lunes, 31 de diciembre de 2012

Bendi... ¿queeeé?

Cuando hay eventos culturosos en el centro, nunca falta una señora que vende galletas y da bendiciones. Así las ofrece: “galletas, dulces… bendiciones”. Me llama mucho la atención ya tiene una voz suave y siempre sonríe al ofrecer la mercancía que carga en una canasta. Suele usar vestidos de flores largos, con manga larga y cuello alto, generalmente terminado con encaje. Su pelo entrecano siempre está agarrado en un chongo y usa maquillaje discreto. En resumen, no pareciera que tiene necesidad de vender galletas caseras en la calle, por lo que tengo el presentimiento que lo hace porque le gusta bendecir gente. 

Hace poco le preguntaba a Ricardo si la palabra bendición tiene a fuerza una connotación divina. No supo. San Google me dijo que sí. Lo cual me deja mentando madres al español ya que la mayoría de las palabras que hacen referencia a tener una gran vida están relacionados a dios o a cualquier otra fuerza mágica: Fortuna, Dicha, Suerte. Como si algo mágico se necesitara para estar bien. 

Eso de bendiciones lo pensé a propósito de una charla que tuve con unos colegas el trabajo. Me sentí contenta de tenerlos en mi círculo laboral-computito. También pensé en mis compas de la escritura: sin sus jalones tal vez ya me hubiera vencido. Después pensé en mi familia y en mi sobrina. Y cómo la chamaca nos ha pegado aún más. Y por supuesto, pensé en Ricardo, en todo lo que hacemos juntos y en nuestros perros. Me di cuenta que tengo lo que mucha gente pensaría que son bendiciones. 

Como no soy creyente de cosas imaginarias, esa palabrita no me cuadra. Además, nadie me ha dado nada. La dicha que siento en este momento de mi vida es resultado de reducir mis dramas y tener en mi círculo cercano a gente a quien le importo y que me da estabilidad. No tengo cerca a nadie que me esté jodiendo la existencia porque yo lo he decidido así. 

No sé por qué invertí mucho tiempo de mi vida en el drama. Dicen que es porque los sentimientos de tristeza y desesperanza se sienten más fuertes. Ya saben, el dolor en el pecho y la constante incertidumbre de no saber qué va a pasar hace que te sientas vivo. 

Llega un momento en que hay que dejarse de pendejadas y quejas. Hay que apechugarle y ser honestos, con uno mismo y con los demás.

viernes, 21 de diciembre de 2012

ChuperRox attacks again

Desperté borracha en mi cama.  Aún no amanecía.  Al principio me asusté, no recordaba cómo había llegado ahí.  Después sentí a mi viejo y supe que todo estaba bien.  Por la mañana descubrí los raspones en las rodillas y en el hombro. Tenía ascos, el estómago revuelto, pero nada de dolor de cabeza.  Bendito tequila.

Maldito tequila. Desperté a mi viejo en la madrugada porque no me acordaba de nada después del tercer caballito de tequila comunitario (por supuesto, había estado chupando toda la tarde).  No recuerdo de haberle llamado para que fuera por mí o cuando llegó al lugar de la posada.  Tampoco cómo traía pijama o dónde había vomitado.  Porque había vomitado, esos flashazos sí los tenía.  Ricardo me informó que un amigo/colega de demasiadas borracheras anteriores, le había llamado desde mi celular.  Y del susto que tenía mientras manejaba a casa porque no hacía más que quejarme.  Y que sí, vomité otra vez en el coche.

Los huecos mentales terminaron de llenarse el lunes, cuando me informaron mis compañeros de trabajo que sí vomité en el baño (fiu) y que era yo la que andaba organizando los caballitos comunitarios.  Que fue en el baño donde me caí y me raspé las rodillas y el hombro.  Que hubo quien me quitó los caballitos de la mano y me los cambió por agua.  También de las chicas que me auxiliaron en el baño. Que cuando Ricardo llegó en nuestro rojo corcel, me lancé a sus hombros emocionada.  Al parecer no hubo exhibicionismosos o malacopismos de mi parte.

Ponerse hasta la madre en la posada del trabajo es un riesgo que debería ser añadido al proyecto (chacatacum plashz).  En serio, de las cosas que no hay que hacer en la vida están en el mismo nivel: matar gente, comer hotcakes con huevo y ponerse hasta la madre de ebrio en las posadas del trabajo.

Pero qué quieren.  A veces y no sólo cuando estoy borracha, siento que no es trabajo, snif.





Por cierto, tengo un coche nuevo y no nos amamos desde el principio.  La historia de su clutch y mi incapacidad de coordinar en un cuentito nuevo.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Black mirror o un reflejo oscuro y cercano

Black Mirror es una miniserie de tres capítulos que no van en serie. No es de extrañar que sea inglesa ya que a estos isleños les encanta inventar sus propias reglas. Sin embargo, los tres capítulos tienen en común que narran una distopía que puede llegar a sentirse muy cercana. Sin llegar a ser un mundo apocalíptico, la propuesta de Black Mirror asusta. Y es que conocemos al "Coco": Youtube, Twitter, Ipad o American Idol, smartphones.



En The National Anthem, unos golpes en la puerta de la habitación despiertan al Primer Ministro de Inglaterra: acaban de secuestrar a la Princesa más querida por el pueblo y, a menos que se coja una cerda (de esas que saben tan bien en taquitos con salsa molcajeteada) en cadena nacional, el secuestrador la matará. Cuando despiertan al Primer Ministro, el video con la Princesita atada y llorando es viral. Entonces el smartophoneado pueblo toma el poder mediático. Juzga y presiona al gobierno quien además, hace las pendejadas de siempre.

¿Algo así podría pasar en nuestra sociedad? Algo me dice que ya pasó.

Link a The National Anthem, los de Channel 4 no dejan embeberlo, grrr.

15 Million Merits se burla de los reality que lanzan "estrellas" por el voto del público. El capítulo se llama así ya que la gente obtiene méritos por pedalear una bici estática. Viven en un cubo con paredes táctiles que reflejan la TV o las aplicaciones que compran. De no ser por los "vecinos" de bici, las relaciones personales son nulas. Además para eso existe un avatar que puede visitarte en las paredes del cubo. Vestidos de gris, estos seres no hacen más que pedalear y descansar en su caja. Bing tiene cerca de 15 millones de méritos, que es como dinero para comprar desde pasta de dientes, hasta apps para su caja. Bing ahorra su méritos; gasta apenas para lo indispensable. Entonces conoce a una chica hermosa que sabe cantar. La motiva para que vaya al concurso y todo se va por el caño. Esta vez, el reflejo negro es una sociedad gris cuyo mayor logro es salir en un reality que maltrata a los concursantes. Una sociedad clasista y conformista.

   

The entire history of you es, a primera vista, la que menos referencias actuales tiene. Con una estética de la gringolandia de los 50s, podría decirse que la sociedad es bastante "normal" excepto por un chip que graba todo lo que la gente ve. Todo. La película puede reproducirse a capricho en los propios ojos o en una televisión. En la trama encontramos a un hombre que se siente fracasado por no conseguir un trabajo. Además presiente que su mujer lo engaña con un excompañero de la escuela. El individuo no tiene acceso a las grabaciones de la mujer, o de su supuesto amante; sin embargo, puede rebobinar y hacer zoom en lo que considera indicios de infidelidad. En una escena impactante, el matrimonio está cogiendo de una manera automática, sin pasión. Pero en sus ojos, cada quien reproduce una escena de sus primeras cogidas, en donde jadeos y sudores existieron. Patético.

Aún no tenemos un chip grabador, pero que levante la mano quien, movido por un obscuro sentimiento, no haya stalkeado y sacado conclusiones de fotos de Facebook, checkins en foursqueare o post crípticos en blogs.

Link al avance de The entire history of you



Bájense Black Mirror, es imperdible. Luego me cuentan cómo les fue en el reflejo. En una realidad más agradable, mi post ñoño de las mujeres que desarrollan software.