viernes, 28 de marzo de 2014

¿Qué vamos a hacer sin HIMYM?


En alguna borrachera del 2007, mi compi Osvaldo me presentó How I Met Your Mother (HIMYM). Tienes que verla, me dijo. Es como Friends pero en lugar de cafetería se la pasan en un bar. Entonces es mejor que Friends, pensé. No estaba equivocada.


En aquel entonces solíamos organizar cenas con vino tinto los jueves de cada mes, las cuales terminaban con una terrible cruda en el trabajo. Fue uno de esos viernes en el que mentí a mi jefa; cuando vio mi cara de cruda le dije que había estado en un velorio. Osvaldo me pasó las primeras dos temporadas (la primera en gachupín: “ponte traje, tío”) mismas que me terminé en algo así como 2 fines de semana. Creo que las descargaba en su trabajo y en cada peda mensual me las pasaba. Tiempo después contraté internet chido y comencé a descargarlas.

Siete años después se terminó. Y sentí como si se hubiera terminado una era.

Esta última temporada, en la que finalmente conocemos a la Madre, tuvo muchas críticas. Que si el racismo, que si 22 capítulos para dos pinches días y la boda anticipada hace dos años que nomás no llega. Y todo para enterarnos que la Madre es bisexual y también tiene un crush con Robin.

Ok no. Pero ya siguen los spoilers del final, no se quejen que no se los advertí.


El lunes por la noche, aún moqueaba por el capítulo tres de Cosmos. Fui por otra caja de Kleenex y le puse play a Rasputina. En la primera escena nos regresan al 2005, cuando Robin apenas se une al grupo. “No tengo amigos, no conozco a nadie, soy alcohólica y facilota, buabua”. Barney y Ted juran a Lili no cogerse a Robin a menos que estén dispuestos a casarse con ella. Sí, la serie es sobre Robin, ¡duh-uh!. Durante las primeras temporadas es muy obvio: la conquista, el gozo y la pérdida. Después los novios bizarros. Y enamorar al inconquistable. La carrera exitosa, la boda.

Entonces llegó la despedida. Aún estamos en la boda de Robin y Barney y en una terraza, todos se despiden de Ted porque se muda a Chicago. A Marshall se le quiebra la voz y Lili llora a moco tendido. Yo también lloraba, era como si se despidieran de mí. Recordé las piñas de cumpleaños. La canción que canta Robin cuando se repone de Barney y que coincidió en la semana que mi Maridaje y yo comenzamos. Al Naked Guy, a la cabra que esperé ansiosa en mayo de… ¿2009? Levanté mi brazo e intenté que el High-Infivenity entre Barney y Ted me tocara. *mocollantobaba*.

Entonces, el shock: Robin y Barney tienen problemas matrimoniales y un bonner joke después, ¡bam! están divorciados. Como superfan del #TeamRobinBarney lo admito, fue un golpe duro… pero completamente coherente con toda la trama. Tanto on & off durante seis o siete temporadas, ¡incluso el mismo día de la boda! fue desgastante. Me sentí un poco como en Before Midnight: la vida que se entromete en el amor, el día a día que pesa más de lo que dos pueden soportar. Así es la vida y me gusta que la serie no sea un cuento de Disney. *mocollantobabagritos*

La primera parte del final termina con un pronóstico desolador. Robin se aleja del grupo y padres que ya no pueden quedarse después de las 9:45 en el bar. Pareciera que no habría más bandita en el MacLaren’s para nosotros.

Algunos tuits acusan a los escritores de matar a Barney al convertirlo en un padre amoroso. Esos que dicen que no es creíble sólo ven al Barney del Playbook, de las fiestas y los trajes. Por encima de esa superficialidad está un Barney capaz de amar, que apoya a sus amigos aunque no simpatice con sus convicciones y que le duelen y emocionan las cosas más comunes de la vida: los padres, los amigos, su hermano y ahora, su hija. Barney de papá sólo es un Barney más Legen wait for it… *mocollantobabagritosdary*


En menos de 40 minutos nuestro corazoncito fansero había sido magullado, pisado y miado por un perro cuando nos enteramos del nombre completo de la madre y vemos fotos de momentos felices que Ted tanto nos había anticipado. Y sin siquiera un panecito para el susto nos sueltan que durante estos nueve años la mujer era una zombi. El rumor de la madre muerta tenía un rato en internet pero me parecían puras especulaciones de fans enfermitos. Nunca lo creí y no lo vi venir. *mocollantobabagritostiradaenelpiso*. La noticia estuvo magistralmente manejada. Sin velorios ni dramas. ¡Ya pasaron 6 años! Dicen los chamacos.

Son los escuincles del sillón quienes realmente entendieron toda historia. Y se lo dicen a Ted con todas sus letras: la madre aquí siempre fue un pretexto, todo va sobre la Tía Robin y a tus casi cincuenta aún quieres andar de calenturiento, papá.

Entonces regresa el pito de pitufo, los perros y Robin sonriendo asomada a la ventana de su departamento de veinteañera. *caritafeliz*.


HIMYM, la serie que hizo maestría manejando flashbacks y flashfowards terminó donde comenzó. Y eso es enorme. Los pinches escritores lo supieron siempre. SIEMPRE. En el camino, nos entregaron una forma fresca de contar historias, diferente. Sobre todo, en la última temporada con episodios hablados en rima o la velocidad superdisminuida. Esto les causó problemas con algunos fans. Y los escritores les pintaron dedo.

Dicen que nos gustan los sitcoms porque vemos a nuestro yo aspiracional. Nunca seremos tan bonitas como Robin o tan conquistadores como Barney, pero nos vemos reflejados en ellos. Les copiamos algunos gestos y palabras. Provocamos algunas situaciones que a un grupo de escritores se les ocurrió. Supongo que de ahí sale tanto drama tuitero.

Yo estoy más que feliz con el final. Fue ese pito de pitufo el que me hizo tener una sitcom paralela a mi vida.

Este lunes no dormí bien. Eran demasiadas emociones para sólo ser una pinche sitcom.

Las cenas con vino tinto en jueves migraron a comidas en sábados para llevar a los hijos recién nacidos. Posteriormente mutaron a alguna comida ocasional en un restaurante con juegos y nanas para que los niños se entretuvieran y ahora sabemos de los demás por Facebook o Twitter. No nos vemos mucho, pero cada vez que lo hacemos nos preguntamos: ¿ya viste el último de HIMYM?

Ahora ¿qué vamos a hacer?


Publicado originalmente en Medium