Una de las desgracias de ver únicamente un capítulo (o pocos) de Sex & The City es pensar que sólo se trata de solteronas malcogidas (o sobrecogidas). Viejas locas que capítulo a capítulo intentan declarar la supremacía de la mujer independiente sobre las casadas y aburridas. O ¡peor! sobre los hombres, el nuevo sexo débil.
Aunque la verdad, esa no es la verdadera desgracia. La desgracia es que las mujeres nos creamos ese papel. Que actuemos siguiendo ese modelo, callando nuestros sentimientos o negándonos ser valientes ante un nuevo rol. ¿Por qué reaccionamos así? Alguna vez, yo lo hice por dolor. Protegía mi orgullo y de paso el corazón. También lo hice por contreras. El final perfecto, desde cuentos infantiles hasta películas (pasando por lelonovelas) termina en boda. “Y vivieron felices para siempre” Somos muchos los ejemplos de que las cosas no son así.
La boda es sólo un evento al que la mercadotecnia, sociedad y Hollywood se han encargado de darle un brillo falso y corriente. Por meses, todos esperamos la boda de Romualcita y Gertuliano. Vamos a Liverpool y les compramos el Xbox que pusieron en la mesa de regalos (¿Qué pedo con la gente, por cierto?). Buscamos ropa elegante y preparamos los colmillos para la tijereteada. En la fiesta, cubrimos el vestido (¡carísimo!) con botargas para bailar como Timbiriche. Nos aprovechamos del chupe gratis y terminamos teniendo drunk-sex. Brillo falso y corriente, insisto.
Aunque estoy amancebada, yo me considero casada. Sin darme cuenta, un día me convertí en esa señora que regaña al marido por no llamar. En pensar en la comida de todos los días. En las vacaciones de semana santa. En resumen: a pensar en plural. Cuando me cayó el veinte me asusté y tuve una crisis matrimonial. Pensé que era injusto echar mi soltería por el caño. ¡Tanto aprender a disfrutar mi soledad para ahora mandar todo a la chingada! No era justo.
Tuve que bajarle dos rayitas a mi drama para darme cuenta que no pasaba nada. Que en realidad me gusta ser mandilona y estar en ESTA relación. Que es importante y por eso, debo actuar en consecuencia. Y suena a cliché pero es cierto: sólo cuando aprendí a estar sola, aprecio más estar acompañada. Sé que estoy acompañada porque quiero, no porque lo necesito.
Con la sabiduría que me han dado los madrazos que me he puesto en la vida, les digo: ninguno de los dos estados (soltero / casado) es el perfecto e ideal. En ambos hay problemas y cosas divertidas. Momentos que nunca vivirás estando del “otro lado”. Así es de emocionante y a la vez injusto.
Vuelvo a Sex & The City. Hay un capítulo en el que Miranda que lleva un tiempo arrejuntada con Steve, dice que tienen sexo “normal”. Se conocen bien, saben cómo llegar al orgasmo y no hay mayor emoción. Por otro lado, Samantha (supongo) habla de haber cogido con 2 enormes penes (y sus hombres), en un elevador y embarrándose comida. Ok, no era eso pero algo así. La reflexión es: cuando te toca coger con amor, disfrútalo. Cuando te toca coger con 2 enormes penes (y sus hombres) disfrútalo también.
Esta versión de Muse a la setenterísima Can't take my eyes off you sonará fuertísimo el día que me vuelva a casar, si no, me divorcio al día siguiente.