaron un plaquette que es algo así como un folletín para jóvenes escritores. Yo le ayudé a maquetarlo en ePub, reeditarlo y subirlo a una página web, donde ya también le dio por la bloggeada / exhibicionismo.

Por supuesto, yo soy fan #1 de lo que escribe y desde ya, me autonombro presidenta del club de fans de Ricardo Ortega, administradora de la lana, mánager, secre en minifalda, aprobadora de entrevistas, webmaster, community manager y musa.

Pero ahora lo que importa que ustedes digan qué les parece. Ojalá lo lean y tengan tiempo de comentar que les pareció. Ah y recomienden ¡Gracias!

(Click en la imagen para descargar)


jueves, 7 de febrero de 2013

Vendí mi Almera y no chillé ni nada de esas mariconadas de hombres

El martes di de baja el Almera de Tránsito de Jalisco. El trámite fue muy sencillo y rápido. La verdad es que en la Unidad Administrativa las Águilas siempre me han tratado retebien. Hace un par de meses que el Almera ya no es mío. Se lo vendí a mis cuñadas. Una tarde, lo recogimos donde su mecánico de cabecera y les dijo lo que ya sabía: el motor y sus partecitas estaba chidas. Otra cosa era la pintura, que se cayó de la nalga derecha y un lado tenía enormes rayones. Fuimos a tomar una cerveza a La Castellana para festejar, firmé la factura, agarré el dinero y ya: el Almera no era mío.

Almera: no es mío.

No sentí nada. Ni siquiera porque fue mi primer coche y me acompañó durante 11 años. Qué pinche insensibilidad automotriz. El Almera no tenía nombre. Alguna vez le llamaron jerimóvil, pero yo nunca lo bauticé. Aguantó unos 9 años sin quejarse. Con afinaciones, cambios de aceite, llantas, amortiguadores y frenos seguía andando bien. De pronto empezó a rechinar de más al frenar. El tablero se le calabaceaba y supongo que la fascia también. En el año 10 le falló por primera vez la dirección y tuve que cambiársela. Lo último que le cambié fue el sistema del enfriamiento y la batería. Nunca lo hice queretano, ni siquiera cuando el Góber (mi amigo Pepe) empezó a pagar por uno la tenencia. Era mucho pedo. Pedo del que no me libré al comprar a Rojo (mi examigo Pepe)

Lo cierto es que el Almera fue un gran coche y, aunque sea una insensible automotriz, tengo la responsabilidad moral de hablar de él. Así que aquí va:

Compramos (en ese entonces estaba casada) el Almera porque mi mamá sacó uno igualito y me encantó. Habíamos estado pagando en AutoFin una cosa fea de la VW, pero Almera era automático (muy importante), 5 puertas, con aire acondicionado y estéreo con CD (guau). Cuando recién lo compré, no le ponía bien las luces. Creía que la posición normal eran las altas, así que andaba con sólo los cuartos en la noche. Después del divorcio, Palomito (mi perro LabMix) era mi copiloto: viajaba sentado superderecho, con la vista fija y atenta al frente. Ni los lavavidrios lo podían distraer. En el 2003 lo llené de mis chivas y nos mudamos a Querétaro. Comencé con lo que cupo en el Almera. Me acompañó a antros y pedas. Mis amigos lo manejaban por mí. Lo vomité unas 3 veces. Lo llené de borrachos mientras recorríamos la ciudad. Pasamos solos (Almera y yo) algunas madrugadas del domingo dando vueltas en Bernardo Quintana. Me llevó a Manzanillo y muchísimas veces a Guadalajara. En una de esas veces, le pisé hasta 160 y me detuvo un federal. Me dejó ir con sólo una advertencia. Casi no viajó al DF porque los policías son unos culeros con los coches extranjeros. Una vez me detuvieron cuando íbamos al aeropuerto. Angélica y yo íbamos a Europa y querían que hiciéramos escala en el corralón. Nos dejaron ir sin mordida (tal vez no son tan culeros). Otra vez entré al DF cuando era mi día de no-circula. Tuve que abandonarlo en Izcalli y volver por él a las 12 de la noche. Iba con una perra recogida, así que tomé un taxi pirata para que me llevara a casa de mi abuelo. Creí que el Don me iba a violar, matar y volver a violar ya que manejó por lugares perdidos de buda, pero sólo me dejó a la entrada de la colonia: no quiso entrar al DF. Con Gazpacho, el asiento de atrás se llenó de pelos negros. Con Scampi, las orillas quedaron rayadas con sus uñas. En el 2005 una pedrada le hizo una grieta en el parabrisas. Cuando volví de España, el vidrio estaba compuesto. Pobre Almera, sólo mi papá lo sobaba con cera y le lavaba las vestiduras. Yo apenas y lo bañaba. Un día se le descompuso la alarma y nunca se la volví a poner. El CD también chafeó y mejor le puse una chunche que manda al radio lo que toca el MP3. Los pinches escuincles de la prepa me lo rayaron cuando vivía en el cerro. Cuando Ricardo y yo nos arrejuntamos, no quería que lo manejara. No me gustaba ser la copilota; no me gustaba perder el poder. Poco a poco fui “poniéndome flojita” en la manejada y muchas cosas más. Nunca lo golpeé gacho. Sólo tenía un raspón oxidado en una de sus puertas. Eso sí, se le descarapeló la pintura cerca del vidrio de atrás. Como que es un defecto de fábrica; he visto varios almeras así. 

Mañana llevamos a Rojo a su servicio de 10,000 kms (qué rápido crecen, snif) y aún no me acostumbro a la dirección manual. Justo ayer, se me apagó dos veces de subida y pensé en el Almera, mi coche de señora, snif. A la primera pendejadita mecánica de Rojo y vuelvo por Almerita, bua.

lunes, 4 de febrero de 2013

Íbamos para Chapala, pero terminamos en el parque metropolitano


Traía ganas de charales y micheladas. Chapala, pensé. Les comuniqué mis alcohólicas intenciones a mi familia y aceptaron acompañarnos.  Así que el domingo, muy temprano (12:30) salimos rumbo al jalisquillo lago. Viajar con una niña de un año y dos perros tiene su grado de histeria. Silla, correa, pañales, bolsas, platos, biberones, juguetes. Por eso digo que era temprano.

Ir a Chapala al menos una vez al año, o a alguno de los pueblitos que están en la ribera, es obligación de todo tapatío.  Hasta la virgensita de zapopan va.  Pero yo no soy tapatía de nacimiento, así que la primera vez que fui al charcote fue en mi cumpleaños número 12.  Mi abuelo estaba de visita.  Tomamos una lancha hasta la isla de los camarones.  Yo llevaba vestido.  Más o menos a esa edad dejé de usar vestidos de niña. Mi mamá me los mandaba hacer con una amiga de mi abuela.  Aquel vestido era rosa y tenía un olán en el cuello, por lo que en la foto de la lancha, el aire levantó el olán y sólo se me ve media cara.  Comimos en un restaurant frente a lago y mi abuelo pagó unas canciones de mariachi.

En tercero de secundaria, fui a un retiro espiritual a un rancho de las monjas que está en Jocotepec, uno de los pueblitos de la laguna. Mis papás no me querían dejar ir a ese "retiro", pero yo, más por ir con mis amigas que por piadosa, insistí.  Cedieron y soltaron la lana para el viaje. A las monjas les gustaba hacernos llorar en los retiros. No era difícil. Bastaba con que le echaran sal a la herida de una compañerita (la que acababa de perder a su papá) o hablar de lo agradecidas que debemos estar con dios (por tener todos los días que comer) o simplemente con que nos asustaran con el infierno, para que el llanto se hiciera contagioso y cincuenta niñas comenzaran a berrear.  Ya saben, la mañosa técnica de compartir un sentimiento para "encontrar a dios" y luego darnos dulce.  Esa vez fue nieve de garrafa.  Yo no sabía qué eran las nieves de garrafa de jocotepec.  Así que cuando mis compañeritas se  enteraron, me vieron como extraterrestre chilanga.  Pero como nos sentíamos muy unidas por habernos limpiado los mocos con el mismo kleenex, no me agredieron y decidieron guiarme por el camino de las nieves de joco: pide barquillo y de dos sabores. Desde entonces, la de coco es mi favorito. 

Asistí a una prepa donde algunos de mis compañeritos eran riquillos.  Tenían casa de fin de semana en algún punto de la ribera de Chapala.  Por eso, conocí Ajijic y San Juan Cosalá. Ajijic es más nais.  Casas enormes, casi todas pintadas en colores fuertes y con hartas plantas. Alberca, jardinsote y asador. Además es english spoken y pet freindly.  Ajijic es uno de los lugares donde los gringos jubilados vienen a morirse.  Se organizan en grupos para bailar, leer e incluso, montan obras de teatro.  Gracias a ellos, el valor inmobiliario de la zona es alto.  En San Juan Cosalá casi no hay gringos y las calles son más polvosas. De lo que más me acuerdo es de un pan dulce delicioso.

Después me fui a vivir a Querétaro y no volví a Chapala ni a sus pueblitos anexos.  Sólo escuchaba a mi mamá lamentarse de lo pinche que estaba el lago. Es tan triste que ni queremos ir, pero vamos porque es obligación de todo tapatío, me decía.  Hace poco me informó que las aguas del lago se habían recuperado y el malecón estaba saneado .  Pero lo que me convenció de ir, fue la mención de micheladas y charales.

Así que aparté una noche en un Bed and Breakfast regenteado por una pareja gringa y sus perros en Ajijic.  Durante todo el fin de semana, mi maridaje y yo nos dedicamos a fresear en restaurantes, a fornicar y a caminar por el malecón en búsqueda de la michelada perfecta.  Fue un bonito reencuentro con la laguna y firmé la paz con mi pasado chapaliano.  Por eso quería volver con mi sobrina e hijos.

Pero apenas tomamos la carretera a Chapala, la encontramos aperrada de tapatíos que decidieron ir a cumplir su obligación justo el mismo día que tenía antojo de charales.  Como mi papá es bastante desesperado, tomó el primer retorno, hicimos escala en el Oxxo y en las carnitas y terminamos en un picnic el parque metropolitano, lo cual no está tan mal porque el mentado parquesito rulea.

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miércoles, 23 de enero de 2013

Visa en tiempo real


Es la 1:22am y estoy luchando contra morfeo. En 40 minutos tengo que partir a la central para tomar un autobús que me dejará en la embajada gringa.  No tenía interés en renovar mi visa, pero el curso queda mi ídola Lyssa  Adkins patrocinado por la empresa, me hizo cambiar de opinión.  Mi maridaje se rindió; ronca a mi lado.  Estoy cansada.  El día de hoy tuvo mas mierda y complicaciones de lo normal.  Por eso nos fuimos a cenar una cerveza Josefa.  El medio litro cuesta 60, pero pega como tres.  También comí queso con chapulines.  Se supone que estoy a dieta, pero a veces se necesita cerveza artesanal para el alma apachurrada.  Un masaje y baño con agua quemante después, estaba lista... para dormir. Por cierto, me acabo de enterar que Before Midnight se estrena este año.  Amo las lonjitas de Celine.


1:50 am Hora de hacer, por quinta vez, el chequeo de papeles y demas chingaderas. (y la pinche tablet que no agarra el acento, grrrr)


2:05am salimos de la casa.  Cosas que ves los martes de madrugada en Querétaro: más perros callejeros, más trailers, puestos de tacos limpiando, una virgen con exceso de lucecitas en la carretera, una bicicleta abandonada en el Mega.  Muchos taxis.  Besos a mi marido.

2:17am llego a la central de autobuses.  Me encuentro que le quitaron un camellón para lo único servía era para que los autos se pusieran en doble fila y los policías se enojaran. También organizaron los taxis y ahora tienen baño, boletería y plataformas de embarque. Ah, Querétaro el primer mundo.  Entro a Primera Plus y luego a la aduana hacia México.  Desde Querétaro, viajar al Deefe supone inspección de mochilas, paso por marcos de seguridad y "polis" haciendo notar el evidente frío.  También te toman video.  Subo al autobús y me toca ir sola, ¡yei!

2:35am parte el autobús.  Dependiendo a la ciudad a la que vayas, Primera Plus también te ofrece diferentes "ventajas".  Al aeropuerto, te dan iPad.  A la embajada, unas pantallas android cuelgan del respaldo frente a uno.  Sin duda, los autobuses de turismo en México son de lo más cómodo y fresas que hay.  En  Europa por ejemplo, viajas como sardina. El respaldo apenas y se reclina.  Olvídate de tener tele o launch.  Supongo que tanta fresedad obedece al clasismo mexicano. Y a que no hay tren.  Prendo el coso de android y lo vuelvo a apagar. Tengo sueño, saco mi cobijita, acomodo las orejas detenedoras de cabeza (otro plus), me bajo el gorro hasta los ojos y duermo.

5:30am A pesar de haber sentido los topes de bienvenida de la Ciudad de México, seguí prácticamente dormida hasta donde está la embajada.  Primera plus tiene una sala de espera en donde puedes ver la tele y quitarte la cara de desvelada.  Eso sí, no tienen internet.  ¿No que muy chingón primera plus?.  Mi cita es a las 7:30. No se si intentar dormir.

6:00am Despues de la hermosa noticia de que Piqué y Shakira ya son papás, una señora nos explica el proceso que siguen los gringos y que ellos nos llevan al CAS.  A la embajada, se va cada quien a pata.  Reviso mi documentación y CREO que sí aplico como renovación. Yei, otra vez.


7:00am No dormí. Era hora de partir al CAS. A pesar de ser esas horas de la madrugada, los chilangos se arremolinaban en los puestos de tamales, garnachas, café y pan. Y yo ni siquiera me despierto a las 7.  Van entacuchados en bici o caminando.  En negro, gris o un color igual de serio.  En el Ángel, un voceador grita cosas raras; como que "padece de sus facultades mentales" , dirían en el canal 5.  Entonces algo sorprendente pasa: los autos se detuvieron en un paso peatonal sin necesidad de tener semáforo.

7:15 Llegamos al CAS.  El policía me indica que tengo que esperar. 5 minutos después me deja formarme.  Documentos a la mano, celular sin pila, nada de comida.  Revisión de cita, revisión de pasaporte, foto, huellas digitales y adiós.  15 minutos después estoy fuera.  No tengo que entrevistarme con ningún gringo, pero tal vez tenga que volver: mis huellas están gastadas, me informan.  Ya me lo esperaba, esas chunches que escanean yemas nunca me funcionan. Si no le parece a la embajada, me tendrán que tomar la muestra con tinta.

7:45 Me acuerdo del Pozole de Toño.  Mejor pozole que starbucks o sangrons.  Además me ando haciendo del baño. Camino hacia la zona rosa y guiada por sexshops, cantinas y antros cerrados.  Las calles vacías, sólo los de limpieza barrían y echaban agua.  El teléfono me había asegurado que el Pozole Toño estaba abierto las 24 horas.  Y fue cierto:  5 minutos después tenía frente a mi un pozole chico y un café.

8:15 De vuelta a la sala de Primera Plus. Ahora sí, el tráfico en Reforma es de Ciudad. Frente al Sangrons, casi me atropella un Infinity Negro. ¿Esos coches los venden en México? Qué bueno que no morí, porque seguro el tipo se hubiera salido con la suya. En la salita, me doy cuenta que sí hay internet, sólo tenía que pedir la clave. Siento haberte injuriado, Primera Plus. Me informan que aún no hay cuórum para tomar taxi compartido a la Central del Norte. Espero escribiendo en la Asustaniana. La verdad, no la amo. Su pinche teclado se cambia, no deja escribir bien, se pone el mouse donde se le da su chingada gana. Definitivamente ya di el viejazo y seré de esas rucas aferradas a sus computadoras. “En mish tiemposh she llamaban Pecé” les diré a los escuincles. En la tele (televisa), continúa felicidad por el nacimiento del escuincle de Shakira.

9:00 AM Considero la posibilidad de irme en metrobús y luego metro a la central. Pero me da hueva. Sigo escribiendo y regocijándome del milagro del nacimiento 

9:30AM Dos Ñores de Celaya están dispuestos a compartir taxi conmigo. Nos toca a 40 pesos por persona. “Es taxi seguro” nos asegura la vendedora y guía de visado. Me subo al frente de un coche negro. No le veo finta de taxi. En la primera cuadra, el chofer aceleró para evitar un semáforo en rojo. Sí es taxista, pensé. Pero eso de “seguro”, no tanto. Para tomar el circuito interior, se metió por el acotamiento amarillo y le echó el coche a unos patones. Eso sí, hicimos 10 minutos a la central. 

10:00 AM era la hora que decía mi boleto de vuelta a Querétaro. Hay que pasar otra vez por la aduana y revisión del DF. Antes de los arcos revisores, tienen un tablero con fotos denunciando rateros. Las fotos son parte del video que siempre te toman. ¿Entonces de qué sirve tanta revisada y manoseada si aun así se les suben los maloras al camión? Justo cuando me iba a vivir a Madrid, unos vándalos me robaron la bolsa en el camión. Me quedé dormida y ya no apareció. Adiós celular, 300 dlls y credencial de votar. De menos el pasaporte (con visa de estudianta) lo traía amarrado en la panza. Comenzamos a abordar hasta las 10:05. Esta vez, el autobús es de los normalitos. Con tele que baja del techo y descansa-cabezas sin alitas sujetadoras. Pero me dieron un yogurt yoplait y un cuernito. Dormí y no desperté hasta que sentí los topes de entrada a la central queretana. 

12:50PM Mi maridaje me recoge a en la central. Preferí ir a casa a darme una manita de gato y no lucir tan demacrada (no lo logré en su totalidad). El trámite me costó 10 horas de mi vida, 400 pesos de camiones + 160 Dlls a mi tarjeta + 100 pesos de taxi y desayuno. Espero que los gringuitos comprendan mis dedos trabajadores y no me hagan volver a ponerlos en tinta. En general me fue fue bastante bien. 


Nota para sacar la Visa gringa: Todo se hace por internet, hay que entrar al sitio de la embajada en donde se llena una forma. Yo me tardé como una hora cuando mucho.  Después tienes que pagar (yo lo hice por teléfono, con cargo a mi tarjeta) y sacar cita en el CAS.  Esto se hace por teléfono o por internet. En esa cita, lo único que hacen es tomarte fotos, huellas dactilares y se quedan con tu pasaporte y visa (si se tenía). Creo que sólo se considera renovación (y no se tiene una segunda cita) si la visa no tiene más de 48 meses vencida. Si nunca sacaron visa, sí hay que ir a entrevista con un gringuito en suelo americano. Esas son las que son perras, ya que depende mucho del humor del tipo. Los hombres y más si son jóvenes son los que tienen más pedos. Lo ideal es llegar presumiendo estados de cuenta, trabajo bien remunerado y propiedades. Y que no te vean ganas de quedarte, ja.  Cuando le toque a mi maridaje ir, podré contarles más

martes, 15 de enero de 2013

Asustiniana, mi nueva tabletita

Me compré una Tablet Asus nomás por convivir. Asustiniana, la acabo de bautizar. En realidad no necesito demasiado a Asustiniana. Pero como Valerie ya colgó las teclas y a veces me dan ganas de ver videos de TED echada en la cama, compré la mentada tabletita.

Tomé la decisión de comprarla mientras comía una torta de romeritos. Me levanté de la mesa y anuncié: voy a comprarme una tablet. Tomé la torta de bacalao que me faltaba por comer y salí rumbo a Best Buy. Dos horas después, se la presumía a mi madre. ¿No que te ibas a comprar una tablet?, me dijo. Y es que la gente le hace el feo a Asustiniana porque tiene teclado.

Asustiniana, no la real

El teclado (le llaman dock) tiene varias maravillas: pila extra, hoyito para USB, hoyito para SD y demás tarjetitas. Y por supuesto teclas porque soy una anciana que se niega a escribir sin que suene tacataca. Además, la tablet tiene miniHDMI y hace que la ame. Pero el verdadero y gran plus es que es roja. YouTube me informó que tiene un núcleo de 4 cores o cuatro núcleos o algo así que suena que es la última chingonería que procesa bytes.

Mi marido obtuvo en herencia y a cómodos plazos el iPad 2 de mi padre. Por supuesto, lo que mi padre quería era la iPad 3, para poder mandar fotos de su nieta iguales a las de antes. Y como somos una pareja de ancianos, a las 8:30 nos vamos a la cama y mientras leemos cada quien en su tablet, nos mandamos besitos por chat. A las 9:30 apagamos la luz y las tablet descansan en el buró que está de mi lado. Por San Linus Torvalds, duermo con una iPad junto :(

En los youtubes hay varios videos que comparan la Asus con los iPads. Yo no voy a decirles cuál es mejor. Sólo les diré que Ricardo me roba a Asustiniana porque el Angry Birds Star Wars gratis prácticamente no tiene niveles para iPad. In your face, dead Steve Jobs!

En fin, la verdad es que estoy traumatizada con algunos de los videos en los YouTube, sobre todo los de TED. Si algún día sienten que la vida no vale nada y no tienen un tequila cerca, métanse al canal de TED.

jueves, 3 de enero de 2013

Ramona en adopción


El primer día del año y para bajar la panza de tanta tragadera, nos salimos a caminar al parque.  Una perrita mestiza se nos acercó.  Gazpacho y Scampi no le hicieron el feo, a pesar que es un poco más alta que ellos (últimamente Scampi le huye a los perros altos).  La perrita se acercaba a toda la gente moviendo la cola.  Otros perros le olían el trasero con insistencia y ella los rechazaba a brinquitos.

Es de raza única, mediana (no más alta que un labrador) y con manchas como si fuera beagle.  A pesar de ser tan sociable, era notorio que fue abandonada o al menos descuidada.  Tal vez y hasta la echaron por andar es sus días.  Se le sienten un poco los huesos, pero nada que no se resuelva con croquetas.

La llevamos al veterinario ayer y resulta que estaba infestada de pulgas.  Pobrecita.  Las pulgas matan lentamente a los perritos.  Como está en celo, no la puedo esterilizar hasta dentro de 15 días, pero por lo demás está bien.  Salimos de la veterinaria con ampolletas antipulgas para todos.  

Como siempre que recojo perros, Gazpacho y Scampi están celosísimos.  Pero la perrita es muy buena y se porta bien.  Eso sí, es muy besucona y cariñosa.  Está en hogar temporal conmigo, así que si saben de alguien responsable que quiera adoptar, avísenme.

Gracias de antemano por difundir, esterilizar y no comprar perros. Esta es la liga en Facebook.