Nunca hice mi coche queretano. Aclaro que fue por hueva, no por devoción tapatía. Estaba a punto de queretanizarlo cuando las placas del agave amarillo-azuloso ganaron puntos: los killos se negaron a pagar el canje y la verificación no fue obligatoria. (En Querétaro sí es obligatoria la verificación, pero no estoy segura que detengan gente por no hacerla) Además, los polis queretanos nuncamente me han detenido por el color de las placas, la falta de calcomanías en los vidrios o por berrear en el coche. ¿Para qué hacer trámites?
Entonces llegó el PRI y con él, nuestro C. Gobernador que le dijo al chaparrito aficionado a declarar guerras: yo si soy cumplidor cofputitocof. Y en Querétaro, el gobierno paga nuestra tenencia. Supuse que ya había llegado el momento de quitarle esas placas alcohólicas. Sin embargo, el costo de irme a formar para jurar que mis gorditas favoritas son las de la cruz y cantar el himno de los gallos, era mayor que pagar la tenencia en Jalisco. Y es que el año pasado, fue el último que a mi coche le tocó pagarla.
Por eso, seguí manejando feliz por 5 de Febrero, con el aire acondicionado pegándome en las pestañas, las placas jalisquillas y los vidrios libres de estampitas.
Hace algún tiempo quise ir a México Distrito Federal en coche. Haciendo cuentas, era más barato que pagar niñera para mis hijines. Una rápida indagación googleana me informó que mi falta de estampitas y recibos (que no de pagos), convirtió al roximóvil en auto-no-grato para el De-Efe. La verificación de aquí no le vale, puesto que las placas son jalisquillas. La verificación de Jalisco no es obligatoria y por lo tanto, tengo una sí y sabecuantas no. Ante esa falta de estampitas, no me es posible pasar de Tepoztlán (¿o Tepotzotlán?). Tendría que pasar al menos año y medio de afinaciones jalisquillas (y no siempre voy en coche), para lograr que el pobre roximóvil pasara la caseta de Tepoz-loquesea. La afinación Chilanga podría ser una opción si no me pidieran hasta el permiso de mi abuelita para hacerla, así como los recibos de pago.
Mi señor padre es de esos tipos obsesivos y extra-ordenados en las cosas de los impuestos y los coches. Sus autos tienen todas las estampitas y no se retrasa en las verificaciones o pagos. Pues bien, una vez lo detuvieron en el periférico chilango por traer placas con agave. Los polis encontraron que le faltaba sabequé papelito. Nada tenía que ver con la verificación o el programa no-circula. ¿Si su coche no paga impuestos en la capital, porque las leyes del DF las exigen?
Estos días “santos” estuve en México con todo y coche intolerado. Al enterarse mi papá me preguntó ¿Y ya tiene la verificación? Sí, mentí. Entré al DF, me perdí, llegué a casa de mi abuelita y lo encerré. Salí de la ciudad cuatro días después. Nunca me agarraron. Todo lo hice en lo oscurito, es decir, después de las 10 de la noche y 6 de la mañana. Cuando los mordelones ya están tirando la hueva o comiendo donas.
Esta vez tuve suerte, lo sé. Cuando decido no cumplir las leyes, me la van a dejan caer. No importa que piense que esos reglamentos estén amañados (para las mordidas). Tampoco importa que ese tiempo y dinero lo prefiera gastar en mis perros. Me parece una mentada de madre que las reglas de tránsito no sean iguales en todo México y me siento intolerada por pendejadas.
Pero este post no es para quejarme, proponer o filosofar. Este post es para esto: