jueves, 28 de abril de 2011

Mi coche, el intolerado

Nunca hice mi coche queretano. Aclaro que fue por hueva, no por devoción tapatía. Estaba a punto de queretanizarlo cuando las placas del agave amarillo-azuloso ganaron puntos: los killos se negaron a pagar el canje y la verificación no fue obligatoria. (En Querétaro sí es obligatoria la verificación, pero no estoy segura que detengan gente por no hacerla) Además, los polis queretanos nuncamente me han detenido por el color de las placas, la falta de calcomanías en los vidrios o por berrear en el coche. ¿Para qué hacer trámites?

Entonces llegó el PRI y con él, nuestro C. Gobernador que le dijo al chaparrito aficionado a declarar guerras: yo si soy cumplidor cofputitocof. Y en Querétaro, el gobierno paga nuestra tenencia. Supuse que ya había llegado el momento de quitarle esas placas alcohólicas. Sin embargo, el costo de irme a formar para jurar que mis gorditas favoritas son las de la cruz y cantar el himno de los gallos, era mayor que pagar la tenencia en Jalisco. Y es que el año pasado, fue el último que a mi coche le tocó pagarla.

Por eso, seguí manejando feliz por 5 de Febrero, con el aire acondicionado pegándome en las pestañas, las placas jalisquillas y los vidrios libres de estampitas.

Hace algún tiempo quise ir a México Distrito Federal en coche. Haciendo cuentas, era más barato que pagar niñera para mis hijines. Una rápida indagación googleana me informó que mi falta de estampitas y recibos (que no de pagos), convirtió al roximóvil en auto-no-grato para el De-Efe. La verificación de aquí no le vale, puesto que las placas son jalisquillas. La verificación de Jalisco no es obligatoria y por lo tanto, tengo una sí y sabecuantas no. Ante esa falta de estampitas, no me es posible pasar de Tepoztlán (¿o Tepotzotlán?). Tendría que pasar al menos año y medio de afinaciones jalisquillas (y no siempre voy en coche), para lograr que el pobre roximóvil pasara la caseta de Tepoz-loquesea. La afinación Chilanga podría ser una opción si no me pidieran hasta el permiso de mi abuelita para hacerla, así como los recibos de pago.

Mi señor padre es de esos tipos obsesivos y extra-ordenados en las cosas de los impuestos y los coches. Sus autos tienen todas las estampitas y no se retrasa en las verificaciones o pagos. Pues bien, una vez lo detuvieron en el periférico chilango por traer placas con agave. Los polis encontraron que le faltaba sabequé papelito. Nada tenía que ver con la verificación o el programa no-circula. ¿Si su coche no paga impuestos en la capital, porque las leyes del DF las exigen?

Estos días “santos” estuve en México con todo y coche intolerado. Al enterarse mi papá me preguntó ¿Y ya tiene la verificación? Sí, mentí. Entré al DF, me perdí, llegué a casa de mi abuelita y lo encerré. Salí de la ciudad cuatro días después. Nunca me agarraron. Todo lo hice en lo oscurito, es decir, después de las 10 de la noche y 6 de la mañana. Cuando los mordelones ya están tirando la hueva o comiendo donas.

Esta vez tuve suerte, lo sé. Cuando decido no cumplir las leyes, me la van a dejan caer. No importa que piense que esos reglamentos estén amañados (para las mordidas). Tampoco importa que ese tiempo y dinero lo prefiera gastar en mis perros. Me parece una mentada de madre que las reglas de tránsito no sean iguales en todo México y me siento intolerada por pendejadas.

Pero este post no es para quejarme, proponer o filosofar. Este post es para esto:

lunes, 18 de abril de 2011

No gané el concurso y otras cosas más relevantes

Entre lo que va y lo que viene, ya hasta me había olvidado de contarles.

No, no gané el concurso de Revista de Letras y por eso, la compu me la tengo que comprar yo. Sin embargo, agradezco grandemente a los que votaron por mí desde sus teléfonos, navegadores e ipads. Hubo algunas ofertas de votar simulando IPs. Oferta que rechacé porque, pus como que no. En esta liga está la ganadora, quien por cierto, le pone copyright a su blog. ¡Bhu! (la envidia hablando)

Vía Juan José Mérida, me encontré este blog. Con poquitísimas entradas Willy me recordó por qué es chingón escribir.

Y es que a veces, el señor sin corbata y que viste de negro, me acosa:

Entonces el viejo me dijo:
- Ustedes, los que critican, no saben de la angustia de saberse mal poeta y no poder dejar de hacer versos.
Terminó la copa y se fue por la calle Bucarelli, muy tieso y muy serio. Vestía de negro y no usaba corbata.
Yo me dije que no, no sabía lo que era hacer versos; buenos o malos. Pero sí sabía de la angustia de no saber hacerlos.
Paco Ignacio Taibo I
Final en cantina.

miércoles, 13 de abril de 2011

Instrucciones para sacar fotos chingonas

Ese día me desperté un poco tarde. Las tripas ya se comían entre ellas, pero decidí esperar. Me esperaba Bernal y sus gorditas. Creo que ni me bañé. Agarré mi cámara, mis perros y me trepé en el muy pronto ex-jerimóvil (vendo almera 2001, baratus). Decidí irme por la ruta del zoológico Guamerú a pesar que estaban construyendo la carretera, ya que por San Juan del Río están muy feos y me espantan. Llegué a Bernal y pagué el estacionamiento de 25 pesitos (tiempo indefinido). A la doña del estacionamiento le parecieron muy monos mis perros. Caminé a la plaza principal; no es muy lejos, recuerden que Bernal es un pueblo. Rumbo a la piedra, están las gorditas de Doña Coco, mis favoritas. Las tripas volvieron a pegarse de mordiscos con el dulce olor del maíz cocido. Le dije a las hijas de Doña Coco: “Tres gorditas. Una blanca, una negra y una medio negra, más bien tirándole a rojita, por la grasa, porque ya sé que no hay maíz rojo, pero si como morado claro. La negra de queso. Sí con flor de calabaza, la media rojita con nopales en penca. Bien verdes, por favor. La blanca de rajas con crema, porque estoy a dieta y no quiero chicharrón”. Obviamente la hija de doña Coco me miro con desconfianza, pero atendió mi orden con audacia y decoro. Cuando llegaron las gorditas a mi mesa, casi me lanzo cual Scampi a loqueseaquesecoma. Pero esperé. Las acomodé en mi plato: apiladas, pero no encimadas. Mordí sólo dos gorditas. Volví a acomodar. Di otra mordida más a la de nopal en penca. Arrimé el agua de horchata y la salsa verde. La composición era perfecta para el ansiado CLIC.

Foto subida en mi Flickr, donde hay fotos harto bonitas

Hace algunas semanas, en una redacción olorosa a sobaco, esto pudo haber pasado:

- Güey, consíguete una foto de las gorditas de Bernal para el suplemento
- Vientos mano, dame pa’ los viáticos.
- ¿Dame güey?, Pos aistá interné, ¿no?



La foto de arriba es de un periódico queretano, llamado Plaza de Armas. Con motivo de semana santa, dicho diario sacó un suplemento de viajes llamado “Hoja de ruta”. Mi amancebado, que está al tanto de mi patadeperrez, me consiguió dicho suplemento. En cuanto la hojeé, reconocí MI FOTO.

¿Qué hacer?

No es la primera vez que me plagian una foto. La vez pasada mandé un mail quejoso y en la siguiente edición me dieron crédito en una fe de erratas.

Así que acudí a mis amigos imaginarios: los tuiteros. Ellos (tan lindos ellos) me dijeron que me apoyaban en la operación anonymus spamerus. Otros, como Chilangelina (que ibargüengoitea) me dijo que conocía el caso de @beco con la SRE. Aquí está la liga.

Entonces me llegó la iluminación.

Haré un blog.

Ahí coleccionaré plagios y sus resoluciones. Ya le comentaba a Ángel (que ornitorrinquea) que se necesita difundir qué es y cómo se usa creative commons. Más o menos de eso se tratará.

Si alguien desea cooperar (con experiencias, no con plagios) ya saben que estoy en rossymr@gmail.com o acá mesmo.

jueves, 7 de abril de 2011

Aventuras de una vampira y unos zombis en Europa

A cualquiera le puede pasar: eres un rubito flacucho, introvertido y con un padre homosexual. En la escuela te bulean a diario y no se lo dices a nadie. O bien, eres una chica pre-adolescente y bien educada, que no pasa de la puerta sin permiso, sólo sales de noche y los gatos te odian. Además, tu padre mata -literal- para alimentarte. ¿Qué surge de un encuentro así? Amor, amistad y una niña con la boca ensangrentada.

El comienzo de Låt den rätte komma in es, como toda película europea, lento. La prometida niña vampiro no se aparece y sólo vemos sufrir al güerito en silencio. Entonces se encuentran estos dos. Temerosos y retraídos, Oskar y Eli comienzan a buscarse. Él le confiesa que lo bulean y ella le dice que no se deje. Él le compra una dona y ella la vomita. Se abrazan y duermen juntos.

Gracias a películas de pubertos calientes, el género del vampiro entró en crisis. Y no sólo por abusar de la exposición de pectorales, si no porque a esos vampiros nomás les quedó el gusto por las mordidas. En esta película, las reglas originales que rigen a los vampiros (no salir de día, pedir permiso para entrar, ser odiado por los gatos, etc) están presentes y se respetan. Además está la amistad y sinceridad infantil. El apoyo incondicional y la aceptación del otro, aunque ese otro sea el asesino serial del pueblo.

Låt den rätte komma in se ha convertido en mi película de horror-amor favorita. Sin necesidad de grandes efectos, las escenas son poderosas. Por ejemplo, hay una escena donde una infectada de vampirismo, es atacada por una jauría de gatos (¿felinouría?) y la pobre aspiranta a vampira cae rodando por la escalera. En ese momento, me levanté de la cama y aplaudí.

La película tiene fotografía, dos enormes personajes y actuaciones extraordinarias. Creo que el final no sorprende mucho. Y es que no necesita “sorprender” con vueltas de tuerca hollywoodenses cuando la historia es tan hermosa.


Le Horde también comienza lenta. Los franceses se toman su tiempo para explicarte la situación: durante el entierro del poli bueno, una putita de sobacos peludos decide vengar su muerte. Para eso, llama a sus otros amigos polis a actuar “al margen de la ley” y madrear a los extranjeros fils de pute responsables. Los franceses platican, comen su baguette, se quejan de los gringos y 20 minutos-película después entran al edificio donde están los asesinos malos de polis buenos.

No. Aún no hay zombis.

El operativo “sorpresa” se les revierte y los sorprendidos y baleados son los polis buenos. Ahora hay sangre, pero no hay zombies. Y es que los malos y desgraciados fils de pute apresan a los no tan buenos polis quienes ya comenzaron a conflictuarse. Que si la putita es putita, que si yo ni quería, que a qué hora compramos las boinas. Para sentirse muy malo, el jefe negro de los malos vacía su pistola (la que mata (no de placer)) sobre un pobre inocente con la cabeza embolsada. No, todavía no hay zombis. Pero si hay enojo por haber salpicado de sangre la camisa de seda del malo número dos.

El ambiente está tenso. Los malos no saben si matar a los polis o si hay más afuera o si la mancha en la camisa sale con Vanish. Los no tan buenos están presos, uno de ellos herido y empiezan a desconfiar de la putita que los llevó ahí.

Entonces salen los zombis. El embolsado y baleado enseña los dientes y se alimenta de los músculos de uno de los malos. Buenos y malos corren al techo no sin antes madrear a unos cuantos moridos. No hay explicaciones o deducciones de lo que podría estar pasando. Nada de tele, sorpresas o indagaciones mafufas. Y a pesar de saberse rodeados, los seis (tres malos y tres no tan buenos) deciden (aunque no fue por consenso, ni que fueran gringos) unir fuerzas y bajar. Se siguen queriendo matar entre ellos, sin embargo su ego de amante francés les hace creer que pueden contra los zombis.

Y no pueden. Esto no es spoiler, porque es una regla universal que los zombis rules.

Así que lo mejor que pueden hacer los franchutes es pelear cuerpo a cuerpo con los zombis. Con Le Horde aprendí que los zombis franceses no se mueren a la primera y que es divertido darles de putazos. ¿Dónde pelean una zombi sexy y una poli puta? Pues en la cocina. Y la matas con el refri. ¿Qué hacen los malos malos y malos no tan buenos ante un zombi herido? Pues torturarlo. ¿Quién tiene más testosterona? el de bigote.

Por supuesto, Le Horde no tiene grandes efectos especiales. Lo que tiene es sangre, muertos que caminan y un loco panzón.

Al parecer, ya está la versión gringa de Låt den rätte komma in y seguro que no tarda la de Le Horde. Sépanse que si cacho a alguno de ustedes viendo esos remake, los corro de este h. blog no sin antes embarrarlos de menstruación.

Acá les dejo los trailers, pero deberían de estar torrenteandolos ya.


lunes, 4 de abril de 2011

Los que nacieron en los ochentas también lloran

Por cuestiones propias a mi voluntad, a veces me relaciono con dóciles mozuelos que están cruzando sus veintes con la gracia de un avestruz. No me quejo: he descubierto los jueves de a litro de cerveza en el Aleph y escuchado la versión original de la canción de Winnie Pooh. Digamos que su juventud e inexperiencia en el arte de separar frijoles de las piedritas son reconfortantes. De menos, si hablan de cagadas es porque a uno le ganó por borracho. Además gozan de excelente salud y no es necesario estarlos llevando a urgencias por cálculos biliares.

Sí. Los jóvenes mozuelos en sus veintes son chidos.

Sin embargo, llega un momento en la noche al que temo. El momento en que tienen regresiones anales y comienzan a chillar. Cuando llega ese temido momento, no hay cerveza suficiente en el mundo para callarles.


¡Mamaaaá! ¡El profe Menganuello es tan malo, hace exámenes bien perros!
¡Mamaaaá! ¡Ya no aguanto los trabajos finales!
¡Mamaaaá! ¡Nos dejan leer cuarenta y ocho mil novecientas dos hojas! ¡con todo y prólogo!
¡Mamaaaá! ¡El stress me está matando!
¡Mamaaaá! ¡Me urgen unas vacaciones!

En ese momento, me dan ganas de azotarles la caguama en los dientes para que de menos, sus chillidos se conviertan en balbuceos inentendibles.

No me mal interpreten. Este rollo no va por el lado de “chamaquitos no saben nada de la vida” y mucho menos “¿y ese es el futuro de Méxicoooo?” Pero es que en serio, ¿de que chingados se quejan los estudiantes? ¿De hacer lo que eligieron y que supuestamente aman? ¿De salir a la 1 de la tarde a ponerse pedos?

Sé que estos son tiempos de libertar radioactiva, pero creo que es justo volver a los palazos en la escuela.