jueves, 24 de abril de 2014

Invitación a la presentación de Stenopelmatus y otras revelaciones extremas

Me pregunto si ser la mujer del escritor me da derecho a contarlo. Si como la mayoría de las esposas debiera de aguardar sentada en primera fila y con una sonrisa servir de apuntador en las conferencias del Señor Escritor. O ser la guardiana del copyright y las regalías como la Kodama. Lo más atrevido que he escuchado es a la señora Pacheco hablar de alguna de las manías escritoriles del Premio Cervantes. 

No, no estoy segura si deba contarlo, es como si estuviera revelando la receta de la Coca-Cola o algo así. 

La cosa es que vi nacer cada una de las historias que conforman Stenopelmatus, y ahora estoy a punto de contarlo. Y no soy la única. Pero no piensen mal, no soy parte de ningún harem (aún). A lo que me refiero es que tenemos un grupo de escrituras, Horizontal, y más de uno ha sido testigo de lo que estoy por relatar. Al fin y al cabo... ¿No es la realidad un subgénero de la ficción? Todos tenemos una historia de la historia. Ésta es la mía. 

Una noche tuvimos una discusión matrimonial. De esas que se deben de tener cuando uno de los cónyuges no tira los envases tetrapack vacíos a la basura y el otro debe quejarse con amargura. La discusión de “no podemos vivir en la porquería” estaba caliente cuando al escritor que le da por meterse en los matrimonios sacó una cucaracha de debajo del refrigerador. No cualquier cucaracha. Era una grande y que se movía rápido hacia la sala. Una cucaracha lo suficientemente desvergonzada como para salir cuando hay gente presente en la cocina. El pleito no duró mucho; tuve que subir a la habitación para que Ricardo vaciara el bote de Raid por la cocina. (Soy alérgica al Raid). 

Al día siguiente y después de cenar, lavaba los trastes mientras Ricardo me leía algunos párrafos que había escrito durante el día. La escena narrada comenzó a sonarme muy familiar: había una esposa gandalla y manipuladora que no limpia la cocina y un insecto. Lloré frente al fregadero y Ricardo trató de consolarme diciendo “no eres tú; no importa lo de los tetra-pack”. Al final me convenció, pero sólo porque estaba muy bien escrito. Hoy, ese cuento se llama Stenopelmatus, y —aunque el pleito no está—, el insecto, mejor conocido como cara de niño, sigue presente y da título al libro.

Hay dos cuentos cuyo germen vi por primera vez hace más de 4 años: Mollusca y Valor. En aquel entonces Ricardo masticaba aún más que ahora las palabras. Leía sus cuentos escritos a mano en una sala con cuadros en las paredes. Su cuaderno reposaba en una mesa cubierta con un mantel verde olivo. Teníamos café aguado y galletas. Las palabras no son las mismas y el planteamiento de la historia es ahora diferente. Sin embargo, el brinco desde el trampolín de 10 metros y el sexo casual sigue ahí.

De esas reuniones también germinaría Horizontal, nuestro taller de escrituras. Una vez que Coatl, Ricardo y yo dejamos ese taller de los miércoles sentimos la necesidad de seguir tallereando nuestros textos. Igual de importante es que nos motivamos y animamos a seguir escribiendo y hasta nos animamos a compartir nuestra pasión con los demás. Horizontal ha tenido varios integrantes; algunos se quedan más tiempo que otros, pero los tres seguimos ahí, cada lunes, cada quince días.

En Horizontal vimos crecer otros cuentos de Stenopelmatus como Figura, Roedores y Un hijo adoptivo. En un inicio, Ricardo pensaba que el hilo conductor de los cuentos serían los insectos y demás animales desagradables. Al final, la familia y las relaciones de pareja ganaron la partida. Y como la publicidad que se grabó en la RedQ dice: en más de un cuento “el lector se verá misteriosamente reconocido”. Porque al final, todos tenemos cucarachas en la cocina.


Stenopelmatus nació entre angustias. Un día antes de que recibiera la llamada de la editorial diciendo “ganaste, te vamos a publicar”, Ricardo recibió un mail donde le decía que se pusiera en contacto con la editorial. “¿Por qué me dicen eso? Ni modo que me llamen para decir que no gane”. Pero no quiso albergar esperanzas. No dormimos bien esa noche. Y después de la llamada la duda: “tengo que corregirle muchas cosas, ¿me dejarán?”

Y así pasaron los meses y pasaron las angustias. Ahora sentimos emoción, satisfacción y orgullo. Después de prácticamente un año, Stenopelmatus está en Querétaro y este 30 de abril lo presentaremos en la Vieja Estación. Los esperamos.


Muchas gracias a Coatl por las ideas, los videos y las ganas contagiosas y a Hugo Cervantes por la voz y las críticas.

Les dejo información del evento en facebook, cómo llegar al centro cultural y un extracto de Mollusca, uno de los cuentos de Stenopelmatus.