miércoles, 30 de noviembre de 2011

Tengo un smartphone pendejo

Como la pila de mi anterior celular moría cada dos días, decidí comprarme otro.  Además, dejé a Telcel por marranos.  Su pinche congelación de crédito y las limitaciones para usar el saldo que un alma caritativa me había regalado, acabó por fastidiarme.  En Iusacell, encontré un smartphonito barato, a meses y no tan feo. Estuve a punto de contratar un plan para tener internetz en la mano, pero no caí en la tentación diabólica.  Así que lo compré a prepago y durante el primer mes me regalaron el internetz. La marca: Huawei Ideos con Androidz.
Nuestras primeras horas juntos fueron emocionantes: le configuré las redes sociales y me asusté de toda la gente fea que tengo en mis contactos de google (los jaló a los contactos). Ponía el GPS pa ir a soriana y veía los panamericanos en su navegador.  Pero antes de cumplir un día juntos, ya pedía recarga de batería. ¿Qué pedo? Los compañeritos de mi extrabajo me dijeron que era culpa del 3G. Entonces se lo apagué. Yo lo que quería era no cargar todos los días el pinche celular.  Ah, y recibir fotos de mi sobrina eructando.
Por eso digo que el teléfono está tonto.  Pero su retraso internet-social no me molesta.  Sí, el whatsup está chido y hallo gente en los chatitos colgada de los WIFI.  Le he metido 50 pesos en un mes y la cobertura de iusacell / unefon si es mucho más chafa que telcel.  El cliente de tuiter se traba y aunque le instalé el swipe, escribo muy leeeeento.
La verdad el smartphone no se ganó mi corazón.  No así la icore5 que está en la foto y su hermano siamés, el monitor de 22 pulgadas a quienes amo.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Pinches Asesinos de computitos

Parte uno de no sé cuántas. Presentación


Sé que para ustedes, los mortales, el ser computito es un rol genérico. Pero les tengo noticias: el que hayamos llegado vírgenes a los 20 años y que les demos un nombre cariñoso a nuestras compus no nos hace a todos iguales. Por ejemplo están mis primos de soporte técnico. Esos santos de voz suave que se sacrifican por nosotros al ponerse de carne de cañón. O están mis tíos de Infraestructura. Esos seres mitológicos mitad cable y mitad humano habitan los sótanos. Ustedes los mortales sólo se acuerdan de ellos cuando Aitch, no hay internetz pa’ ver los gatitoz. Los diseñadores web son mis hermanastros, pero no por ello mal queridos. Su enorme creatividad es la que tal vez identifican y celebran con más claridad. Después de algunas orgías extremas nacieron los socialnetworkers (con publicistas) o los gadgetnewseros (con vendedores de TV). No hablaré más de la familia, sólo quería dejarles claro que no todos somos iguales.


Yo, estoy en el desarrollo de software. “Programadores” es el término coloquial. En algún momento y supongo que por culpa de algún asesino de computitos, se decidió que el título programador se veía feíto en las tarjetas de presentación. Entonces nacieron los Arquitectos (no nos odien (chiste local)). Los Developers que programan pero suena más cool desarrolladores (¿?). Los DBA, Analistas y Diseñadores son otras especializaciones de algo que, irremediablemente termina en unos y ceros. Y por supuesto, los Testers o mal llamados, QuÁs. 


A ésta última raza pertenezco yo. Y todo comenzó con esto:





No tuve Barbies. En su lugar me compraron una Juanita Pérez, El exceso de chiches de la güera gabacha no agradaba a mi mamá. Tampoco veía el Chavo del Ocho. Los “menso” de su protagonista tampoco pasó el nivel de calidad impuesto por mi madre. Y nada de Nintendos que promovía el sedentarismo en los niños. Por eso, mi padre llegó con una Commodore 16, con unidad de casette y todo.


Continuará con un manzanero que no canta.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Este blog es googleplusero y no se admiten "likes"

Mucho se ha discutido ya sobre Google Plus.  Los socialnetworkilovers se resgañan los cachetes comparándolo con Twitter y Facebook.  Qué donde hay mejor contenido, qué cuál creció más rápido, qué si Zuckerberg no puede ni coger.  No entraré a ese debate, porque prácticamente sólo uso G+

Así que declaro a este blog y todos mis blogs googlepluseros y su página se llama 50 blogs:


Así que si no quieren ver los videos de perritos y de odio de iphones que comparto en mi cuenta personal de google plús, añadan a sus círculos esa página.

No tenía pensado rediseñar el blog, pero la plantilla estaba ahí.  Y está rebonita.  Si lo leen desde un feed, échense una vueltesita a ver.

PD. En el menú de arriba a la derecha pueden elegir la vista del blog.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Y un año después...



Día 30. Una canción que escuchabas hace un año

1. Para explicar el coraje como valor de Scrum, dibujé una gráfica en el pintarrón. En el eje Y escribí la palabra “huevos” y en el X “tiempo / esfuerzo perdido”. Entonces, a más huevos, menos pérdida de tiempo y esfuerzo. “Creí que los ibas a dibujar” me dijeron cuando terminé de hacer la gráfica. Entonces comencé a hacer un círculo que después borré. La gráfica se quedó en la sala de juntas principal unos 3 días.

2. Había un ringtone de esos nokia viejitos. Cuando sonaba, todos silbaban el final. Los jueves, que era el día de irse de borrachos, sonaba mucho más.

3. Otra vez en la sala de juntas. Hicimos enojar al Director General con un Prezi en el que dijimos que programábamos puro desperdicio. Recibimos mentadas de madre de los gerentes pero al final, conseguimos que nos compraran una herramienta de seguimiento de proyectos ultrachingona.

4. Se disculpaban conmigo cuando en vez de decir las empresarialmente correctas “áreas de oportunidad” hablaban de “cagadas”. No tardé mucho en emocionarme y soltar mis propias mentadas de madre. Algunas juntas después, dejaron de disculparse.

5. Estacioné mi coche en la entrada de la empresa y llamé a “mis hijos” para que me ayudaran a bajar el cartón de cervezas y los 3 six que había comprado. Llegaron los jefes y no tuvieron más que abrirles la puerta.

6. Después de un curso, llenamos las paredes de acordeones y cambiamos una parte de la herramienta ultrachingona de seguimiento de proyectos por post-its.

7. Estaban tan borrachos durante la posada, que no se dieron cuenta que tomaba pura agua. El bailar con todo mundo, cantar y tirar carrilla lo hice en mis cinco sentidos. (cuatro, tampoco iba a desaprovechar el tequila gratis)

8. Dejé a “mis hijos” con sus nuevos padres. Era lo que quería desde que llegué ahí, pero sí sentí rarito de soltarlos tan así de jalón.

9. En un bar y mientras lloraba, les dije que había decidido irme de la empresa. Entonces pusieron la canción de “Y yo no se mañana” y lloré más.

10. Estar en una lista de distribución nunca había sido tan divertido. No puedo decir más.

Un año pasó entre las firmas de “me quedo” y “me voy”. Hablando de esas mamadas profesionales que se ponen en currículum, crecí, aprendí y logramos enormidades. Pero de eso no es este blog y mucho menos este post. 

Este post es para recordar y agradecer lo que viví durante éste último año a un lado de treinta y tantos locos que, un poco más o un poco menos que yo, adoran esto de ser computito.

Sólo se me ocurre la Tijoux como música que comencé a escuchar hace un año.  Este video, mezclado con lo que pasa con los estudiantes en Chile me encanta.

lunes, 7 de noviembre de 2011

El lonche de pierna y otros oscuros secretos tapatíos

En Guangalajara, las tortas son bañadas en salsa de jitomate y chile: son las famosas ahogadas de pan duro (que se aguada) y carnitas. Así que a las tortas, los tapatíos les dicen lonches. Mi lonche favorito es el de pierna. Lleva queso ranchero (de preferencia de los altos de Jaliscou), lechuga (de preferencia desinfectada), jitomate (de preferencia aguacate) y chile en vinagre. Ah, y pierna de puerco.

Aunque van calentados en una plancha grasienta, nuncamente los aplastan en esas megasanwicheras, como lo hacen en el metro del DF. Y es que por muy despistado que el chilango sea, aplastar el pan jalisquillo es físicamente imposible.

Y es que el pan duro, crunchiesco y salado, es la estrella de este delicatessen jalisquillo. 

Este pan no lo venden en panaderías. En mi alocada juventud, un señor pasaba con una canasta de mimbre sobre la cabeza y a gritos anunciaba "tamaliiiis", que es nombre-clave en tapatío para el pan. Por eso tardé tanto tiempo en descubrir esa ambrosía. Malditos jalisquillos xenófobos.

No recuerdo exactamente cuándo fue que los probé; como ya dije, tuve una alocada juventud. Supongo que fue uno de esos años que pasaron desde que Sello Rojo dejó de vender leche en envase de vidrio y nació una jirafita en el zoológico. Pero la globalización llegó a Guangalajara y los maestre del pan salado tuvieron que migrar a tianguis y tienditas de la esquina. Entonces me hice fan de este pan y me crecieron las nalgas.

Para aquellos que saben la diferencia entre "ocupo" y "necesito", les diré qué características debe cumplir un auténtico pan jalisquillo: 
  • No tiene migajón. No hay insumo suficiente para apelmazar figuras eróticas con baba.
  • No tiene "chichita" en las puntas. Esa protuberancia que hace que los bolillos lleguen incompletos a la cena.
  • Es duro y crunchiesco. Si no te lastimas una encía, posiblemente sea pan pirata.
  • Es poco salado. Poco.
  • Es delicioso con crema o queso panela.
Ignoro cuál es el ingrediente secreto para elaborar dicho pan. Es un secreto que los maestre del pan salado pasan en los rituales homosexuales secretos. Como sea, es un delicatessen que no debe faltar en su próxima visita a Tapatilandia.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Blumy cara blanca y huevos colgantes

Blumy llegó a casa de mis papás hace tres años. Tenía 10 de edad y las patas tan débiles, que se resbalaba en el piso. Una prima se los dio con la excusa de no poder cuidarlo. Después se compró un par de chihuahuas. Mi mamá dice que lo adoptó porque es algo que yo hubiera hecho; además, ya jubilados tendrían el tiempo para atenderlo.

Una vez que se acostumbró a ellos, Blumy agarró a mi papá de líder. Lo seguía hasta el baño y le lloraba cuando le cerraba la puerta o se iba a la calle. Comenzó a mover la cola más seguido, las piernas se le fortalecieron y hasta corría en el parque cuando veía a sus amigos. Engordó y ladró más. A mis perros los soportaba como un abuelo serio. Sobre todo a Scampi, que corre sin importar a quien tira. Su veterinario de toda la vida no se creía la forma en la que se había fortalecido el perro viejo.

Como cualquier anciano, tenía algunas manías: no comía si no estaba acompañado, se negaba a salirse a dormir a su casa y se mordisqueaba las patas hasta sangrarlas. Con monos de peluche y carnazas empezó a dejar ese hábito. Sus huesos sonaban contra el piso cuando se dejaba caer y sólo con pedazos de queso o llamadas extracariñosas se levantaba. No le importaba estorbar y que lo jalaramos a una esquina. Abría un ojo como diciendo, ya estoy viejo, arréglatelas tú.



Blumy comenzó a no querer comer bien hace más de un mes. Dijeron que tenía laringitis. Los ladridos estaban rasposos y caminaba menos. Yo lo ví hace una semana y seguía sin comer bien. Pero movía la cola cuando le hablaba y cargaba sus monos.

El jueves le pusieron esa inyección que los duerme y después los mata. Al parecer, estaba sufriendo mucho: el corazón estaba muy débil y los pulmones no lo dejaban respirar bien. El veterinario aseguró que el perro sufría, que no entendía porqué seguía en pie.

Así son los perros. Y aún así, hay gente que los tira a la calle.