lunes, 30 de agosto de 2010

Píntenme ésta


Éste rancho tiene un color institucional. Bueno dos. Rojo ladrillo con amarillo mostaza francesa. Así lo tienen que pedir en pinturas Prisa. El caso es que hoy pasé por esa iglesia que está en la calle Ejido y que es de mis preferidas: pequeñita y en el monte. Por supuesto, nunca entré, pero me gustaba contemplar su fachada en los 3 minutos de tráfico que a veces me tocaban.
Pues como decía, hoy pasé por ahí y resulta que esta BLANCA!! blanco inmaculado con rojo chiclamino. Un crimen. Ya no hay respeto. Primero los arcos teiboleros y después la iglesia de Ejido, snif.
Llamen a la inea, inegi, inah y al obispo. Nomás por eso, hay que pecar todos esta noche. Mi plan es hacer una orgía satánica en honor a dios GOOGLE MAPS, que tiene una fotito de la iglesia en su estado chingonio.

domingo, 29 de agosto de 2010

There is no place like 127.0.0.1

Tengo muchos chistes sobre mi trabajo de computita -o mejor dicho, de QAtita-, y pienso utilizar más de uno en mi presentación de mañana; el powerpoint ya está listo e incluye fotos de mis hijitos y cartones de Dilbert. Supongo que eso no cabe en el concepto de un “asesor profesional”. Pero no hay vuelta atrás. Ayer, entre la cuarta y quinta cerveza en mi nueva cantina preferida (el norteño) lo decidí.

Estoy hasta la madre de asesores trajeados, poseedores del conocimiento absoluto y divino que les dan los “certificados” de empresas “certificadoras”. Así que decidí alejarme de ese estereotipo. Además, la empresa en la que estoy dando asesorías lo facilita. El computito más viejo no me lleva más de dos años, son emprendedores y no se inmutan en llamar pendejadas a las oportunidades de mejora. En el refri hay cervezas, un tequila entre computadoras y los peluches del pingüino y chistes ñoños en las paredes.

Lo he dicho muchas veces y lo repito: el computito es un ser creativo. Matar esa creatividad es lo que hace mucha gente de QA y ese, más que hacer presentaciones chistositas, es el reto que ahora tengo.

¿Lo lograré?

Ya les contaré. Por lo pronto, tengo que convencerlos que soy lo mejor y lo peor que les ha pasado en un buen rato.

Mi perro Spot


Según yo, Spot era blanco con negro y resulta que tiene tonos cafés.  Ese fue mi primer libro o al menos, el primero que me impactó.  Crecí queriendo un perro, pero antes llegaron tortugas y una hermana, pero nunca un perro.  Ahora, ya lo saben, los perros son parte importante de mi vida.
Hace unos días hice un cuento sobre esto.  Un cuento tan malo, que ni siquiera lo pasé a computadora.  Pero tres o cuatro ideas eran buenas y al rehacerlo quedó mejor.  Quedo una niña loca por tener un perro y unos padres que la adoran.  Para mis papás, mi perro spot.

La blanca Mérida arde

1. Bienvenida al infierno


El techo es alto y un tragaluz ilumina la habitación. Un ventilador de madera cuelga en el centro y sus aspas sólo sirven para cortar la luz. Esperando recibir un poco de aire, me acuesto en calzones en la cama superior de la litera. Esas esperanzas son ilusas, los 42°C que hay en la calle de Mérida me han inflamado las córneas y debilitado mis piernas.

Pero a las tripas les vale madre el calor y tenemos que salir a comer. Nuestro anfitrión nos ha asegurado que “El Tucho” está a 6 cuadras, pero a las 2:30 de la tarde, recorrerlas me parece una misión imposible. Después de un baño, vestido de algodón, sandalias, sombrero y mucho bloqueador, mi adorable acompañante y yo emprendemos la caminata al ansiado oasis.

[singlepic id=273 w=160 h=120 float=left]Por algún pleito existencial con el centro del país, en Yucatán las calles son nombradas con números en vez de héroes. No puedo asegurar que los yucatecos tengan algo en contra de Hidalgo o de Morelos, sólo piensan que con números en las calles, la orientación es más sencilla… excepto para los anuméricos y desubicados como yo. Y es que en vez de ir aumentando -o disminuyendo- numéricamente conforme avanzas, resulta que los pares -o los nones- aumentan hacia el este -o el oeste-. Es decir, al combinar pares y nones con ejes cardinales y sentido de las calles, obtenemos direcciones logarítmicas más o menos así:

c61 #156 x 50 y 52


¿Se entiende? Yo sé que no. En realidad no intento explicar lo que ignoro y que me hizo vivir perdida bajo el sol.

Sin calculadora, salimos a la calle. El piso y las paredes irradiaban calor. Conforme nos acercábamos a la Plaza Grande, más gente salía a nuestro paso. Después nos enteramos que todos, absolutamente todos los camiones (llamados colectivos) llegan a algún lugar del centro. Entré a un oxxo y compré una botella de agua salvadora. Doblamos por la 60 con la botella vacía y entramos a una librería que tenía aire acondicionado para tomar fuerzas. Habiendo vencido temporalmente el calor, volvimos a la calle y encontramos al mentado Tucho, un restaurant bar familiar y botanero que incluye variedad.

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Cerveza por favor.  La primera fue para rehidratarme. La segunda para quitar el calor. La tercera para reponer la que acababa de mear y la cuarta para que se resbalaran los papatzules. Los meseros nos veían divertidos; supongo que pocos se zampan en menos de una hora cuatro cervezas, una minimargarita y como seis platos de botanas yucatecas (ahora sólo diré que estaban deliciosas).

Volvimos al hostal a pie, sólo para comprobar que para combatir el calor con cerveza hay que seguir chupando. Volvimos a asomarnos a la calle hasta que el odioso sol se fue. El calor continuaba, pero podía caminar 2 cuadras sin renegar.

2. A mí me gusta el diablo


Si por la tarde no quería ni asomarme a la calle, en la noche me di cuenta que Mérida se hizo para caminar. El ayuntamiento lo sabe y ha organizado eventos nocturnos para presumir la música, el romance y los bailes yucatecos. Todos los días hay eventos, pero mi preferido fue la serenata de los jueves en el Parque de Santa Lucía, donde un poeta que habló de su tierra y su gente me conmovió hasta las lágrimas. Mi acompañante que es un hombre insensible y tiene atole en las venas, quería irse, pero yo me negué a mover mis nalgas de ahí y así disfruté de tríos, boleros y bailes de mestizos.

Una parte de de la calle principal -la 60- es cerrada por las noches y los restaurantes instalan mesas en la calle formando animadas terrazas. Música, tragos, cena… caminar por el centro de Mérida de noche es una gozada.

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Mérida ya no es la ciudad blanca, pero eso no quiere decir que el colorido de su centro la haga fea. Al contrario. Fundada sobre la maya T’ho, su estilo arquitectónico es claramente colonial. Desde el primer cuadro y hasta las calles que llegan al Paseo Montejo (sus Champs Elysees) tienen una arquitectura preciosa y bien cuidada. Del otro lado, el centro está lleno de comercios y parece Tacubaya.

Sin duda, el Paseo Montejo es de presumirse. Las grandes casas de los ricachones henequeneros del siglo pasado imitan las francesas, aunque con un toque mexicano. En algunas ese toque lo proporciona el color rosa mexicano, en otras, las caras indígenas en la fachada. Imperdible en esta avenida es el museo de Antropología, alojado en un palacio lleno de historia maya.

A todos lados que íbamos había basura; algunas coladeras apestan y no hay botes de basura. Mientras la arquitectura es hermosa, el piso de la calle es horrible. El asfalto es gris y tiene mugre pegada. Me avergüenza ser tan queretana, pero no puedo evitar taparme la nariz ante la basura podrida.

3. Directo al inframundo.


Las leyendas de doncellas mayas que eran sacrificadas en cenotes sagrados, capturó mi atención desde niña.  La península de Yucatán es hueca y sin ríos superficiales. Sin embargo, una gran cantidad de agua subterránea agrupada en cenotes y ríos que los comunican. Estos pozos de agua dulce eran la entrada al inframundo para los mayas. Se han encontrado calaveras que indican sacrificios humanos.  Siendo sinceros, a mí me gustaría morir en un lugar así de fregón.

[singlepic id=268 w=160 h=120 float=left]Yo tenía que ir a un cenote, eso no estaba a negociación. El lugar elegido fue Cuzamá, donde hay tres cenotes en los cuales puedes entrar a nadar: Chelentún, Chansinic’ché y Bolonchoojol. Para llegar desde Mérida hay que tomar un colectivo a Cuzamá, un bicitaxi a la entrada y un truck a los cenotes. El truck consiste en un carro de madera jalado por un caballo y sobre rieles de tren. Nuestro conductor del truck se llamaba Wilian y la yegua Pancha. Desde el principio, Panchita era rejega. Ni diciéndole “mividita” se dignaba avanzar. Pero Wilian logró llevarnos a los 3 cenotes.

En los cenotes, el agua es templada y transparente. Todos son hondos y su acceso puede ser difícil.  Es necesario bajar por improvisadas escaleras a un obscuro orificio del salen ecos de agua.  Manos y piernas se aferran a la madera y confían que estén bien clavadas a la pared de roca.  Los ojos apenas y ven, si abajo está el infierno, no hay manera de confirmarlo desde antes.  Por fin, una salvadora plataforma de madera.  Al estar en una caverna, la acústica del cenote es excelente. Hay peces, aves y murciélagos, así como estalactitas y raíces de árboles que cuelgan del techo. El diferente tono de azul que tiene cada uno de los cenotes es sorprendente. ¿Qué minerales intervienen para lograrlo? No lo sé. Igual de impactante es sumergirse con un visor y lograr ver 20 o 25 metros hacia abajo.

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4. ¿Dónde están los dioses?


Ir a ver piedras es una visita obligada de turista. Hay gente que lo único que visita en Yucatán es Chichén Itzá. Igual que la pinche foto de la torre Eiffel en facebook, la de la pirámide de Kukulcán es un must do.

Disfrutar un sitio arqueológico no es fácil. Además de leer sobre el tema, yo recomiendo hacerlo con un guía (que no te ponga a aplaudir, ni hable de mafufadas del 2012) e ir antes al museo de Antropología en Mérida. Entender los periodos de la cultura maya, quienes fueron los Itzáes y la influencia tolteca es importante no sólo para apreciar el sitio y sus diferencias con los otros centros Mayas, sino para tener una visión objetiva sobre esta cultura.

Los mayas y la sabiduría que llegaron a adquirir son motivo de los más grandes orgullos de México. Estoy de acuerdo, no niego la majestuosidad de su arquitectura, la precisión de su calendario y de sus matemáticas. Además de eso, me sorprende el comercio que se dio entre las diferentes culturas de Mesoamérica y cómo el populacho maya aguantó -y durante tanto tiempo- a una élite aristocrática.

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La magia de Chichen Itzá no está en sus pirámides y edificios; está en la gente y las motivaciones que llevaron a construirlo. Ahora esa magia es arruinada por vendedores ambulantes acosadores. Llamados “veinteros” (porque venden todo a 20 pesitos) andan tras los turistas y si cometes la equivocación de siquiera preguntar, un montón de acosadores se acercan. Yo sé que hay pobreza en México y que así se ganan la vida. Pero lo mismo compras en un tianguis en las afuera del sitio arqueológico.

4. ¡Quien fuera conejito para comerme esa zanahoria!


[singlepic id=283 w=160 h=120 float=left]Me gritó un meridense desde la ventana de su departamento.  El elegante piropo me alagó y me hizo adorar aún más a los que habitan esa hermosa ciudad.  Sí, hace calor. Sí, la gente está loca por vivir en esas temperaturas infernales. Pero todos son amables y alegres. Se nota que disfrutan su ciudad y están orgullosos de su herencia, su cultura y su comida. Su acento es pegajoso y encantador.

No sólo Erwin, el dueño del hostal en que nos quedamos nos trató con afecto.  Está Wilian, que ante la terqueza de Pancha, empujó el truck por la selva.  Cómo olvidar a Don Panchito, el encargado de gritar bombas o al chaparrito moreno y simpático que dirigía los eventos nocturnos.

Chimuelo de los dientes superiores, un señor gordo y sudoroso se acercó mientras comíamos en un restaurant.  Comenzó a hablarnos de su ciudad y a recomendarnos lugares donde ir.  En Querétaro o el DF, le hubiéramos pedido que nos dejara en paz.  Pero una sopa de lima nos hizo aceptar a este extraño como si fuera un viejo amigo…un amigo que nos vendió un tour.

5. Recomendaciones


1. Hostal La casa del tío Dach:  Erwin hizo de la casa de sus abuelos un hogar.

2. Oficina de Turismo de Mérida: Incluye tours gratis y calendario de eventos de la ciudad.

3. Mercado: Cerca del museo de la ciudad, el atasque de antojitos yucatecos es un deber moral.

4. Museo de Antropología: Visita indispensable antes de ir a ver piedras.

5. Centros botaneros con show: El Tucho y similares garantizan comilona yucateca y cervezas a precios muy razonables.

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viernes, 27 de agosto de 2010

Rascándose el lomo

Los perros saben cómo vivir y disfrutar.
Se lamen el pito, duermen casi todo el día, aceptan cualquier cosa por comida y sobre todo, saben cómo rascarse el lomo efectivamente.
Mientras nosotros necesitamos una mano amiga y el pasto alto nos saca ronchas, Scampi nos enseña que es tan sabio como Baloo.  Mueran de envidia

Mi vida online II

Con la explosión de las redes sociales, el mundo offline comienza a preguntarse sobre legislación, seguridad y vicios, cuando que hay gente que chateamos, compartimos información y vida con gente que conocimos “virtualmente” desde hace más de 10 años. Hay preocupación y temor por la barrera generacional y social que se está formando. Los medios “normales” no saben reaccionar bien o lo hacen con lentitud. Basta ver los berrinches de Loret de Mola o Aleks Synteck en Twitter.

No sólo mi vida online y offline terminó juntándose. El acceso a internet desde parques, las computadoras baratas, smartphones y demás gadgets nos dan el byte nuestro de cada día.

Si comencé esta entrega de mi vida online II con arqueología computacional es, para dejar claro claro que no hay otro camino y lo rápido que va todo esto. No puedes luchar contra eso y pocos serán los “afortunados” que podrán elegir.

Pero volvamos a mí (al fin y al cabo es mi blog), queriendo tener una doble vida sin siquiera tener el cuidado de usar capa y máscara. Para bien o para mal, soy una persona que piensa y que gusta de exponer esas ideas. Quienes han tenido el placer de escucharme, sabrán que mis ideas se vuelven más necias conforme pasan los años y entre más alcohol tenga en la sangre, están menos dispuestas a negociación.

Entendí que escribir (y dejar rastro de ello) puede usarse en mi contra. Que puedo lastimar gente. Que algunos se avergonzarán y otros se sentirán amenazados. Habrá quien se burle, intrigue y se empute. Hoy, a diferencia de hace algunos años, todo eso no me vale madres: entendí que tengo que ser responsable de lo que digo. Apechugarle a las reacciones.

Ante todo esto, ¿Por qué seguir así? ¿Debería censurarme y borrar mis blogs?

NO.

No sólo por los megas de egoteca que tienen almacenados y de los cuales estoy orgullosa; tampoco porque “no hay de otra”. Si no porque esto de la vida online -y más específicamente los blogs- tienen muchas pros.

  • Libertad. Hoy, más que nunca, puedes decir lo que se te dé la gana, leer lo que se te de la gana.
  • Creatividad. Supongo que, en algún grado, todos somos creativos. Sin embargo, hay que practicar para lograr hacer convertir en esa creatividad, algo decente. Y esa práctica, puede hacerse en online.
  • Conoces gente chingona. Ya no me imagino mi vida sin saber que existe alguien en otro lugar del planeta que habla de algo que me interesa. A veces, esa gente se hace tu amigui y te echa la mano cuando menos lo esperas.
  • Cooperación. Éste es un gran #win. Sacar adelante proyectos con gente diferente, que no están ni en el mismo país, me ha dado gran satisfacción.
  • Adoptas los nuevos paradigmas más fácil y rápido. Al tener tanto tiempo online, le he perdido el miedo al cambio que al que la red te arrastra. Compartir en vez de cobrar. Subir fotos, bajar contenido, acceso oportuno a la información.
Todo eso ganas al estar online.

Pero como todo, puedes estar y usarla para picarte el culo. Esa es mi queja y cruzada contra facebook y un poco, hacia twitter. Y no, no me pienso salir de ninguna de ellas. Mi berrinche no va por ahí. Reconozco su utilidad, entiendo el objetivo de cada una y al usarlas tengo muchas ventajas (incluyendo facebook)

Twitter mató a los blogs, se ha dicho hasta el cansancio. El "no tengo tiempo" / "es más rápido"de exbloggeros no lo compro. En cambio, el "me da hueva" lo compro y hasta lo entiendo. Con todas las redes sociales, cada quien está donde se siente más cómodo, eso es todo. Llegaron con su blog hasta donde pudieron y no quisieron moverle para otro lado: reinventarse dentro del mismo formato.

No niego que me da tristeza, porque en algunos casos, 140 caracteres les quedan cortos. Gente con talento que escribe con sus amiguis en facebook únicamente. Otros, en cambio, se mueven naturalmente en twitter.

¿Estamos en la plataforma correcta? ¿Elegimos la que es natural para nuestra forma de comunicarnos?

Si no sabes que pedo, acá está un Ángel que te explica.
Si sabes que pedo, ¿en cual andas? Por lo pronto, ya abrí mi posterous :)

Otros posts calientitos:

martes, 24 de agosto de 2010

Cómo volver metrosexual a su viejo

Nunca he tenido un galán metrosexual, así que no puedo hablar (ni bien, ni mal) de esa subespecie del género con-pito. Imagino que sería una situación extraña, sobre todo por mi legendaria fodongonería y mi vicio de procurar callos en mis pies. Como sea, estoy segura que “eso” no sería un impedimento para mi persona, ya que sostengo que una debe probar de todo en esta vida.

Como sea, me pregunto si los metrosexuales, al tener esa inclinación natural al fashion y al body care, son menos brutos en cuanto a decir piropos se trata.

Y es que una se mata haciendo ejercicio (caminando al coche), dietas (quitando una tortilla), gastando en cremas (ponds), pinturas y tintes para el pelo. Una inmensa inversión de tiempo y dinero… ¿para qué? Para que el comentario sobre mi nuevo color de pelo fucsia ciclamino fura que extraña mis canitas. O que siente bien rico de agarrar el gordito de la cintura. “Como gordita de asadura” fueron sus palabras literales. Que mis nalgas lucen mejor en ese pants de payaso y que no le importa si salimos a la calle sin maquillarme.

No es la primera vez que me pasa. En esa ocasión, mi paranoia y sospechosismo me hizo pensar que el muy desgraciado (el anterior pues) intentaba ponerme en engorda para que nadie más se me acercara. Sin embargo, esta vez estoy segura que mi querido amancebado no tiene obscuras intenciones.

¿Les ha pasado algo así? ¿Es posible volver metrosexual a su viejo? Seguiremos informando.

lunes, 23 de agosto de 2010

Cuélgate tu también


Lo tuyo nunca fue la súplica y escucharte por teléfono escupiéndome ruegos, como si yo fuera una especie de diosa milagrosa, lapidó la imagen que tenía de ti.  Qué idiota, ¿no te diste cuenta que de eso
huía? Solito te pusiste la soga al cuello.  Amoroso y dedicado, tallaste un altar para subirme sin calzones.  El mismo altar que ahora te sirve de plataforma para romperte el cuello.
Salta de una chingada vez. De dominante pasaste a sumiso y el jueguito ya no me entretuvo. En un inicio, sólo te iba a amarrar las manos. Tú me lo pediste. Sí, lo de la mordaza fue mi idea, pero tú te dejaste. Después de eso nos perdimos y comencé a golpearte hasta que el látigo se rompió.
Tilín tilín, hasta acá escucho el cascabel de perrito faldero. La baba te escurre de la cara y cae por el cable del teléfono. Lo alejo de mi oído asqueada. Tus ruegos ya me hartaron. Cuelgo el teléfono, cuélgate tú también.
Taller - 23/08/2010

Mi vida online

Mi vida online comenzó en el lejano 1993 o 1994. Algunos de ustedes, escuincles chaqueteros, apenas nacían y/o seguían utilizando pañal. Sin embargo, yo era una computita en gestación que estudiaba en el ITESO. En aquel entonces, sólo las universidades tenían internet, así que cuando llegó el chisme a los laboratorios que además de usar Gopher, Archie y Verónica podíamos perder el tiempo “platicando” con otros estudiantes, el club.gdl.iteso.mx hizo explosión. Ese mítico lugar, llamado BBS ITESO, es guardado con cariño en la memoria de muchos computitos de mi edad, ya que fue el primer contacto con gente (casi todos estudiantes) de otras partes de México y el mundo.

Amistades, encamamientos, pedas, matrimonios, etcéteras comenzaron y terminaron por el BBS ITESO. Todo eso en pantalla monocromática y sin usar mouse. Mi Nick: Wilby. Nadie sabía si era hombre, mujer o cosa.


Cuando terminé la carrera, Windows ya se había apoderado de los sistemas operativos, Netscape aún no moría (pero estaba a punto de) y Google te preguntaba si te molestaría que tuviera publicidad en su página. Sin embargo, esos últimos años, me alejé del BBS. Pinches ñoños obsesionados, pensaba.

Para 1997-1998 ya había proveedores de internet por lo que estar conectada “en casa” (mientras tu madre no descolgara el teléfono) era una realidad. Fue en 1999-2000 cuando en el laboratorio de IBM vi el concierto final de Soda Stereo online y comencé a bajar MP3. Hotmail había sido comprado por Microsoft y los beta del pre-messenger empezaron a salir. Pero yo era una chica trabajadora y no me distraía con espejitos.

En 1998 me cambié de trabajo, donde también había internet dedicado. En el navegador, buscando información de Trino (el monero) di con una bola maniáticos sexuales que no tenían empacho de hablar de temas tan variados como caca-pedos-culo-chis. Eran unos desocupados reaccionarios que lo mismo mentaban la madre del candidato Fox como del monero que nos hospedaba. En el foro de Trino mi Nick era WizyAraña y pasé casi desapercibida. Un día avisaron que “por mantenimiento” el foro iba a estar fuera de línea. Los miembros más erectos reaccionaron con preocupación ¿Dónde nos vamos a ver? Bola de pendejos que no tienen vida, dije yo.

El auténtico perro-ardilla del kkk
Seres mitológicos de la forósfera

Ese foro nunca volvió a estar online y para el 2000 volví a encontrarlos. Se hacían llamar Forinautas y por supuesto, me registré. Mi Nick era Herida (aka Heri, Jeri, Jeri4queen *ver url de este blog*). Entonces la adicción comenzó: los refresh al navegador cada minuto en un tema o foro. Ahí presencié novelas, pleitos, amenazas de demandas, guajologates y berrinches. Todos provocados por finísimas personas, que perdían las 8 horas laborables en el chat de msn y el foro. En un universo virtual y paralelo, también existía la Zapatería de Asimov, otro foro con gente igual de corriente pero pueblerina.

¿Qué tenían de bueno esa bola de desocupados? Necedad, originalidad y más de uno, un chingo de creatividad. Porque hasta para mentar madres hay que ser creativos, chingado.

Para el 2004, el foro me empezó a aburrir. Navegando en internet me encontré un par de páginas a las que sus dueños llamaban Blogs: Tinynibbles de la pornófila Violet Blue y del linuxero Miguel de Icaza. Yo también quise uno y en agosto nació este blog.

Brincar del foro al blog fue sencillo. Sin embargo hubo cambios significativos: comencé a firmar mis escritos con mi nombre real y por supuesto, cualquiera podía leer lo que escribí. No había que ser un genio y darse cuenta que la que escribía era la ñoña del escritorio de a un lado. Confieso que ese cualquiera me sacaba un poco de ronchas y durante mucho tiempo tuve una doble vida: la online y la offline. Nunca fui de esas bloggeras que firmaban sus mails, tenían tarjetas de presentación y status de msn con la dirección de su blog.

La cantidad de visitas me tenía sin cuidado y mientras tuviera esos dos universos separados, era feliz. El pedo es no sólo llegué a tener dos vidas: era dos personas. No puedo establecer el momento en que Rox se convirtió en una versión exagerada de mí. Fui creando una voz, una blogpersonalidad que, si bien es la mía, no soy yo 24/7.

Lo que pasó es que comencé a escribir más y más, afilando el estilo que caracteriza a mis textos. Me di cuenta que escribir con espíritu conciliador y buenaondita no es lo que me gustaba. No me divertía y además, es lo que realmente pensaba." ¿Cómo dice eso? ¿Cómo pone esas fotos? ¿No le da pena?" Claro que sí, por eso tenía esa doble vida.

Hace dos o tres años, Rox comenzó a comerse a Rosy. Hubo algunos experimentos de conciliar ambas grupos (onlines y offlines); algunos de ellos fueron un #BigFail, otros no tanto. Pero el choque erra inevitable y no faltaba mucho para que ocurriera. Al mismo tiempo de esta unión lésbica de Rox/Rosy, el boom de las redes sociales comenzó. Me uní a facebook en el 2007 y a Twitter en el 2008. En facebook incluí a mi círculo offline y twitter a mis amigos imaginarios online. Todo bien, todos separados y ordenados.

Aunque al principio de mi vida twittera me hice adicta a 140 letritas, desde que dejé el trabajo me desintoxiqué. Con adicción o sin ella, nunca dejé de bloggear. Además de Recolectivo (2008) y este blog, en febrero de 2009, inicié con mi blog de crónicas de viaje y a finales de ese año, el de relatos cochinos.

Algunas personas del grupo offline me encontraron en twitter y se materializaron en este blogcito. Recolectivo se hizo “famoso” y llegué a encontrarme offlines (o gente unopuntocero, pfff) que me identificaron y etiquetaron.

Sticker by Salles

Verga. Justo cuando todo estaba funcionando bien, mis dos mundos chocaron. Qué injusto. Y que me pasara eso, justo cuando más estaba escribiendo, era una chingadera. ¿Y ora?



Aprendizaje, futuro y reflexiones chafas de mi vida online en otro post.
No se pierda la siguiente entrega de este blog, mismo url, sabecuándo.

viernes, 20 de agosto de 2010

Tengo la nariz chueca

@asamano una vez me dijo que tenía la nariz curiosita.  O algo así.  Lo que pasa es que el señor es muy elegante y no quiso decir la verdad: que la tengo bien pinche chueca.  Pero lo bonito de mi chuequez es que no es cualquier chuequez, ya que lo que está chueca es la puntita.  Hace muchos años, un amigo me dijo que mi nariz se movía mientras hablaba y que lo hipnotizaba.  Por supuesto, la amistad terminó.  Yo sólo tengo amigos que se hipnotizan con mis chiches. POS ESTE.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Se busca gente chingona

Les debo un post de mi vida online, inspirado por los que hicieron Salvador Leal y Guffo (creo). Pero como no he tenido tiempo para escribir tan ansiado post, voy directo al grano infectado: busco gente chingona.

Ya saben que me llevo de piquete de ombligo y apretón de chichi con algunos bloggeros. Esto ha sido gracias a que hemos concebido algunos hijos maravillosos. Está por ejemplo, el libro de Diarios del Fin del mundo, cuya primeraedición ha sido agotada. Aplausos.

Ahora, para la segunda edición, Guffo pide una portada nueva. Él propone ésta, pero si son fotógrafos o diseñadores, propónganos algo más. Nada más no se tarden mucho, bola de huevones. Mándenle un mail si tienen sugerencias.


En esta segunda edición, el libro tendrá nuevos cuentos. Y sí, otro cuento de mi autoría que involucra perros y sangre, a diferencia del anterior que trataba de locos. Si quieren leerlo, lo acabo de subir al blog donde están mis cuentos.

Vuelvo a abrir la invitación para escribir en mi blog de sexo o de viajes. Chequen el estilo de cada uno y si creen que su texto cabe en alguno de ellos, mándenmelo a rossymr@gmail.com. Eso sí, buena ortografía es requerida y tu estilo será respetado.
  • No le cuentes a mi madre: Crónicas de viaje. Para viajeros, no vacacionistas; por eso, cuéntanos que sentiste al andar de pata de perro.
  • No le cuentes a mi padre: Sexo. Crónica, ficción, opinión, queja y demás sexoso. Las letras son las porno, las fotos no tanto. ¡Fuera los cursis!
Mas info, a mi mail.

viernes, 13 de agosto de 2010

Me partí el hocico

De hermosa escuincla, lo que más me decía mi padre era lo mucho que me quería. Y lo segundo que más me decía era ¡FIJATE SONSA! El amor de mi padre nunca nubló su vista y prontamente se dio cuenta que yo era despistada, por decirlo de una manera bonita. Por ejemplo: dejaba vasos donde no existían mesas, olvidaba donde dejaba mis cosas, echaba a andar la licuadora sin colocarle la tapa… en fin. Sonsa, zopenca y demás conjugaciones de idiotez aplican a mi persona.

Con los años, mis “despistadas” no disminuyeron. Como muestra están los individuos con los que me acosté y no debía En realidad, nunca le di importancia a ese defectito. Hasta se me hacía cute. Y es que nunca terminé dañada o dañé a terceros; hasta ayer, que me partí el hocico.

La oficina a la que voy a dar asesorías está en un pinche cerro. De esos cerros que abundan en Querétaro y que para lo único que sirven es para aventarse en un carro deslizador avalancha. Pero alguien pensó que la vista era hermosa y el viento muy limpio y puso ahí un pinche edificio. Y yo pensé que usar botas con tacón de 10 centímetros es un look chingón. Pero la fuerza de gravedad no perdona y como no vi dónde terminaba la banqueta, aterricé con todo y computadora.

Fue un aterrizaje forzoso. Primero se me torció el tobillo izquierdo y traté de conservar el equilibrio con el derecho, pero como éste aún estaba en la banqueta y mi ombligo en la calle, el sacar la pata torcida para sostenerme fue imposible. Aventé las manos hacia adelante, para cuidar mi bello rostro, pero una mano estaba ocupada cargando la computadora y la otra está pendeja, por lo que terminé con un lado de la cara contra el pavimento.

Debido a la bajada y a la lentitud de mi caída, me raspé en vez de golpearme. Sentí las rodillas raspados y vi mis palmas, sólo la derecha tenía sangrita. Con la lengua sentí mis dientes: estaban completos. Me senté en la banquetita y del coraje, le pegué con la mano buena a la pinche banqueta. Después me sacudí las manos y toqué mi rostro: sangre.

Volví a mi coche con paso de zombi; me senté con dolor y bajé la madrola que tapa el sol y en su espejo vi mi rostro desfigurado. Parecía como si un monstruo había mordido un pedazo de labio y después jaló hacia el cachete. HORRIBLE. Lloré poquito y me limpié con kleenex y agua ciel. Decidí volver a casa, quejarme en twitter, curarme con agua oxigenada y sufrir.

La inflamación comenzó a notarse y mi labio superior alcanzó niveles elefantezcos. Por supuesto, me deprimí. Aunque la cosa no pasó a mayores, esos madrazos duelen en el ego. Y no solo por pendeja, si no porque se ve refeito.

Después de una sobredosis de naproxeno, mi boca está mucho mejor. Ya ni asusta y supongo que en un par de días podré tapar las raspadas con maquillaje.

Muchas gracias a los twitters que me desearon pronta recuperación y chinguen a su madre los demás. JUM.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Ricardo Piglia

Descubrir un escritor que te vuela la mente es tan emocionante como enamorarse.

Eso me paso con Ricardo Piglia, en Cuentos con Dos Rostros. Tengo que confesar que leer el libro (disponible completo en la liga, de nada) me costó un poco de trabajo. Sobre todo porque leí el prólogo de Villoro y los últimos cuentos porque eran los más cortos (pinche huevona). Pero al leer el primer cuento titulado “En otro país”, las piezas comenzaron a caer en mi cabezota. El cuento es semiautobiográfico y está lleno de personajes singulares. Pero por sobre todo, las historias ejecutan la tesis que tiene Piglia sobre el cuento:
Con los cuentos es preciso, a diferencia de lo que la gente cree, tener antes dos anécdotas y no una sola. Cuanto más breve es la forma se necesita más de una historia- ¿Por qué? Porque en tanto se entretiene al lector con una historia, se prepara la que verdaderamente interesa contar.
Rescato algunos extractos que, inmersos dentro de los cuentos, me encontré sobre la literatura, narrar y escribir.
En esos días, en medio de la desbandada, en una de las habitaciones desmanteladas empecé a escribir un Diario. ¿Qué buscaba? Negar la realidad, rechazar lo que venía. La literatura es una forma privada de la utopía.

Mi padre, dijo Ratliff, fue un narrador excepcional. Vendía máquinas de coser por el campo. Andaba de un lado a otro, con un camioncito entoldado y paraba en las chacras y se sentaba a la sombra de los tilos a conversar con las mujeres que le ofrecían limonada. Era capaz de vender una máquina inservible usando el arte hipnótico de la narración. Narrar, decía mi padre, es como jugar al póker, todo el secreto consiste en parecer mentiroso cuando se está diciendo la verdad.

Nunca sé si recuerdo las escenas o si las he vivido. Tal es el grado de nitidez con la que están presentes en mi memoria. Y quizá eso es narrar. Incorporar a la vida de un desconocido una experiencia inexistente que tiene una realidad mayor que cualquier cosa vivida. Un narrador debe ser capaz de crear un héroe cuya experiencia supere la de todos sus lectores, decía Steve. Ningún novelista que yo sepa, en este siglo o en algún otro, ha asesinado a nadie en la vida real. Cuando lo dijo estaba demasiado borracho y yo no entendí el sentido de lo que estaba diciendo.
Por fortuna (y a veces desgracia) he aprendido a identificar ciertas partes de los cuentos, para después, escribir y masacrarlas. Este ejercicio de prueba y error en mis cuentitos a veces sale, a veces me rebasa. Por eso es que encontrar nuevas tesis sobre la estructura de algo tan complejo como es un cuento, es como sentir los copos de nieve en la nariz.

Piglia es un imperdible, créanme.



Desagravio, un cuentito que me encontré por ahí.

martes, 10 de agosto de 2010

No le cuentes

DosActualizacionesDos:

Cita con la esposa de Salazar. No es sexo, pero tampoco es cursi.
Cinco días en Chiapas. Lo mismo pero con hartas fotos. (faltan las recomendaciones, ya sé, ¡dejen de presionarme!)

Besos

Las pinches llaves

Dar una copia de las llaves de la casa al novio/amante/pioresdedo es de uno de momentos cumbres en la vida de cualquier soltera. Sobre todo, cuando vives sola y por consiguiente, dejas tirados los calzones en el baño, lavas los trastes cada tercer día y te gusta escribir en pelotas en la computadora. Ya ven, pinches costumbres de solteronas.

Esas llaves son la entrada a nuestra intimidad y, aunque las demos con un “guárdamelas porque siempre las ando perdiendo” como excusa, es obvio que confiamos en el fulano en cuestión mucho más de lo que estamos dispuestas a aceptar en voz alta. En esta modernidad en la que comemos canderel en vez de azúcar y comida rápida porque no hay tiempo para más, dar las llaves de la casa de soltera es una fácil manera de endulzar los arcaísmos que significan las palabras fidelidad e intimidad.

La primera vez que di una copia de las llaves de mi casa, él casi no las uso. Si no era porque me llevaba borracha a casa o le pedía expresamente que las usara, mis llaves colgaban flamantes en un llavero clavado en la pared de su sala. Aunque no las usara con regularidad, bien que irrumpía en mi casa cuando se le daba la gana. Casi siempre lo hacía de noche y golpeando la puerta la puerta de madera con un ritmo continúo. Entonces me levantaba, dormidísima, despeinada y en pijama a abrirle. Como él estaba recargado en la puerta, caía de borracho en mis hombros y yo lo llevaba a mi cama. Le quitaba los zapatos y los pantalones, mientras el olor a tabaco y alcohol inundaba mi cuarto. Entonces él me contaba sus aventuras de la noche. En ocasiones, me hacía vestirme para que lo llevara a comer tacos de borracho o para que le sirviera de chofer hasta la mañana siguiente, valiéndonos madre el tener que trabajar.

El segundo individuo que recibió esa copia lo agarró con más confianza. Un día estaba yo escribiendo en la computadora en calzones y camisetita cuando entró. No escuché su carro y los perros no ladraron. Por eso, cuando me saludó con esa voz grave desde la entrada del cuarto, pegué un enorme grito; de esos gritos liberadores, que te salen del alma. Un par de sustos después, me acostumbré a sus interrupciones. De hecho, me gustaba mucho escuchar el pasador del cerrojo moverse y llamarme desde la planta baja. A veces, se metía a mi casa cuando yo no estaba para dejarme un regalo. Pero el mejor regalo era que hiciera un huequito en su apretada agenda para subir al chingado cerro y dejarme un detalle.

Lo gacho malo de dar pinches llaves es cuando las tienes de vuelta. Ningún caballero andante irá en tu auxilio cuando te quedes afuera. Nadie te pendejeará ni te verá con cara de “otra vez, pinche zopenca”. Y sobre todo, nadie se sorprenderá de la cochinada en la que vives. BUA.

Cuando mi querido amasiato se mudó para acá, también obtuvo su copia de las llaves. De llavero le puso un muñequito de esos de la caricatura de Mucha Lucha. Por eso, ahora las llaves tienen un nombre: el luchador. ¿Ya traes el luchador? Le pregunto cuando salimos de la casa y sonrío al ver cómo el monito cuelga de su chamarra o en la parte de atrás del pantalón. Y si consideramos el humor de perro de con el que despierto, ese apodo se está ganando el amasiato también.

Cinco días en Chiapas

Ver la selva desde la ventana del colectivo me estremeció. Eran las siete de la mañana cuando comenzamos a subir la montaña que nos llevaba del pueblo de Palenque al sitio arqueológico. ¿En verdad existe más verde que el de la selva? ¿Qué color pantone utilizaron los dioses mayas para crearlo? Y el sonido… ¿A qué director de orquesta se le ocurrió?



La luz del amanecer se cuela por entre las lianas y las espesas copas de los árboles. Millones de aves despiertan y comienzan a chillar. El agua no quiere abandonar el piso, por lo que la niebla sigue acariciando los troncos torcidos, que enseñándote sus enormes raíces, dejan claro que ese lugar sagrado les pertenece y tienes que respetarlo. El olor a tierra mojada y a pasto recién cortado de Guadalajara se siente tan pequeño en la nariz, apenas una gota de perfume. Al fondo se escucha el agua correr, la imaginas transparente, fresca y pura. Y cuando por fin descubres la pequeña catarata te descalzas para sentir el agua entre tus pies.

Como dije, apenas amanecía y el sitio arqueológico abría hasta las nueve. Esperamos una hora tirados sobre nuestras mochilas soñando con un poquito de café. No hacía frio, pero mi garganta estaba resentida por el puto aire acondicionado del ADO en el que viajamos congelados toda la noche.

Cuando por fin entramos, un niño de acaso 8 años nos ofreció su servicio de guía experto. Con una memorización que haría orgullosa a cualquier monja de escuela primaria, nos contaba que él sabía perfectamente la historia y lo que esconden las paredes de Palenque. Prometía llevarnos a la selva a ver más ruinas; ya que en el sitio arqueológico sólo se muestra el veinte por ciento. Lo interrumpíamos y el cassete se volvía a echar a andar. De su tarifa inicial de 200 pesos, lo rebajó hasta 25. De cualquier manera, nos negamos. Ya dentro del sitio, otros niños casi adolescentes nos dijeron las mismas líneas intentando convencernos de sus servicios. “Entonces verán puras piedras” sentenciaron, cual hechizo chamánico, ante nuestra negativa.

[singlepic id=243 w=320 h=240 float=left] Las piedras de Palenque son majestuosas. Por su arquitectura, es sencillo adivinar que es de otra época y reinado maya. Hay que recordar que los mayas, más que ser una nación, eran ciudades estado con su propio rey y estructura social. Además como sucede en todos los lugares ruinosos, no todos los edificios son de la misma época.

Una de las ventajas de ser la primera en entrar es que pude tomar fotos fregonas y sin gringos estorbosos. En Palenque aún te permiten subir a las pirámides, lo cual me emocionó y trepé cual changuito... las tres primeras nada más. También te permiten entrar en ellas; hay una tumba en el Templo de las Inscripciones. Como en tiempos del soberano que ahí fue enterrado, su interior sigue húmedo aunque las joyas del rey ya no están.

El Palacio, más que ser una pirámide, parece una enorme residencia con patios y recámaras a la orilla de un pequeño río; detrás del cual existen más pirámides y templos de diferentes épocas y estilos. Palenque no se ha librado de tanta estupidez esotérica que rodea a los mayas y es tristemente célebre por un “astronauta” dentro de un grabado. Me estoy mordiendo los dedos para no desviarme del tema, por lo que ahora solo diré: bola de imbéciles.

Cuando terminamos el recorrido por el sitio arqueológico aún era temprano, pero por la duración y frecuencia de los autobuses a San Cristóbal, decidimos dejar las cascadas de Agua Azul y Misol-Ha para otra ocasión. En ese momento del viaje, Guatemala también se quedó pa’ después. Nos curamos la tristeza con tamales de chipilín y un tascalate bien frío.

La selva cambió a bosque en un pestañeo. En realidad fueron un par de horas en las que dormí. Desperté congelada, mocosa y un poco mareada. El autobús se movía como juego mecánico celayense y me azotaba contra la ventana y contra mi compañero de viaje.

Yo estaba ansiosa por llegar y alargaba mi cuello después de cada curva, intentando ver un pueblito pintorezco en medio del bosque. Por fin, un destacamento militar y unos espectaculares de Soriana (¿o de la Comer? qué importa) me avisaron que ya estábamos por llegar; el cierre de una de las entradas por los maestros lo confirmaron, habíamos llegado a San Cristóbal de las Casas.

El autobús le dio la vuelta a la manifestación y entramos por otro lado de la ciudad. Y es que San Cristóbal es grande; en algún lugar de mi mente lo tenía catalogado como un pueblo y no lo es. Alguien debería avisarle al gobierno que lo tiene en la lista de “pueblos mágicos”

Esa noche cenamos unas deliciosas empanadas con café y nos encerramos a dormir. Yo no quería saber del mundo ni de las maravillas chiapanecas. Me drogué con antigripales y dormí. A la mañana siguiente, yo no albergaba muchas esperanzas sobre el lugar; en uno de los mapas había publicidad de Burger King y Wings Army. ¿No que muy pueblo mágico? Pero pues ya estaba ahí, a conocer.

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San Cristóbal huele a bosque y en la noche a madera quemada. Por la mañana, las nubes se quedan en las faldas de los cerros y los descubren hasta que sale el sol. Para los turistas, existen dos andadores principales: el de Guadalupe y el de Santo Domingo. Sobre un piso adoquinado, se levantan casas de colores fuertes que van desde el amarillo, azul, verde y hasta rosa mexicano y que albergan tiendas, cafeterías, comercios y bares atendidos por mestizos y extranjeros principalmente. Los indígenas venden en las calles y en las plazas, aunque las cooperativas zapatistas tienen algunos establecimientos en este andador.

Tomar café se convirtió en una necesidad básica y entramos a una tienda muy curiosita atendida por una queretana que nos contó del encanto de la ciudad. De cómo mucha gente había llegado a San Cristobal de visita y terminaron quedándose algunos meses a vivir, ella incluida. Que la ciudad tiene algo especial: ambiente, magia, cultura, clima, arquitectura colonial… todo eso y más.

Me asombró la cantidad de extranjeros que caminan en esa zona; podría jurar que son más de la mitad y que muchos no son turistas: caminan y se saludan entre ellos alternando su idioma con el español. Andan hippiosos, sin brassiere, usan rastas, sandalias y van acompañados de sus perros o bicicletas en mano. En su mayoría jóvenes, son de esos europeos aficionados al izquierdismo que no es posible ejercer en el primer mundo.

Las casas del pueblo tienen techo de teja color tejado y en todas las calles hay consignas izquierdosas pintadas en las paredes. Me llamó la atención el barrio de mexicanos, llamado así porque viven… pues mexicanos. Con esto es posible darse cuenta la composición étnica de la ciudad.

En Chiapas hay varios grupos indígenas y, por la vestimenta de las mujeres, es posible saber a qué grupo pertenecen. Lo que creí era una falda para frío, era en realidad, de otra etnia (chamulas, tzotziles y tzeltales). Por los andadores y sobre todo, acercándose a la Plaza Mayor, las mujeres indígenas caminan en pares o tríos con 3 o 5 niños detrás de ellas. Con un “compra, compra” ofrecen sus artesanías que van desde muñequitos de lana, hasta cinturones o collares. Los niños te ofrecen animalitos de barro.

Mi única queja sobre San Cristóbal es que no encontré un lugar de comida chiapaneca además del café. Sí, la pasta, tapas y tacos delbicitaco estaban ricos, pero yo quería tragar algo autóctono.

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Mi tragonería fue calmada hasta Chiapa de Corzo, el pueblo que está junto al río Grijalva y, donde gracias a la presa, podemos disfrutar en una apacible lancha el Cañón del Sumidero, con paredes que llegan al kilómetro de alto. En esa reserva encontramos monos, cocodrilos, pelícanos, cotorritas, zopilotes y quién sabe cuánto animal más. El recorrido dura una hora más o menos. El guía ayuda a ubicar a los animales y habla sobre la importancia de esta reserva ecológica para el lugar.

De vuelta a Chiapa de Corzo, además de tragar, conocimos el mercado, la iglesia y la plaza que tiene un quiosco en forma de corona española y una ceiba sagrada.

Chiapas me sorprendió y se convirtió en El Lugar A Volver; la naturaleza, los colores, la historia y el presente se fusionan en Chiapas provocando una mezcla explosiva que a esta habitante del centro nunca le había tocado presenciar.  Cinco días en Chiapas fueron muy pocos.

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Esto no es un blog


Es el novio que no quise presentarle a mis amigas, el trabajo que tuve que hacer con hueva, el beso que dí para conseguir algo a cambio.  Tan feo como mi foto de la credencial de la secu y tan doloroso como cuando se me rompió el himen.

Sobre todo, tan mamón como cuando estoy borracha y desvelada. 

Esto no es un blog, es el hermano retrasado de mi blog.

sábado, 7 de agosto de 2010

Letras y Música

¿Qué tan cerca está la música de la narrativa? Si leyeran a Jaime Gamboa, dirían lo mismo que yo: demasiado.

Jaime es de Costa Rica y su libro/CD “La Orquesta Imposible” es un deleite para los sentidos. Acompañado de vino tinto o de un roncito , la tarde está garantizada. El libro, de la editorial Ojalá (que buen nombre para una editorial) consta de siete cuentos divididos en, por supuesto, Lado A y Lado B: Una diva del tango muy lejos de su país; un anciano sin memoria al que confunden con Director de Orquesta; Pedro -Peter- Nolasco, enamorado del rock y de su mujer; un cabo redactor de comisaría que le da por escribir canciones y cartas de amor; un maestro de violín que carga con más de una tragedia; un romance imposible de un pianista en la Habana que incluye a Castro, Somosa y a Kennedy; un nicaragüense refugiado en Costa Rica, que encuentra a un acordeonista que dice haber pertenecido a Los Osados, un grupo de golpistas de Somoza.
Aunque la música es el hilo conductor entre todos los cuentos/canción del libro, lo que en verdad les une es que son historias de vida. Historias sinceras y transparentes de narración impecable. Historias coherentes, sin vueltas de tuerca dramáticas.
No sé quien fui. Me desperté hace seis años, en la cama que ahora ocupa la Meche. Cuando abrí los ojos no sentí nada, como si no tuviera cuerpo. Solo unos quince minutos después me comenzó a doler acá, detrás de la cabeza y empecé a oír unas trompetas y unos cornos. Entonces traté de moverme pero no pude. Logré girar un poco los ojos y vi a la Meche aquí sentada a la par de la cama, en esta misma silla, viéndome como si viera a un muerto en vida. La cara de la Meche en ese instante no se me olvida, porque lo primero que pensé fue: “Está muy vieja para ser un ángel”. Pero seguía oyendo aquella sección de metales que se parecía mucho a lo que yo pensaba que serían las trompetas del Apocalipsis. Lo segundo que pensé fue: “Esta muy bonita para ser un demonio”. No sé cuánto rato estuve mirándola así, con los ojos torcidos porque me dolía mover la cabeza, pero recuerdo que me dio tiempo de pensar un montón de cosas. Las recuerdo todas. Pensé que, si estaba en el cielo, me habían estafado: ¿Qué hacía esa señora en bata, temblando a la par de mi cama? Si estaba en el infierno, no parecía tan malo, aunque hacía mucho frío y la verdad, no me parecía haber sido tan malo para merecer el castigo eterno. Entonces traté de recordar algo malo que hubiera hecho y no pude. Ahí comencé a llorar. Lo recuerdo porque la Meche por primera vez, se acercó, arqueó las cejas y caminó despacio, dejando abrir una sonrisilla que ahora le conozco muy bien; dio gracias a Dios porque me había despertado y me secó una lágrima con la punta temblorosa de su bata.
ORFEO, extracto. La orquesta imposible.
Jaime Gamboa.
La pura vida, como dicen en aquella latitud. Tengo que confesar que le tengo mucha envidia a la forma de escribir de Jaime Gamboa. No sólo porque cada cuento tiene una estructura diferente, si no porque habla de sentimientos puros, blancos. Y la razón de mi envidia es, que precisamente eso es lo que me cuesta mucho trabajo al escribir ficción. “Profundidad” me dicen.

Tengo una idea bastante clara de qué escribir y cómo escribirlo para que el lector se ría o me miente la madre. He experimentado con el asco, el dolor y la violencia, pero siento que aún estoy verde en eso.

Una escribe lo que sabe, de lo que ha vivido. Al menos, en un inicio, cuando la experiencia es poca. Entonces ¿No soy más que una marimacha payasa y cochina?

No. Yo digo que soy algo más. Pero no estoy muy acostumbrada a sacarla. Y es que en éste H. Blog, éste mi cuaderno de ensayo, siempre le he huido al tema sentimental. No hay cosa que me cague más que un blog cursi y quejoso, lleno de corazoncitos, rosa y dedicado a la felicidad o tristeza que desencadena el ser amado. Esos blogs me mataron por dentro, snif.

Pero Jaime Gamboa me ha enseñado que no tiene nada de malo hablar de sentimientos blancos como el amor o amistad, siempre y cuando, tu narrativa tenga los elementos necesarios para sonar a Pearl Jam y no a Lady Gaga.

viernes, 6 de agosto de 2010

Purple Rain

6:30 No le hago caso al despertador. 7:00 pues ya que, me levanto. “Alzo” la casa, llegan mis papás por la tarde. 7:30 bajo, los hotcakes y el café están listos. Tomo uno, lo hago taquito relleno de cajeta y saco a los perritos a mear. Scampi brinca que brinca porque quiere hotcake. 8:00 The Killers en el winamp y me meto a bañar. 8:15 Salgo del baño, ya voy tarde y aún tengo que planchar la blusa. 8:30 ni modo, con el pelo mojado tengo que irme a trabajar. 8:50 Corriendo a la universidad para dejar a mi chico estudioso. 9:02 Cinco de febrero hasta su madre. Desacostumbrada al traáfico. 9:20 llego a trabajar, no hay nadie de mi equipo. 11:00 ¿gorditas? Ni modo de decir que no. 13:20 La computadora se trabó. Vámonos a la casa. 14:00 ¿Hambre? No. Falta mucho “quihacer” 16:45 a dejar al chico trabajador y de paso, comprar cosas para la cena con los amigos. 17:00 Mis padres apenas llegan a Celaya, sigo pendejeando en internet. 18:30 Por fin, mis padres anuncian su llegada y comienza a llover. 18:35 PUBLISH.

6:30 Suena Purple Rain…

jueves, 5 de agosto de 2010

Les comparto mis 17 millones de pesos

Los Arcos -que en realidad es un acueducto -es para Querétaro, lo que la Puerta de Alcalá es para Madrid, la Ángel de la Independencia del Defectuoso, el Obelisco para Buenos Aires.

Así de chingones son.
Primitos de la Puerta de Alcalá

El gobierno local lo sabe y como le sobran 17 millones de pesos, decidió alegrar el ojo de los queretanos.

Para eso, organizaron pan (elotes) y circo histórico. Del delicatessen -callejero- queretano ya he hablado. (Por cierto, durante las lluvias los elotes están de-li-cio-sos). Para el circo y colgándose del Bicentenario, el ayuntamiento juntó orquesta, bailarines, actores y cirqueros anexos.

Madriza a los indios / Elotiza a los queretanos

En el performance se representaron momentos claves de la historia de Querétaro, desde que los indios eran felices en la Cañada, hasta que llegó Santiago, les partió su madre y vivieron en "paz". La Corregidora e Hidalgo no faltaron, así como el tren que trajo modernidad a Querétaro. Por último, la golpiza de emos.

foto"artistica" / queretanita cirquera y futurista

Por cierto, en el evento había una señora que le narraba a su hijo lo que pasaba en el performance. Yo no se para qué estudié medio diplomado de Historia de Querétaro, si la doña lo explicaba mucho mejor. "Ahí viene San Santiago a liberar a los indios", "El viejito pelón es Hidalgo y la de peineta la Corregidora, van a dar el grito". "ya llegó el tren!! y el progreso a Querétaro :)". A huevo.

Al final, el encendido de los arcos acompañados de fuegos artificiales.

¡los foquitos! ¡las lucecitas! ¡los impuestitoooos!

Ahora, si es que no se descompone otra vez, queretanos y extranjeros podemos disfrutar de los Arcos así. ¡Todo por 17 millones de pesos! Por tal cantidad, es justo y necesario que les suba unas fotitos.
Los Arcos desde avenida de los Arcos

¿Suerte o Chingonería?

Cuando reciba un Óscar, Grammy, Computito Life achivement, Blog award o mínimo, un premio TV y Novelas, no daré gracias a dios. No sólo porque no creo en él o en el destino que promete; sino porque estoy segura que habré hecho los méritos suficientes para ganármelo. Sólo agradeceré a mis padres y a alguno que otro monito.

Sin embargo, no puedo dejar de sentirme afortunada. He corrido riesgos y si acaso el resultado no fue un WIN completo, puedo decir que me ha ido bastante bien. ¿Eso es la suerte? ¿Dónde quedan las coincidencias en mi mundo escéptico?

Desde que dejé de chambear de computita, hice algunos trabajitos cuyo ingreso invertía en cerveza o una buena comida. Pero las matemáticas no fallan y si dejas de echarle al botecito de una manera constante, te quedas pobre. Y fue durante mi viaje que me di cuenta que tenía que volver a trabajar. Algo leve, no soy ambiciosa. Y es que la vida es tan buena cuando haces lo que te gusta que no tenía ganas de esclavizarme por muchos miles de pesos. Yo le tiraba a maestra computita o webmaster; nadie querría una QAcita de tiempo parcial. Bloggear profesionalmente también estaba (está) en mis planes, pero hasta yo sé que vivir de eso está muy cabrón.

Entonces hice un par de ridículums: en web para blogger y en pdf para computita. Eso de listar lo que has hecho bien, en lo que te gusta, es como darte palmaditas en la espalda y eructar. Me sentí orgullosa y satisfecha. Hasta le hablé a mi mami y le dije que tiene una hija bien chingona. Ahora sólo tenía que hacerle notar al mundo que existía alguien como yo.

La siguiente semana comienzo a buscar trabajo, pensé hace un par de jueves.

Al día siguiente recibí una llamada solicitando mis servicios de QAcita. Alguien le había llegado con el chisme de que le movía a eso del Quality Assurance en Software y quería platicar conmigo. La modalidad propuesta: asesorías. Yo sería dueña de mi tiempo, pero entregando resultados en cada etapa.

¿Suerte? ¿Coincidencia? Arggg, yo sigo diciendo que no. Y es que al final, lo que pesa son los resultados y los míos son los que dispararon todo.

Así que ayer comencé con mis asesorías de QAcita y mi parte computita está feliz. No sólo porque tengo trabajo sin haberlo buscado, si no porque me gusta el reto en el que me metí. Soy objetiva y sé que las cosas no están fáciles, que hay que chambearle. Pero estoy dispuesta a hacerlo.

Ahora, tengo que demostrar que soy tan chingona como ya lo escribí.

Ya les contaré.

martes, 3 de agosto de 2010

Pedos en la cama y sus trágicas consecuencias

Tarde o temprano, más pronto* de lo que se piensa, invariable e irreversiblemente, llega ese momento tan temido para una dama, señorita, mujer. La verdad es que una no está preparada para ese acontecimiento, por más viajada, culta o leída que se considere. Pensé que por creerme acá, muy open mind, esa transición sería más sencilla. Pero no.

Llega un día, cuando estás en feliz amancebamiento, que tienes pedos en la cama.

Los caballeros hombres que tienen el buen gusto de leer este H. Blog dirán que las féminas le hacemos mucho de pedo. Sin embargo deben comprender nuestra crianza. La madre mexicana, ese baluarte de nuestra sociedad, no sólo nos inculcó cómo “limpiarnos la colita” para prevenir infecciones; también nos grabó en el subconsciente que no debemos masticar y hablar, masticar y reír, andarse agarrando las partecitas, eructar, sentarse con las patotas abiertas y por supuesto, echarse pedos en público.

Pero ya saben, se sale una de su casa y crece al “ahí se va”. Aprende que la vida no vale nada, no vale nada la vida y otras canciones jocositas, comienza a chupar y se olvida ¡oh dios! de las enseñanzas de mamá. Al menos y en mi caso, de casi todas. Porque lo que toca a limpiezas de partecitas y pedos, lo sigo haciendo con vehemencia y repitiendo las palabras que mi santa madre me decía: “de adelante pa´tras”.

La noche era nocturna, la luna ausente y yo estaba en mi primer día de menstruación. (introduzco este sangrón issue a este bonito texto porque más de un ignorante, ignora que Andrés inflama el abdomen femenino cual botella de coca-cola agitada). Yo leía, junto a mi querido amancebado, algún cuentito en la cama. En eso, me dieron ganas de echarme un pedito. Uno pequeño, ya saben. El cuento en cuestión estaba muy interesante y la hueva era mucha para disculparme, levantarme de la cama e irme a pedorrear al baño.

¡Ay! ¡Qué chistoso suenan tus peditos!
(me dijo aquél, fue uno pequeñito)

Vamos a ver jóvenes imberbes. Cuando eso pase, su deber es hacerse pendejos. Hacerse el sordo y anosómico repentino. Eso fue un fantasma, un sonido más en el ambiente, el perro. Créanme cuando les digo que eso y contestar en automático “NO” al “¿Me veo gorda?” son los pilares de una relación.

La verdad, sí me dio coraje esa celebración exaltadora de lo que mi santa madre me dijo no hacer. Por eso, comencé a mearme en la regadera, sacarme los mocos con las manos, escupir y cambiarme de tampax en su presencia. (Ya eructaba sonoramente, para quien se lo pregunta)

Pero tanta película japonesa ha dañado el cerebro de mi pobre amancebo. El hombre no tiene capacidad del asco y ahora me pide que no le jale al baño, que quiere hacer pipí sobre mi caca.

¡Por favor ayudenmen!








*léase con una torta ahogada en la mano