lunes, 28 de junio de 2010

La gravedad en Holbox

Todos sabemos las maravillas del mar Caribe: aguas transparentes y finísima arena blanca. Sin grandes olas y de temperatura templada, esa gran alberca es la delicia de todos. Entonces, ¿Que tiene Holbox que no tengan otros lugares del Caribe? Los lugareños dicen que es magia. Su nombre maya significa “hoyo negro” y es que -según ellos- cuando en el continente hay lluvia, en la isla el sol abarca todo. Cuentan que los mayas perseguidos por la guerra de las castas se refugiaron en la isla, y que a diferencia de las otras islas famosas de Quintana Roo; Chetumal e Isla mujeres, Holbox no ha caído en la tentación de los grandes hoteles para turistas y se niega a poner en riesgo sus recursos naturales y animales, que incluyen al tiburón ballena, flamingos y demás variedad de aves.

Yo les puedo hablar de Motorcito, que con una sonrisa tímida me ofreció una cabaña en renta cuando aún no salía de Cancún. Que carga con su biblia, es moreno, regordete y con ojos negros de pestañas rizadas. Aunque las canas ya aparecen en su pelo chino, la cara de niño no se le quita.

La cabaña resultó un hogar muy parecido al que construyó la adolescente parejita de “la laguna azul”. Su techo de palma mantenía el lugar fresco y una cama con velo protege del ataque de los mosquitos. De sus coloridas paredes cuelga una hamaca que te llama a dormir, leer o simplemente disfrutar.

[caption id="attachment_1298" align="alignright" width="150"] Cabañas[/caption]

Las calles en Holbox no están pavimentadas, así que no hay calor desde el piso. El pueblo es pequeño pero si te da flojera caminarlo, es posible rentar bicicletas o carritos de golf, medios de transporte que utilizan los lugareños ya que no hay coches y mucho menos autobuses. La mayoría de las casas son de madera y están pintadas de colores vivos y con techos de palma.

Rodeando a la plaza principal está la iglesia, el ayuntamiento y un sinfín de restaurantes que ofrecen desde comida mexicana, italiana, tacos, mariscos y por supuesto, pizza de langosta (¿de qué más?).

La gente es alegre, amable y casi todos tienen perros chaparros. De dos a tres por casa, en su mayoría son mestizos, están bien alimentados. Los perros andan por las calles como si les pertenecieran y saben el camino al mar para meterse a refrescar.

Es sencillo enamorarse de Holbox.  Algunos extranjeros lo hicieron y se quedaron a vivir ahí. Como un italiano, que compró un carrito de crepas y con eso se mantiene. O los sudamericanos, que hacen collares y pulseras de hippies ayudan a los niños de la isla en los eventos escolares.  Confieso que yo también fantaseé con vivir ahí y poner una librería de viejo.

[caption id="attachment_1297" align="aligncenter" width="150"] Plaza Principal[/caption]

La isla es un digno ejemplo de cómo mezclar exitosamente conservación natural y turismo: no hay dinero que valga la destrucción de sus recursos naturales y ellos lo saben.  Sus tours para nadar con tiburones ballena (de mayo a octubre) son controlados por ellos mismos y están conscientes del respeto a estos peces.  Existe otro tour para ver aves y flamigos, pero sólo de lejitos y desde un malecón por respeto a la vida silvestre.

Estoy de acuerdo con los holboxianos: la isla tiene algo especial. Y no es por el mar, por la tranquilidad en sus calles o por la calidez de su gente. Es por ese hoyo negro que te jala a su centro y crea una realidad paralela en la que los problemas, las dudas existenciales, las prisas y las actualizaciones de twitter no existen.

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