martes, 31 de mayo de 2011

Blackberry people

No tengo smartphone. El celular que tengo me lo regaló mi hermana, ya que se lo dieron con su plan. Es de esos “amigos” que venden en el oxxo por 300 pesos. Igual salió reculero porque se descarga cada dos días. No me compro otro porque prácticamente no lo uso: gasto algo así como 100 pesos cada mes y medio en saldo.

Y es que me caga hablar por teléfono. Nunca hablo “para saludar”. Tampoco sigo conversaciones tipo ¿Qué has hecho?, no importa que el que pague sea otro. Supongo que es consecuencia de algún trauma es infantil Telmexiano. En aquellos análogos tiempos, apenas descolgaba el teléfono, y mi papá gritaba ¡no te tardeeees!. También está el hecho de que soy práctica y antisocial.

Los celulares de mis fellow computitos son acá, la última tecnología de 5GSMHR2. Cuando los ponen sobre las mesas de juntas parece una pinche exhibición de Telcel. Casi me da pena mi teléfono de escuincla. Pero entonces, suena el ring-tone de angry birds o starwars y amo a mi celular sin carga.

He intentado dejarlo, no tener celular. Pura pinche idea hippie que, como andar por la vida sin calzones, nunca llevaré a cabo. Me siento orgullosa que, a diferencia de muchos telefonoadictos, no tengo reacción pavloviana ante el rrrring.

En las primeras dos temporadas de los Soprano, no utilizaron los celulares. Escenas hablando en casetas telefónicas, a deshoras y bajo la lluvia hacían ver a Tony aún más dominante (y sexy). Qué mejor manera de hacer valer organigrama que decir: espera mi llamada en la caseta. No sé a qué hora, no me importa si te enfermas, chingas a tu madre si no contestas.

Otra de las series en que se vivió el cambio de no tener celular a tenerlo, es Sex & the City. Carrie se negaba a usarlo, hasta que en un episodio las cosas se complican y no pudieron contactarla, dejándola plantada en su cumpleaños y al borde del drama. Por supuesto, termina cediendo ante la tecnología y en el final, nos enteramos del nombre de Mr. Big con la llamada entrante del celular.

Las tramas de las series de estos días hiperconectados son inconcebibles sin el celular. Desde los iPhone 5 que utilizan en CSI, los smarthphones de los ñoños de Big Bang, hasta la despedida del papá de Marshall, en HIMYM.

Por eso, cuando comencé a srereremirar Seinfield me preguntaba qué trama podrían hacer con los celulares. Capítulos completos se irían a la basura si éstos aparatejos hubieran existido en esos días. Confusiones como ponere de acuerdo para ir al cine (y que se equivocan de salas) o llegar a la cabaña del Bubble boy, valdrían madre con el celular.

Así que cuando vi el capítulo de Curb Your Entusiasm 7x10 en el que se “reune” el elenco de Seinfield, mi corazoncito Seinfildezco gritó ¡Get Out! al descubrir que uno de los argumentos conflictivos estaba relacionado al iPhone. Eso, sin contar el reclamo que le hace Jerry a Elaine al llamarla “blackberry people”.

Gracias, Larry David :')

martes, 24 de mayo de 2011

Mad Men S01: Cry Baby

No había escrito porque estaba viendo Mad Men. Como lo indica mi tag Don Draper, la serie me tiene traumada. Y justo este sábado el mundo terminó para mí: se me acabaron las 4 temporadas de Mad Men y ahora tengo que esperar como embarazada con la espalda jodida. Tengo que confesar que no fue amor a primera vista. El drama quinceañero de todos (¡TODOS!) los personajes me provocó salir a golpear jovenzuelos. Afortunadamente, para el final de la primera temporada y durante toda la segunda, le hallé sentido a la vida y dejé de golpear gente.

Si Mad Men transcurriera durante los dosmiles, la agencia de publicidad Sterling & Cooper sería una fábrica de software (tipo Facebook o Google). En vez de Marilyn tendríamos a Lady Gaga. En lugar de Vietnam, la Guerra del Golfo parte 2. En vez de alcohol tendríamos… alcohol. Da gusto saber que las cosas buenas son atemporales.

¿No saben de lo qué hablo? Para su suerte, tengo hasta marzo de 2012 para contarles.

Temporada 1: Donde sabemos porqué chillan todos.

Peggy, una joven secretaria llega a trabajar a la agencia de publicidad Sterling & Cooper. Entre humo de cigarro y borrachos, se las ingenia para complacer a Don Draper, el líder moral / dios-creativo de la empresa. Comienzan los sesentas y es una gran época para vivir en Nueva York y trabajar en publicidad. Hay dinero para gastar en pendejaditas y los creativos muren por hacerte creer que necesitas lo que no necesitas. Justo acaban de inventar la píldora anticonceptiva y así podemos tener dramas que incluyen copulación irresponsable. Por eso, Peggy se enreda con Pete, quien al día siguiente de encamársela, se casa. El sufrimiento amoroso derivado de la caída de chones de Peggy no se compara con el sufrimiento de Don. Apuesto y adinerado, con una esposa gracekelliana, no sabe si pasar más tiempo con la familia o con la sucia y drogadicta amante hippie (no imagino porqué) Sin embargo, un obscuro secreto es lo que realmente lo acosa: Don es Dick. El verdadero Don murió en Corea y el muy Dick se hizo colgar las medallitas de Don. Y es que el ranchero pobre Dick-Don tuvo una mamá puta y un padre cabrón (ay). Al recién casado Pete no le va mejor. Descubre que las mujeres están locas y más cuando toda la vida han sido adineradas y consentidas. Con los suegros respirando sobre el cuello, Pete llora y se consuela, de vez en vez con Peggy. Betty Drapper también está loca. Mata los palomos del vecino y sufre por ser ama de casa. Se desquita con los niños y con Don, quien llega cansado de trabajar sólo para escuchar sus recriminaciones. Pero hay que entenderla, es una época difícil para las mujeres. Entre ellas, la que más resalta (en parte por la cantidad de bolas que tiene repartidas en el cuerpo) es Joan. Jefa de las secretarias, se las sabe de todas en Sterling & Cooper. Y no sólo porque se acuesta con Sterling, si no porque es inteligente y obtiene, usando desde un par de nalgas hasta un comentario a tiempo, lo que quiere. Sterling, el socio más joven, sufre por… en realidad no sufre más que un ataque cardiaco ya que es un cínico. Por supuesto, hay más gente con sus propios dramas: un maricón de clóset, un escritor de clóset, un alcohólico conocido, un par de niños descuidados, una vecina metiche y muchas amantes para Don. Otros grandes protagonistas son el alcohol y el tabaco que, sin la moralina hipócrita de esta época, podemos disfrutar a través de la pantalla. Esa temporada cierra con Don Draper dejando a los ejecutivos de Kodak con la lagrimita de Remi al hacerles un comercial ahora conocido como “momentos vomitivos kodak”. Don se da cuenta que ama a su familia y piensa -por dos segundos- dejar a sus amantes. Entonces llega a su casa y la encuentra vacía. BUA. De menos, final para Peggy es más espectacular. Durante 13 capítulos, la vimos crecer en inteligencia y medidas. De secretaria, pasó a ser parte de los creativos-escritores. Su habilidad publicitoril e ingenio la hizo ganarse un lugar entre los hombres, quienes envidiosos decían que había subido de puesto porque se acostaba con Don. Pero fue Pete quien le arruinó el festejo de promoción; sin saberlo, Peggy estaba embarazada y comienza a parir.

domingo, 8 de mayo de 2011

Échalo a la Patita

La Patita era la alcancía de mi hermana, Bere.  Aunque el personaje es Daisy, la novia del Pato Donald, la alcancía era simplemente la Patita.

Mi alcancía era de Mimí, la ratona.  Creo.  La verdad no me acuerdo bien.  Lo que estoy segura es que cada quien tenía la suya, por aquello de la repartición de los dineros.  Además, siempre tuvimos juguetes parecidos y que se complementaban.  Por ejemplo, la Villita era mía y Bere tenía la Escuelita.  Con el tiempo, se sumaron un Hospital -con todo y rayos X- y un Castillo con calabozo y dragón.

De lo que sí me acuerdo es que las alcancías olían a plástico y que por abajo, con un tapón, se le sacaba el dinero.

Acá les dejo el mejor cuento que he leído en mi pinche vida sobre una alcancía y su dueño. No se dejen engañar por el nombre de la Página güev.  La verdad es que Keret en el 94 supo hacer algo con lo que Pixar ganó millones de dólares.

Aunque sí teníamos juguetes que eran "de las dos".  Por ejemplo, el Tren encantado de Lujo.  Ignoro si había un Tren Encantado Estandar, pero yo tenía exactamente éste:


Es más: lo tuvimos dos veces.  El primer tren nos lo compraron nuestros papás, pero algo se le madreó a la locomotora.  Como mi hermana le lloró mucho, mi tío René nos compró otro.  Ese es mi tío más consentidor.  Durante mucho tiempo soltero y sin hijos, como únicas sobrinas tuvimos la dictadura juguetoril 15 años.  Así que nuestro tren tenía el doble de recorrido y de artilugios.

Ahora veo el tren y no le encuentro mucho chiste.  Acomodas los rieles, lo enciendes y lo ves dar vueltas.  No hay curvas peligrosas o carreritas.  Sólo un tren que usa aditamentos para pasar al otro lado. Sabecómo lo veía mi tío, sólo espero ver así yo también los juguetes de mi sobrino.

viernes, 6 de mayo de 2011

¿Dónde estás Don Draper, cuando más te necesitamos?

Cada año, con motivo del día de las madres, nos vemos atascados con lo piorsito de publicidad. Las cantidades exageradas de cursilería y misoginia que salen en la tele, radio y espectaculares me provocan las ganas de patear ejecutivos en corbata.

En especial, hay un comercial de Iusacell que me inquieta de sobre manera: durante casi todo el comercial, el niño impide que los papás se den un beso utilizando esas “graciosidades” que hacen los niños. Supongo que en esta época, los niños abusadores con complejo de Edipo son “bonitos”. El niño manipulador y la madre embobada me comenzaron a dar agruras. El padre, harto de que su hijo se agandalle a su mujer, se le ocurre regalar un smartphone 4G a la señora. La mujer, que es una interesada, ¡por fin! besa al señor que sabe que dinero mata carita. Al final, el padre le hace un guiño al hijo de “ya te chingué”.

¿Qué pedo?

Eso me hace extrañar harto los comerciales del “hijo ingrato” de Ekar de Gas. Toda una institución en lo que a comerciales se refiere. Snif.

martes, 3 de mayo de 2011

He llegado a la conclusión que los de Mad Men son unos chilletas porque todos lo somos

Mucho se ha escrito y opinado de la serie. Que si la relación con la historia gringa, que los personajes tan bien delineados, que la gran producción, que las viejas caderonas con brassiere de cono. Críticos y analistas juran entre calificativos hiperexagerados que es la mejor serie del momento.

La verdad es que somos una bola de chillones y nos vemos reflejados.

Al menos, hoy me la he pasado chillando (para mis adentros) por mi trabajo. A veces, tengo muchas ideas y me emociona “lo que sigue”. Otras, como hoy, sólo quiero hacer drama al estilo Peggy Olsen.

Yo culpo a los gringos y al que inventó el trabajo.

En realidad me culpo a mí, pero mejor me voy a ver Mad Men que me tiene traumada y me divierte insultar a la puta de Betty Draper.