viernes, 19 de septiembre de 2014

Getting Married, Five Stars

¿En dónde comienza esta historia? Podría comenzar en un paseo por Tequisquiapan, cuando Ricardo vio un vestido de novia, entallado del pecho a los muslos, abierto a partir de las rodillas y con una cola de holanes hasta el piso. Me abrazó un poco más y, bajando una mano hacia mis caderas, me dijo al oído que ese vestido quería que usara cuando nos casáramos, para que todos se dieran cuenta que no andaba tan perdido. O tal vez cuando despertamos juntos por primera vez y sentí los brazos adoloridos por dormir abrazados toda la noche. O quizá cuando comencé a decirle Maridaje porque me enteré que es el término que se utiliza en los placeres tragatorios para hacer notar que los sabores son buenos por separado, pero que juntos se intensifican.

            La cosa es que hace dos semanas nos casamos por el civil, después de llevar poco más de cuatro años viviendo juntos. Muchos pensaban que ya estábamos casados y la noticia les sorprendió. Ya saben, nos hemos convertido en esa pareja de viejitos que se emocionan con el olor del café recién molido y siembran jitomates en maceta. Que todos los días pasean de la mano rumbo al parque donde nos soltamos sólo para recoger la caca de los hijos. Que pelean por tender mal la ropa y por quién lavará los trastes. Que se bañan juntos sólo para morderse sus partes más sensibles cuando el otro tiene la cara enjabonada y que prefieren gastar en viajes antes que reparaciones de la casa.

            Sé que estar casado es binario: Sí o No. Pero si hubiera una escala, nuestro nivel de matrimonio estaría por encima de Lilly y Marshall (highfive sin ni siquiera mirar con vuelta cachonda).

            Entonces, ¿para qué chingados casarse?

Hace dos años, antes de nuestra luna de miel número sabecuál que ocurrió en las Europas, intentamos casarnos. Pero somos huevones para el papeleo y nos rendimos apenas comenzamos. Pero el tema seguía ahí y los detalles planeacionales de la boda, así como los correos de Etsy Wedding, se asomaban de vez en cuando.  Entonces, una noche después del partido de fut de mi Maridaje, vi una publicidad del Gobierno que invitaba a los matrimonios colectivos: «Es hora de aventar el ramo».  La idea de Loyola de pagar la boda en el Parque Bicentenario nos pareció mucho mejor que cualquier taquiza, carne asada o brindis codo que se nos había ocurrido.

            Una semana después madrugamos en la seguridad social, en ayunas y desvelados, listos para los exámenes prenupciales. La dolorosa experiencia de casi 4 horas incluye unas fichas de turno a la Betelgeuse para pasar con el Dr. Varguitas quien le preguntó a Ricardo si tenía tatuajes y a mí si estaba embarazada. Varguitas concluyó de puro oído que no había impedimentos médicos para casarnos si es que los análisis de VIH y sífilis salían límpidos.  Y cómo olvidar a la doñita de los análisis que a las 10 a.m. nos quería regresar a casa por no traer más fichas. Al final, conseguimos las mentadas fichas y nos libramos de la enfermera en entrenamiento que le sacó un chorro de sangre —literal— a la mujer que puso el brazo antes que yo. Eso fue el lunes, el miércoles Ricardo fue por los análisis y con el permiso del Dr. Varguitas fuimos el jueves al registro a dejar los papeles, un día antes de que se venciera el programa de matrimonios colectivos. Se casan la siguiente semana, elijan el día, nos dijo el señor juez. Lo del Parque Bicentenario es sólo para la entrega del acta. Entonces a avisar a testigos y familia que la boda se adelantaba una semana.

          Coatl ha sido testigo desde el comienzo de nuestra relación, mejor amigocasihermano, cómplice de borracheras y libros. Así que el papel de testigo ya lo traía predestinado.  El otro testigo fue mi primo Beto y su esposa Aurora, otra pareja de viejos casados. Mi primo ha sido mucho tiempo mi amigo borracho-existencialista con quien disfruto enormidades platicar.  Placer que ahora, con Aurora y Ricardo, compartimos.

La semana de prometidos

El próximo viernes, le dijimos al señor juez después de haber consultado con los testigos por teléfono.  Entonces comenzó la última semana de amasiato en la que le cambié el nombre de Ricardo a Prometido y comenzaron los chistes internos relacionados con el matrimonio de «ya sé que te casas conmigo por mis panes/sexo/alcohol» y «si así va a ser, pa’ qué nos casamos», etcétera.

            Uno de los prerrequisitos queretanos para amarrarse es tomar unas charlas matrimoniales en un video de 20 minutos.  Ese sábado llegamos un poco antes de nuestra cita y nos metimos a la sala en la que vimos que ya había comenzado un video en que hablaban de cosas serias.  En dicho video una treintañera en vestido de bolitas nos explicó los derechos y obligaciones que se contraen, así como una repasadita a los valores con los que un buen matrimonio debe guiarse.  Al terminar, una señora del registro civil nos regañó por pasarnos antes, y por un momento pensé que nos iba a hacer repetir el video, pero no, sólo nos puso cara de fuchi y nos hizo revisar y firmar lo que después sería el acta matrimonial.

            Mis papás se apuntaron para venir desde Guadalajara, aunque mi hermana llegaría hasta el sábado. Así que empezamos a preparar «la boda».  Decidimos  invitar a la familia a una comida en Erlum. La anfitriona, una señora muy amable y sonriente, se alegró al saber que celebrábamos nuestra boda y aceptó hacernos unos menús especiales.  Además nos ofreció hacernos un pastel de novios.
           
¿Y los amigos? Pues a La Castellana, una cantina de mínimamalamuerte que se encuentra en la zona roja de Querétaro. Así que unos tres días antes hice la invitación en Facebook para que los compas apartaran la noche del viernes 29 de agosto.

            Nunca hubo stress pre-bodorrio. Si acaso, mis piernas sufrieron un poco cuando recorrimos el fresísimo centro comercial en la búsqueda de un cinturón azul marino para el ajuar de mi Prometido. Yo decidí ponerme un vestido chiapaneco que había comprado hacía apenas algunas semanas. Me retoqué los rayos morados y hasta ahí las preocupaciones de belleza. No hubo depilaciones, uñas postizas, sesiones de maquillaje o fotos, y ni siquiera nos preocupamos cuando la comida inició con inició con 12 invitados y terminó en 21.

            La última noche de amasiatos, Ricardo estaba haciendo croissant y yo me enojé un poco porque quería ir a nuestra «despedida de solteros», pero Ricardo me dijo que la Chiva estaba clausurada y el Pa’ mi chela también.  A las 10:30 que terminó, partimos a la Internacional y nos tomamos una cerveza llamada Tu Mero Mole, nada más ad hoc a la situación. Fue una «despedida» muy de nosotros, solos y platicando de las curiosas reacciones relacionadas con la noticia. A los dos nos parecía que la gente sobre reaccionaba un poco a la noticia de la boda. Como ya dije, somos una vieja pareja de casados y un papelito no cambia lo que somos y sentimos… ¿o sí? Estábamos a un día de averiguarlo.

The Wedding Day

El día de nuestra boda me desperté un poco antes que sonara la alarma: estaba un poco preocupada por el trabajo. Así que me bañé y fui a la oficina. Vi algunos pendientes y regresé a medio día. Mis papás ya estaban en casa, listos para cuando dijera ¡vámonos a casar! Ricardo estaba casi listo y guapísimo (había valido la pena la búsqueda del cinturón azul), y yo sólo tenía que maquillarme y vestirme. Habíamos acordado que mi Prometido se iría en nuestro coche para recoger a parte de su familia y yo me iría en el coche de mis papás. Nos veríamos en el registro civil.

            Llegué unos 25 minutos antes de las 2, la hora cero. Mi prometido y su familia llegaron faltando 15 y los testigos faltando unos 10.  Los del registro iban un poquito retrasados así que no había nervios. Cuando salió la pareja anterior, me dispuse a pasar y la misma señorita que nos regañó en las pláticas prematrimoniales nos regañó por no avisarle que ahí estábamos. No así el señor juez quien todo calmo y asertivo nos explicó cómo era el asunto. Nos sentó para que todos se acomodaran y después nos pusimos frente a su escritorio. 

            Ahí comenzó la ceremonia en la que habló de cosas que ya ni me acuerdo pero que en ese momento me parecieron muy emocionantes.  Es bueno saber que ya no se lee la epístola de Ocampo y que tampoco caen en cursilerías. Nuestro juez fue claro y nos miraba a los ojos mientras Cóatl nos fotografiaba. Mi papá hizo un chiste cuando firmó mi ahora Marido con la zurda y el juez, que también es zurdo, volvió a hacer el chiste cuando le tocó firmar a él.  Mi sobrino pedía besos y, con eso, se acabó la ceremonia.

            Decir que sí y estar tomados de la mano fue algo importante y que me hizo muy feliz. Más allá de costumbres, derechos y trámites, ese fue otro de esos momentos en mi vida en el que la alegría me toma de sorpresa. 
Genkidama

            Hace poco leí: Who we are and who we become depends, in part, on whom we love. Quiénes somos y en quién nos convertimos depende, en parte, de aquellos que amamos. Y en esa sala estaban algunas de las personas que más queremos y que son parte de nosotros.  Es quizá por esa cantidad de amor que la emoción fue tan intensa (como una Genkidama).

            En nuestra boda estuvieron quienes quisimos que estuvieran y les compartimos lo que somos, en lo que nos divertimos y lo que disfrutamos.  Por eso la comida en Erlum, uno de los mejores restaurantes del planeta, rompió madres. Nuestros papás y nosotros mismos dijimos algunas palabras y brindamos por estar ahí. Y lo que dijo mi Maridaje me sacó unas lagrimitas, snif.

            La comida se alargó hasta las 6 de la tarde y a las 7 teníamos el aniversario del círculo de lectura en el que participamos. Ricardo fue a entregar sus cuernitos y yo con mis papás a cambiar el boleto de autobús de mi tío. Llegamos tarde a la lectura, pero aún así alcanzamos a leer un fragmento de «El último poeta del universo», una novela sexosa a dos voces: una femenina y una masculina. Nunca pensé que dentro de las cosas que haría el día de nuestra boda sería leer en pareja, sin embargo, dado que los libros son una parte importante de nuestra relación, leer juntos fue algo natural y hermoso.



Durante el evento, Óscar, nuestro compa del círculo, mencionó unas 40 veces que recién nos habíamos casado y durante el vinito y los canapés de todo evento culturoso, nos dedicamos a contar cómo había sido todo.  El tiempo voló y hasta que sentí una llamada de Osvaldo, Mi supercompi que (no) venía desde Dolores, me enteré que ya teníamos que estar en la Castellana.

            ¿A nombre de quién estaba la reservación? ¿Reservación, en serio? Algunos puntuales sí llegaron a la hora pactada, preguntaron si ahí era nuestra boda y les dijeron que ya andaban ebrios, que nadie hace bodas en las cantinas de mínimamalamuerte. Aún sin conocerse, los amigos se vieron cara de amigos de los novios y apartaron tres mesas para la boda. Por fin llegamos y nos disculpamos con cubetas de cerveza.



            La Castellana es un bar grande y no muy concurrido. Yo descubrí el lugar y ha sido uno de los favoritos por la comida picosa y las cervezas baratas.  A mí me encantan los cuadros de Marilyn, el Piqué y Pedro Infante que cuelgan amontonados; la cocinera y el cantinero nos conocen y las meseras de minivestidos ajustados siempre son muy amables. Los amigos y las cervezas fueron llegando en bola. La mesa se hacía más larga y cada tanto volvíamos a platicar la historia de la boda.


 

            Algunos amigos invitaron cubetas y, como lo prometimos, nosotros compramos algunas más, por lo que el ambiente se mantuvo en una feliz borrachera. Incluso llegaron colados que nos felicitaron y todo. Coatl, en su papel de padrino, me compró un ramo de rosas de esos que venden los niños en cantinas. Así que juntamos a las autonombradas madrinas (traían vestidos similares sin ponerse de acuerdo) y demás viejerío en la pista de baile. Me subí a una silla y lo aventé. Y me reclamaron por aventarlo a la primera. Y como que le agarramos el gusto a eso de cumplir los ritos del matrimoño, porque no importó si aventé el ramo, necesitábamos víbora de la mar para ellas.  Puse en la rockola a mis Foo Fighters, con Long Road to Ruin y las jóvenes casamenteras (y no tanto) corrieron por toda la cantina.  Y para continuar el rito, elegimos The Love of my Life de Queen a pesar de no conocerla. Bailamos entre besos y apachurrones premeditados diciéndonos que esta es la mejor boda EVER. Pero los hombres querían su víbora de la mar, así que alguien consiguió una liga del pelo tipo diadema que me puse de liguero y con AC/DC se dedicaron a corretear por el lugar. En un momento pensé que nos correrían de tanto desmadre, pero no, la verdad es que hasta los no-invitados a la boda lo estaban disfrutando: se intentaron ligar a las madrinas y me felicitaban cuando iba al baño. Total que el rito del liguero con los dientes también se cumplió y mi Maridaje lo aventó a la bola de borrachos que lo disputaban.


 

            Después, las palabras del Padrino-Testigo Coatl, quien lleno de felicidad y emoción dijo algo que se resume en: los quiero un chingo. Entonces siguieron las cumbias y a las 3 de la mañana, nos corrieron. Algunos borrachos aún querían seguirla, pero después de encontrar dos bares cerrados y con la única opción de ir al Puerto, hice uso de mi nuevo estatus de Mujer Impositiva y dije que NEL.


            Al día siguiente llegó mi hermana con su familia y como ya es sabido cuando veo a mi Gabys, me dio sobrinitis y lo único que hago es jugar con la chamaca. El domingo volvimos a Erlum, para que mi hermana probara la deliciosa comida y después, regresaron a Guadalajara y nosotros al mercado semanal.

The Wedding Day II

Me voy temprano porque hoy me caso, dije en la oficina una semana después de la primera boda. ¿Otra veeez? Pues ya te gustó. Pues sí, ya me había gustado y la cuestión es que en ese programa de matrimonios colectivos, el mentado papelito lo dan en la ceremonia que preside el presidente municipal. Estaba lloviendo y no sabíamos muy bien cómo llegar, pero justo a las 4 me estaban entregando el ramo y el papelito.

            En el lugar había unas 932 parejas, o algo así, y sus invitados. Nos tocó un poco lejos, pero aún así alcanzamos a ver el protocolo de sí acepto de la pareja representativa: unos señores que llevan veintitantos años juntos y que hasta nietos tienen. Hubo más oficiales del gobierno diciendo cosas sobre Querétaro y el matrimonio y el compromiso de los queretanos y del gobierno. Nos repartieron tacos al vapor en cajita y mucho pastel. Rifaron una casa y no nos la sacamos. Una lavadora y tampoco. Un equipo de sonido, nein. Un colchón y nel. 200 persianas y menos. Bueno, captan la idea. Me consolé tomando fotos de los edificios históricos miniatura y volvimos a casa para cambiarnos los zapatos mojados. Buscamos borrachera con amigos y como no la encontramos, terminamos viendo series.


¿Qué se siente estar casada?

            Me preguntó mi papá mientras buscábamos estacionamiento en el centro. Se siente igual, respondí.

Casarnos merece un post en este abandonado blog porque fue un día muy muy feliz. Fue una boda que no esperaba porque nunca la planeé. Sabía que no quería el paquete de pleitos familiares políticos por invitar (o no) a sutanito. No quería el estilo de princesa ni el anillo ni la entrega paterna. No quería que decir que sí supusiera el comienzo de un cuento de hadas o el alineamiento y aprobación de los que siguen ese camino. Lo único que sabía es que quería ese papelito para que lograr lo que soñamos sea un poquito más fácil.

            Tener una vida con amor, pasión, compromiso, risas y todo lo bueno y no tan bueno que viene de estar en pareja, no es parte ni consecuencia de un rito. Es consecuencia de atreverse a ser vulnerable y amar a esa persona que te abraza al dormir.

            Si bien el título de este post pareciera invitar a que se casen, la verdad es que me vale madres lo que hagan y dejen de hacer; simplemente es un chiste privado entre mi Maridaje y yo.

Nota: Todas las fotos chidas las tomó Coatl :)

jueves, 12 de junio de 2014

Hoy comenzó el mundial y yo no estoy en Huatulco

Es una tradición, me dijo Ricardo en la cocina, todos los mundiales que hemos pasado juntos lo hemos hecho en la playa. Mira que cosa, le dije riendo. Apenas llevamos cuatro años juntos y sí, son “todos”. 

La inauguración de Sudáfrica la vimos a las 6 de la mañana en la televisión (no pantalla) de 14 pulgadas y antenas de conejo. Amamos ese hotel en Huatulco porque parecía sacado de una película de los cincuentas, con sus pequeños adoquines verdes, el baño con cemento y las toallas rasposas. Desde el pequeño acantilado de veían las palmeras y el mar.

Hoy amanecí ligeramente cruda. Ni tomé tanto, pero la cerveza era muy chafa. Estaba desvelada porque ayer ganó la selección de mi trabajo un torneo de futbol. Los chavos del equipo son parte de mi equipo y gritarle groserías al equipo contrario era mi obligación y placer. Ya iba tarde a la oficina cuando llegó el albañil con su presupuesto para la compostura de la casa. 15 mil pesos que tal vez sean 20 porque nunca falta que salga algo.

15 mil pesos y yo no estoy gastándomelos en Huatulco.

Estoy exhausta de las retroalimentaciones al equipo. Analizar las katas, revisar mis apuntes de cada uno, encontrar las palabras. Aprensión y emoción por lo que sigue. Entregué los documentos que odio hacer y cambié la fecha al que no pude terminar. Y ya voy tarde a la borrachera del open house de unos amigos de Ricardo. 

Voy tarde para la borrachera y estoy aquí escribiendo con 15 mil pesos por gastar y no son para gastármelos con mi Maridaje en Huatulco.

viernes, 23 de mayo de 2014

De cuando casi me quedo desmadrada

El domingo vinieron a visitarme mis papás. Sólo desayunamos, pues iban de pasada desde el DF hasta Guadalajara, donde aún viven. Fuimos a Tikua, un restaurant medio fresón en el centro y prácticamente hasta el final de la tragadera me acordé que unas tres semanas atrás operaron a mi mamá y casi me quedo desmadrada :’(

Fue horrible y acordarme me sacó la lagrimita otra vez: la operación era sencilla y lo fue: le sacaron una bolita de grasa de atrás de una oreja. La operación resultó bien y al día siguiente salió del hospital. Le llamé como a las 7 u 8 de la noche y me contestó mi abuelita. Ay hijita, tu mamá se puso mal, me dijo. Y al fondo, escuchaba unos gritos de dolor. Ya está acá tu papá, ya la está viendo. Me quedé helada y con un nudo en la panza. No entendía nada; no sabía qué estaba pasando y porqué mi mamá gritaba. Colgué para que pudieran atenderla. A los tres minutos le llamé a mi hermana. Ella vive a unas cuadras de su casa y le pedí que fuera a ver y me contara. Ella me aseguró que ya estaba bien, pero yo estaba asustadísima. Cuando llamé, mi mamá estaba teniendo un choque anafiliático. Mi papá es doctor y la estaba inyectando.

Unos diez minutos después me habló mi papá y me explicó que fue una reacción alérgica al antibiótico. Aunque mi mamá ya había tomado esa medicina antes, resulta que en cualquier momento se puede volver uno alérgico. Como una hora después me llamó mi mamá, ya podía hablar y me dijo que no me preocupara, que todo iba a estar bien. En un choque anafiliático, hay alergia en la piel e hinchazón en general y en caso de mi mamá se cerró la garganta y tuvo taquicardia. 

Cuando pasan este tipo de cosas me dan ganas de agarrar a mi Viejo y a mis perros y regresarme a vivir a Guadalajara. Pero esa no es la mujer que mi mamá crió. Mi mamá nos educó para partir y buscar nuestro camino. 

Desde chiquita, mi mamá quería ser maestra, pero mi abuelo no le parecía correcto. Estudió la Normal a pesar de la falta de apoyo y dinero. Desde los 19 trabajó como maestra de primaria en escuelas federales (antes no hacían prepa). Cuando yo tenía unos 12 años, obtuvo el grado de licenciada por la UPM. Trabajó incluso cuando sindicatos, directores de escuela huevones y padres de familia hijosdelachingada le quitaban las ganas. Lo suyo, era una verdadera pasión por enseñar y sacar adelante a los chavos. He visto cómo se encuentra a sus exalumnos y la saludan con cariño. Trabajó unos pocos años pasado su periodo de jubilación y ahora, junto a mi papá, ayuda a mi trabajadora hermana con la niña más inteligente y chula del planeta: mi sobrina.

Cuando me vine a vivir a Querétaro, mis papás estaba pasando por cosas gachas. Pero no permitieron que eso influyera en la forma que yo quería llevar mi vida. Como adultos, hay cosas que no nos toca más que mirar y arreglársela solo. Uno no puede ni debe hacer nada. 

Para mí, de eso se trata la familia: de quererse, apoyarse y respetar. Y chillar porque pos ni modo, a veces pasan cosas gachas.

jueves, 15 de mayo de 2014

Reseña: Inside No. 9

Hay días en que me quedo sin calzones limpios y otros días no riego a Livia Soprano, mi amada platita de albahaca. Pero lo que siempre hago religiosamente es ver series. Mi Maridaje tiene un estricto calendario de torrents y gracias a rasputina las miramos al comer y antes de dormir. Así que como hablar de lavado de calzones o riego de macetas es medio aburrido hablaré de una serie que me traumó: Inside No. 9.

Inside No. 9 es una serie inglesa que tiene una temporada con seis capítulos independientes no sólo de trama, sino también de género y manera de contar la historia. Lo único que tienen en común es que la historia dura MEDIA HORA y sucede dentro de un número 9: una casa, departamento o camerino. El espacio es cerrado y menos de media hora después lo único que uno puede decir es no.me.chin.gues.que.pu.tas.pa.só y así.

Los escritores de esta serie combinan el fino humor inglés, la perversión y los miedos que quisiéramos ocultar. El inicio del primer capítulo, Sardines, es un poco difícil de comprender. ¿Por qué una bola de adultos emperifollados juegan a las escondidas? ¿Cuáles son las reglas del juego? Una sirvienta ruca y deschavetada que se cree invitada a la fiesta, la novia, el hermano joto y el “compañero” del hermano. La exnovia que aún se textea con el novio, los que no quieren estar ahí y el padre que… la realidad es que el juego es lo de menos y la claustrofobia por estar encerrados en un armario pesa más por los secretos

A Quiet Night In, es de mis favoritos ya que los personajes no hablan y recurren a la mímica para comunicarse. ¿Qué situación provocaría algo así? Un asalto a una casa de ricos y la ley del hielo que sigue a una discusión marital. Humor físico as it best.


Tom & Gerri, nos enfrenta eso que nos molesta y da miedo porque sabemos que podríamos terminar así: la indigencia. ¿Qué pasa si le abrimos la puerta a una persona sin hogar? ¿Cambiamos por influencia de los demás o en esencia siempre hemos sido así? El final y más porque se trata de un escritor, nos dejó a mi Maridaje y a mí llorando en posición fetal. 

Last Gasp es una burla a la cultura pop. Un artitstillo tipo Luis Miguel muere inflando un globo para una niña con una enfermedad terminal. El cantante no quiere estar ahí y los que están en su círculo lo odian. Pero ese último aliento encerrado en un globo morado tiene enorme potencial financiero. ¿A quién le pertenece? El cinismo y la plasticidad moderna retratados con maestría.

The Understudy nos encontramos dentro de un camerino de un teatro en la se representa exitosamente Macbeth. El capítulo está dividido en actos y supongo, porque no he leído Macbeth, que tiene una relación íntima con la trama de Shakespeare. La ambición y el que el personaje principal sea una especie de títere dan escalofríos.

The Harrowing es la más extraña de todas. Sucede en una mansión tipo Monsters Family en la que un hermano y hermana con facha gótico-vampirezca viven. Una adolescente es contratada para cuidar a una persona que sólo se alimenta de leche y galletas. Le dicen que está arriba pero que no da lata. Que no tiene que hacer nada. Que cuando el hermano de arriba quiere algo toca la campana, pero nunca la toca. Que hay un teléfono y no hay señal de celular, pero que no se preocupe, no pasa nada. Cuando la pareja parte a su compromiso, la chica le abre la puerta su amiga, una amiga gordita y darks. Y mientras exploran los cuadros demoniacos y ven que pedo con el gato disecado, el hermano despierta…

La crítica dice presume la innovación de la serie en cuanto a su estructura y la trama. Yo amé Inside No. 9 porque en media hora te despierta emociones intensas y los finales son … hermosamente traumantes. 

Los productores / actores / directores liberaron un capítulo interactivo sólo para internet: The Inventors. Una habitación y dos hermanos que discuten interminablemente sobre la venta del departamento en el que uno de ellos, el inventor loco, vive. Véanlo acá. La propuesta de internet está chida pero yo estoy viejita y me quedo con la TeVé.

Veánla y me cuentan qué les pareció.



jueves, 24 de abril de 2014

Invitación a la presentación de Stenopelmatus y otras revelaciones extremas

Me pregunto si ser la mujer del escritor me da derecho a contarlo. Si como la mayoría de las esposas debiera de aguardar sentada en primera fila y con una sonrisa servir de apuntador en las conferencias del Señor Escritor. O ser la guardiana del copyright y las regalías como la Kodama. Lo más atrevido que he escuchado es a la señora Pacheco hablar de alguna de las manías escritoriles del Premio Cervantes. 

No, no estoy segura si deba contarlo, es como si estuviera revelando la receta de la Coca-Cola o algo así. 

La cosa es que vi nacer cada una de las historias que conforman Stenopelmatus, y ahora estoy a punto de contarlo. Y no soy la única. Pero no piensen mal, no soy parte de ningún harem (aún). A lo que me refiero es que tenemos un grupo de escrituras, Horizontal, y más de uno ha sido testigo de lo que estoy por relatar. Al fin y al cabo... ¿No es la realidad un subgénero de la ficción? Todos tenemos una historia de la historia. Ésta es la mía. 

Una noche tuvimos una discusión matrimonial. De esas que se deben de tener cuando uno de los cónyuges no tira los envases tetrapack vacíos a la basura y el otro debe quejarse con amargura. La discusión de “no podemos vivir en la porquería” estaba caliente cuando al escritor que le da por meterse en los matrimonios sacó una cucaracha de debajo del refrigerador. No cualquier cucaracha. Era una grande y que se movía rápido hacia la sala. Una cucaracha lo suficientemente desvergonzada como para salir cuando hay gente presente en la cocina. El pleito no duró mucho; tuve que subir a la habitación para que Ricardo vaciara el bote de Raid por la cocina. (Soy alérgica al Raid). 

Al día siguiente y después de cenar, lavaba los trastes mientras Ricardo me leía algunos párrafos que había escrito durante el día. La escena narrada comenzó a sonarme muy familiar: había una esposa gandalla y manipuladora que no limpia la cocina y un insecto. Lloré frente al fregadero y Ricardo trató de consolarme diciendo “no eres tú; no importa lo de los tetra-pack”. Al final me convenció, pero sólo porque estaba muy bien escrito. Hoy, ese cuento se llama Stenopelmatus, y —aunque el pleito no está—, el insecto, mejor conocido como cara de niño, sigue presente y da título al libro.

Hay dos cuentos cuyo germen vi por primera vez hace más de 4 años: Mollusca y Valor. En aquel entonces Ricardo masticaba aún más que ahora las palabras. Leía sus cuentos escritos a mano en una sala con cuadros en las paredes. Su cuaderno reposaba en una mesa cubierta con un mantel verde olivo. Teníamos café aguado y galletas. Las palabras no son las mismas y el planteamiento de la historia es ahora diferente. Sin embargo, el brinco desde el trampolín de 10 metros y el sexo casual sigue ahí.

De esas reuniones también germinaría Horizontal, nuestro taller de escrituras. Una vez que Coatl, Ricardo y yo dejamos ese taller de los miércoles sentimos la necesidad de seguir tallereando nuestros textos. Igual de importante es que nos motivamos y animamos a seguir escribiendo y hasta nos animamos a compartir nuestra pasión con los demás. Horizontal ha tenido varios integrantes; algunos se quedan más tiempo que otros, pero los tres seguimos ahí, cada lunes, cada quince días.

En Horizontal vimos crecer otros cuentos de Stenopelmatus como Figura, Roedores y Un hijo adoptivo. En un inicio, Ricardo pensaba que el hilo conductor de los cuentos serían los insectos y demás animales desagradables. Al final, la familia y las relaciones de pareja ganaron la partida. Y como la publicidad que se grabó en la RedQ dice: en más de un cuento “el lector se verá misteriosamente reconocido”. Porque al final, todos tenemos cucarachas en la cocina.


Stenopelmatus nació entre angustias. Un día antes de que recibiera la llamada de la editorial diciendo “ganaste, te vamos a publicar”, Ricardo recibió un mail donde le decía que se pusiera en contacto con la editorial. “¿Por qué me dicen eso? Ni modo que me llamen para decir que no gane”. Pero no quiso albergar esperanzas. No dormimos bien esa noche. Y después de la llamada la duda: “tengo que corregirle muchas cosas, ¿me dejarán?”

Y así pasaron los meses y pasaron las angustias. Ahora sentimos emoción, satisfacción y orgullo. Después de prácticamente un año, Stenopelmatus está en Querétaro y este 30 de abril lo presentaremos en la Vieja Estación. Los esperamos.


Muchas gracias a Coatl por las ideas, los videos y las ganas contagiosas y a Hugo Cervantes por la voz y las críticas.

Les dejo información del evento en facebook, cómo llegar al centro cultural y un extracto de Mollusca, uno de los cuentos de Stenopelmatus.



viernes, 28 de marzo de 2014

¿Qué vamos a hacer sin HIMYM?


En alguna borrachera del 2007, mi compi Osvaldo me presentó How I Met Your Mother (HIMYM). Tienes que verla, me dijo. Es como Friends pero en lugar de cafetería se la pasan en un bar. Entonces es mejor que Friends, pensé. No estaba equivocada.


En aquel entonces solíamos organizar cenas con vino tinto los jueves de cada mes, las cuales terminaban con una terrible cruda en el trabajo. Fue uno de esos viernes en el que mentí a mi jefa; cuando vio mi cara de cruda le dije que había estado en un velorio. Osvaldo me pasó las primeras dos temporadas (la primera en gachupín: “ponte traje, tío”) mismas que me terminé en algo así como 2 fines de semana. Creo que las descargaba en su trabajo y en cada peda mensual me las pasaba. Tiempo después contraté internet chido y comencé a descargarlas.

Siete años después se terminó. Y sentí como si se hubiera terminado una era.

Esta última temporada, en la que finalmente conocemos a la Madre, tuvo muchas críticas. Que si el racismo, que si 22 capítulos para dos pinches días y la boda anticipada hace dos años que nomás no llega. Y todo para enterarnos que la Madre es bisexual y también tiene un crush con Robin.

Ok no. Pero ya siguen los spoilers del final, no se quejen que no se los advertí.


El lunes por la noche, aún moqueaba por el capítulo tres de Cosmos. Fui por otra caja de Kleenex y le puse play a Rasputina. En la primera escena nos regresan al 2005, cuando Robin apenas se une al grupo. “No tengo amigos, no conozco a nadie, soy alcohólica y facilota, buabua”. Barney y Ted juran a Lili no cogerse a Robin a menos que estén dispuestos a casarse con ella. Sí, la serie es sobre Robin, ¡duh-uh!. Durante las primeras temporadas es muy obvio: la conquista, el gozo y la pérdida. Después los novios bizarros. Y enamorar al inconquistable. La carrera exitosa, la boda.

Entonces llegó la despedida. Aún estamos en la boda de Robin y Barney y en una terraza, todos se despiden de Ted porque se muda a Chicago. A Marshall se le quiebra la voz y Lili llora a moco tendido. Yo también lloraba, era como si se despidieran de mí. Recordé las piñas de cumpleaños. La canción que canta Robin cuando se repone de Barney y que coincidió en la semana que mi Maridaje y yo comenzamos. Al Naked Guy, a la cabra que esperé ansiosa en mayo de… ¿2009? Levanté mi brazo e intenté que el High-Infivenity entre Barney y Ted me tocara. *mocollantobaba*.

Entonces, el shock: Robin y Barney tienen problemas matrimoniales y un bonner joke después, ¡bam! están divorciados. Como superfan del #TeamRobinBarney lo admito, fue un golpe duro… pero completamente coherente con toda la trama. Tanto on & off durante seis o siete temporadas, ¡incluso el mismo día de la boda! fue desgastante. Me sentí un poco como en Before Midnight: la vida que se entromete en el amor, el día a día que pesa más de lo que dos pueden soportar. Así es la vida y me gusta que la serie no sea un cuento de Disney. *mocollantobabagritos*

La primera parte del final termina con un pronóstico desolador. Robin se aleja del grupo y padres que ya no pueden quedarse después de las 9:45 en el bar. Pareciera que no habría más bandita en el MacLaren’s para nosotros.

Algunos tuits acusan a los escritores de matar a Barney al convertirlo en un padre amoroso. Esos que dicen que no es creíble sólo ven al Barney del Playbook, de las fiestas y los trajes. Por encima de esa superficialidad está un Barney capaz de amar, que apoya a sus amigos aunque no simpatice con sus convicciones y que le duelen y emocionan las cosas más comunes de la vida: los padres, los amigos, su hermano y ahora, su hija. Barney de papá sólo es un Barney más Legen wait for it… *mocollantobabagritosdary*


En menos de 40 minutos nuestro corazoncito fansero había sido magullado, pisado y miado por un perro cuando nos enteramos del nombre completo de la madre y vemos fotos de momentos felices que Ted tanto nos había anticipado. Y sin siquiera un panecito para el susto nos sueltan que durante estos nueve años la mujer era una zombi. El rumor de la madre muerta tenía un rato en internet pero me parecían puras especulaciones de fans enfermitos. Nunca lo creí y no lo vi venir. *mocollantobabagritostiradaenelpiso*. La noticia estuvo magistralmente manejada. Sin velorios ni dramas. ¡Ya pasaron 6 años! Dicen los chamacos.

Son los escuincles del sillón quienes realmente entendieron toda historia. Y se lo dicen a Ted con todas sus letras: la madre aquí siempre fue un pretexto, todo va sobre la Tía Robin y a tus casi cincuenta aún quieres andar de calenturiento, papá.

Entonces regresa el pito de pitufo, los perros y Robin sonriendo asomada a la ventana de su departamento de veinteañera. *caritafeliz*.


HIMYM, la serie que hizo maestría manejando flashbacks y flashfowards terminó donde comenzó. Y eso es enorme. Los pinches escritores lo supieron siempre. SIEMPRE. En el camino, nos entregaron una forma fresca de contar historias, diferente. Sobre todo, en la última temporada con episodios hablados en rima o la velocidad superdisminuida. Esto les causó problemas con algunos fans. Y los escritores les pintaron dedo.

Dicen que nos gustan los sitcoms porque vemos a nuestro yo aspiracional. Nunca seremos tan bonitas como Robin o tan conquistadores como Barney, pero nos vemos reflejados en ellos. Les copiamos algunos gestos y palabras. Provocamos algunas situaciones que a un grupo de escritores se les ocurrió. Supongo que de ahí sale tanto drama tuitero.

Yo estoy más que feliz con el final. Fue ese pito de pitufo el que me hizo tener una sitcom paralela a mi vida.

Este lunes no dormí bien. Eran demasiadas emociones para sólo ser una pinche sitcom.

Las cenas con vino tinto en jueves migraron a comidas en sábados para llevar a los hijos recién nacidos. Posteriormente mutaron a alguna comida ocasional en un restaurante con juegos y nanas para que los niños se entretuvieran y ahora sabemos de los demás por Facebook o Twitter. No nos vemos mucho, pero cada vez que lo hacemos nos preguntamos: ¿ya viste el último de HIMYM?

Ahora ¿qué vamos a hacer?


Publicado originalmente en Medium

martes, 28 de enero de 2014

Como conocimos a la madre y de pasada me acordé de los últimos nueve años de mi vida. Adopta a Barney

¡SPOILERS!

Si no has visto el capítulo 200 de HIMYM- How Your Mother Met Me, mejor no sigas leyendo y comparte la foto de Barney, mi nuevo entenado en adopción.



No ha sido una temporada fácil para HIMYM. Comenzó con un Marshall separado de grupo y rompiendo el tiempo de todos para avanzar escasos minutos en cada capítulo. Los fans se fueron a la yugular de los escritores por el capítulo de las rimas de cuentos y por una madre que aparecía en instantes. Incluso el capítulo Kill Barney / Slapgiving 3, en el que ser retoma el grandioso gag de la cachetada, los escritores y productores fueron acusados de racistas.

"Lo hemos visto tanto tiempo que ni modo de no seguirlo viendo" era la justificación popular.

Yo no estoy tan de acuerdo. Si bien para mí no ha sido la temporada perfecta, la forma de contar la historia y de apachurrar los botones del tiempo y del lenguaje me siguen haciendo ultra fan.

El capítulo de anoche (el 200) generó una inmensa expectación: sería sólo sobre la madre. La madre, el último engranaje del grupo que a los cincuenta y tantos siguen emborrachándose y fumando mota. Por supuesto ya conocíamos a la madre. Pero no sabíamos realmente cómo era, de dónde venía y porqué chingados le haría caso a Ted.

Y resultó que la madre es tan encantadora que hasta hizo que Ted me cayera un poquito mejor. El Flashbackazo de los últimos 9 años estuvo lleno de gags internos como "Do you know Ted?", el bar "puzzels" y el adorable "naked guy". Un Barney ligador y Lily embarazada se mezclan con el atado de pistas que nos indicaban que la madre siempre anduvo por ahí. 

¿Qué más puede pedir un fan?

Entonces comenzaron mis propios flashbackazos. De lo que hacía y cómo era cuando soltaron cada pista sobre la madre. Dónde lo vi, a quién le conté mi trauma. Cuando regalé una piña de cumpleaños. Cuando me aplicaron el "naked guy". Cuando estando "on drugs" convencí a mi maridaje de ver una serie tan "pop". Cuando ensayábamos aplaudir juntos sin vernos. Y llegando hasta el penúltimo capítulo cuando me dijo: "no platicamos del último HIMYM". 

Hace tiempo en quora leí una pregunta de porqué HIMYM es tan popular. La respuesta con más votos era por los personajes. Que eran una extrapolación de lo que somos y lo que queremos ser. Ahora pienso que es por lo que somos y éramos cuando la pinche serie pasó.

En marzo voy a chillar bien cabrón.

miércoles, 22 de enero de 2014

Last Chance To Dance - Foo Fighters 11/12/13

Érase una vez cuando yo era alguien más
hoy me vi en esa otra vida, en ese entonces
 cuando era nuevo.
En algún momento comencé a resbalar
 y los años pasaron mordiéndome los labios.
Ahora estás por tu cuenta, dimos vuelta a la página
 la aventamos sobre la colina y a través de los tiempos
dime ahora, ¿mi paraíso arde como un infierno en tí?
Conteniendo la respiración, esperé y esperé
¿Cómo una vida sencilla se vuelve tan de pinche complicada?
Zapatos por llenar, secretos que derramé por ti.
Hoy justo debajo de las grietas
vienen en oleadas como en un terremoto.
Dime ahora, dime Sr. Neta
¿Tienes un chingo de valor?
Voy a mostrarte un pedacito de mi espina dorsal
¿Por qué no lo haces tú?


Back & Forth. 
Foo Fighters

La noche del 11 de diciembre de 2013 no tiene nubes. El aire en la Ciudad de México se cuela a través del escenario del Foro Sol. Ninguna de las 40 mil personas amontonadas en dos secciones siente frío. A las nueve y media, los gritos y chiflidos para el staff fueron sustituidos por esa cosquilla que da en el corazón cuando la anticipación alarga el tiempo. Entonces sale la guitarra azul amarrada al cuerpo vestido de negro. La banda toma su lugar. Una brisa le levanta el pelo y Dave alarga la nota de las guitarras. El escenario parpadea y las cámaras se levantan sobre las cabezas.

En la segunda sección está un hombre con canas en las sienes y durante tres segundos, sus pulmones se quedaron sin aire. Por un instante, pensó que esa nota sostenida era la entrada de In Your Honor. Pero cuando el ritmo cambió y en vez de preguntar Can you hear me, hear me screaming?, afirmó: These are my famous last words!, Manuel volvió a respirar.

Al frente, la multitud se azota como si fuera una ola contra el escenario. Hay apachurrones, codazos y pisotones. Por eso no lo ve Manuel, quien ya está en el 2005, googleando In Your Honor Foo Fighters. Encuentra algo en un blog y cinco días después sigue leyéndolo en el trabajo. ¿Quién esta Buttercup? se pregunta. Y para averiguarlo le escribe un email: No tengo el gusto de conocerte pero… La respuesta (o algo parecido a una respuesta) llega algunos chats, mails y un viaje a la Ciudad de México para conocerla. A pesar de haber llegado a sus treintas, Manuel seguía sintiendo ese hoyo en el estómago en cuanto a mujeres se refiere. La multitud brinca y Manuel recuerda el concierto en el Black Horse, las cervezas, el beso robado y el cuarto en la penúltima planta del hotel desde donde se veía las luces de la ciudad y las sábanas blancas donde le besó el cuerpo completo, comenzando desde los pies.

Sin música, Dave da un grito largo. Recibe el mismo grito. Da un grito corto. Le responden otro igual. Toma un trago a su Corona y eructa. Los 40 mil lo celebran. Dice: sentimos mucho haber tardado tanto tiempo en venir. Pero hoy tocaremos hasta que no podamos más. La gente responde con gritos, aplausos, brincos, besos y lágrimas. La intensidad de la respuesta no baja cuando presenta a Chris, Rami, Pat y un reticente Nate que odia a los solos, pero toca el bajo porque la gente lo exige. Taylor en la batería, queda al final y saluda: “Hola amigos and amigas”. La complicidad de Taylor y Dave se desborda cuando cambian puestos. La cámara enfoca a Dave, liderando desde la batería con una sonrisa y masticando un chicle blanco.

Con Dave en la batería y un rubio cantando, Jorge escucha los acordes deSmells Like Teen Spirit en lugar de los de Cold Day In The Sun. Entonces, el adolescente que era en 1994 lloró. Ya no se siente en edad de andar en conciertos y apachurrarse contra otros. Es lo que cobra el haber vivido mucho, muy rápido. Desde sus veintes que ya no le interesan las multitudes, el ruido y la gente en general. Desde su lugar frente a la pantalla derecha, recuerda ese abril en un balneario con Maetzin. Flacuchos, ojerosos y con el pelo desaliñado, parecían hermanos… muy a su pesar. Aquel día Maetzin le dijo otra vez que no. Este día no puede ser peor, pensó. Aún no sabía que Kurt Cobain estaba muerto. Cuando volvió a casa y su hermana se lo dijo, no podía dejar de llorar.

Cuando comienza Stacked Actors, Dave dice que esa no es una canción de amor. Algunos piensan que es una canción para Courtney Love y todos aquellos cantantes que son una pose y que sólo quieren el glamour. Tal vez por eso la guerra de guitarras a media canción, el correr tocando por el escenario y la pasarela y Taylor apretando la quijada en cada batacazo. La banda se entrega y en el último grito muere y vuelve a renacer en los primeros acordes de Walk. ¿Sabrán que lo mismo sucede todos los días en la Ciudad de México? Se abren más calles en el piso, debajo de él, en el aire. Las bicis usan la vía del metrobús. Hulk se encuentra frente a frente a Zapata y Villa frente a la mansión de los azulejos. Un Santa pequeñito trepa por los departamentos de Isabel La Católica y en el metro, hay que brincarse el torniquete a petición popular. En el Zócalo hay susurros de revuelta social. Los designios de Huitzilopochtli de sacrificarse, morir y renacer se cumplen día a día en esta ciudad.

A Sara no le gusta Best Of You. Le duelen sus preguntas. Desde su lugar en medio de la primera sección, sabe que es la canción que sigue porque Dave se calla. Entonces recuerda cuando rentaba una habitación en Madrid y sólo veía el canal de videos en la televisión. Ya habían pasado tres meses desde su mudanza y seguía echando de menos a sus mexicanos. Fue en uno de esos días que lo vio por primera vez: ese close-up al micrófono estilo 50's al que unos dientes y una barba se acercan a gritar “I´ve got another confession to make”. Poco a poco se distinguen unos ojos, un rostro que preguntan: Were you born to resist or be abused? Arranca la batería y comienzan los flashazos: explosiones, niños jugando y abrazándose, un auto que choca, un león que caza un águila en vuelo, un recién nacido que llora, un cementerio, una pareja que se besa. Y la banda completa tocando como si tuvieran la obligación de destruir los instrumentos.

La fuerza de la música, la imagen y la letra la impactan. En la computadora prestada descarga todo el disco en Limewire. Es el mejor puto disco que he escuchado en mi pinche vida, le dice a Eduardo por messenger una noche. Hay burra, cómo no conocías a los Foo Fighters contesta él. La conversación se termina con acá ya es bien tarde y mañana tengo escuela. Un cuídate y dos adiós.

Días después comenzaron las llamadas transcontinentales en las que la voz grave y borracha de Eduardo le preguntaba una y otra vez: Is someone getting the best, the best, the best of you? Ella decía sí. Él volvía a preguntar gritando un poco más: Is someone getting the best of you? Ella decía que no. Nunca supo si era una acusación o una reflexión o si había una respuesta correcta. Como sea, la pregunta que le atormentaba durante todo el día era Were you born to resist or be abused?


El escenario está obscuro y sólo una luz ilumina a Dave, que está en la orilla de esa larga plataforma cantando en acústico. Un brassiere rosa aterriza a sus pies. Los de general A se conforman con verlo en las pantallas que empalman su rostro con la luna. Poco a poco, las estrellas se encienden en el piso. Las parejas se abrazan entre el olor a mariguana. Los 40 mil corean y se bordan en la piel esos acústicos It’s times like these you learn to live again / it’s times like these you give and give again. Dave tiene a los 40 mil en la punta de sus dedos cuando las guitarras gritan y el escenario se incendia. Alguien le avienta la guitarra azul y corre por la plataforma para plantarse frente a la banda. La emoción desborda el llanto y vuela la cerveza.

Es la segunda vez que la banda regresa en esa noche. Dave pregunta: Do you want more? Junta las palmas de sus manos frente a su pecho y por primera vez en casi tres horas, la voz se le quiebra al decir Thank you very, very much. Toma su guitarra y comienza el riff de Everlong. Hello, I´ve waited here for you le dicen los 40 mil. Manuel, Buttercup, Jorge, Maetzin, Sara y Eduardo brincan al mismo tiempo cuando Dave les advierte: This is it! Last chance to dance!